El conflicto en Siria, que lleva casi 14 años devastando al país, ha escalado en los últimos días con una ofensiva rebelde en el noroeste del territorio. Solo seis días de hostilidades entre fuerzas gubernamentales y grupos rebeldes armados han dejado alrededor de 500 muertos, decenas de ellos civiles, incluidos niños y mujeres, y más de 40.000 desplazados, según datos de la ONU y una ONG.

Mientras los conflictos en Ucrania y Gaza coparon la mira internacional en los últimos años, la guerra en Siria entró en su decimocuarto año en marzo pasado, con una menor atención y sin una solución a la vista. Pero, la nueva ofensiva rebelde, iniciada la semana pasada, ha cambiado el panorama.

La ONU y la ONG Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, advierten la dimensión del impacto en la población civil del nuevo capítulo de la guerra en Siria. Esta nueva fase se abrió el pasado 27 de noviembre con una ofensiva rebelde que ha logrado tomar la mayor ciudad del país, Alepo, y ha despertado una respuesta, con bombardeos continuos en el noroeste del país, del Gobierno sirio y su aliada Rusia.

En casi una semana de combates, el renovado conflicto en Siria se ha cobrado la vida de más de 500 personas: 268 miembros de la alianza opositora, 156 soldados sirios y 92 civiles, de acuerdo con los datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos

Además, más de 48.000 personas han sido desplazadas, mientras que hospitales, escuelas y estaciones de agua han sufrido graves daños. Esta nueva oleada de violencia agudiza la crítica situación humanitaria que ya vivía ese país, donde millones dependen de la ayuda internacional para sobrevivir.  

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Un horror silencioso

La ONU estima que en un país de 23 millones de habitantes, al menos 17 millones necesitan ayuda humanitaria.

La guerra civil en Siria, que terminó implicando a potencias de todo el mundo, comenzó el 15 de marzo de 2011, cuando manifestaciones que pedían democracia, dentro de una ola de protestas durante la Primavera Árabe, fueron violentamente respondidas por las fuerzas del Gobierno de Bashar al-Assad.

Se estima que en 13 años el conflicto ha dejado entre 470.000 y 610.000 muertos, la mayoría civiles, y cerca de 12 millones de refugiados y desplazados, según la ONU

Pero, con la nueva escalada de violencia la situación ha empeorado, frenando también las operaciones humanitarias.

La ONU informó este lunes que "gran parte" de sus actividades en las provincias afectadas se han suspendido debido a preocupaciones de seguridad. Esto ha dejado a miles de personas sin acceso a alimentos, agua potable, combustible y productos de higiene.

Organizaciones como los Cascos Blancos han trabajado contra reloj para asistir a los heridos y recuperar cuerpos de entre los escombros. Sin embargo, las continuas hostilidades dificultan su labor y agravan el sufrimiento de los civiles.  

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La ONU, Europa y Estados Unidos piden el cese de hostilidades  

Ante la alarmante situación, la Secretaría General de la ONU instó a todas las partes a detener los enfrentamientos y respetar el Derecho Internacional Humanitario.

Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, António Guterres, destacó la necesidad de ofrecer "un horizonte político que permita un futuro pacífico, no más derramamiento de sangre".  

Asimismo, indicó la importancia de cumplir con la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, que reafirma el compromiso con la soberanía, unidad e integridad territorial de Siria. 

En tanto, durante una rueda de prensa, el portavoz de la Comisión Europea, Anouar El Anouni, remarcó la necesidad de un cese total de las hostilidades en Siria. "La UE sigue pidiendo un alto el fuego en toda Siria", declaró y destacó la importancia de proteger a los civiles y garantizar el respeto del Derecho Internacional Humanitario en medio de una situación "volátil".  

Por su parte, el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), dirigido desde el lunes por Kaja Kallas, emitió un comunicado exigiendo a todas las partes a desescalar el conflicto y asegurar el acceso de ayuda humanitaria. Además, el SEAE condenó los bombardeos rusos en zonas densamente pobladas y criticó el respaldo del Kremlin al régimen de Bashar al-AsSad.  

Estados Unidos, por su parte, se pronunció a través del Departamento de Estado, destacando la necesidad de un "proceso político" para resolver el conflicto. Este llamado llega en un momento crítico, cuando los avances insurgentes parecen desafiar el control gubernamental en áreas estratégicas.

Turquía e Irán apunta a la calma

La reciente ofensiva en Siria ha reavivado las tensiones regionales y ha presionado a las potencias involucradas a buscar soluciones diplomáticas. Turquía e Irán, con posiciones opuestas en el conflicto, han acordado intensificar sus esfuerzos conjuntos, junto con Rusia, para frenar la violencia y promover un diálogo político.  

El rápido avance de los rebeldes, respaldados por Turquía, ha sacudido al régimen sirio al capturar gran parte de Alepo, un símbolo estratégico y político. Este revés supone un golpe para el presidente Bashar al-Assad y sus aliados, Irán y Rusia, quienes ahora enfrentan la presión de atender sus propios desafíos en otros frentes, como los conflictos en Gaza y el Líbano.  

"Los últimos acontecimientos demuestran que Damasco debe reconciliarse con su propio pueblo y con la oposición legítima", declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Hakan Fidan. Turquía ha señalado que la negativa de Al-Assad a entablar un diálogo ha sido un error estratégico que ha agravado la situación.  

En una conferencia en Ankara, Fidan y su homólogo iraní, Abbas Araghchi, anunciaron la convocatoria de una reunión tripartita con Rusia para abordar la crisis. Mientras Turquía busca normalizar relaciones con Siria, Irán ha reiterado su apoyo incondicional al régimen de Al-Assad, desplegando milicias iraquíes para reforzar las posiciones gubernamentales.  

A pesar de las diferencias, ambas naciones han acordado colaborar para estabilizar la región. "Con el permiso de Dios, trabajaremos juntos por la paz y la estabilidad", afirmó Araghchi.  

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La ofensiva en Idlib y Alepo: nuevos actores en antiguos conflictos  

El 27 de noviembre, una coalición liderada por el Organismo de Liberación del Levante —un grupo islamista apoyado por Turquía y heredero del Frente al Nusra, la antigua filial de Al Qaeda en Siria— lanzó una ofensiva contra las fuerzas del presidente Bachar al Asad. En menos de una semana, los insurgentes lograron controlar la provincia de Idlib, bastión de la oposición, y avanzar hacia Alepo, la segunda ciudad más grande del país, así como en el norte de la provincia de Hama.  

La ofensiva no solo ha resultado en enfrentamientos directos, sino que también implicó intensos bombardeos por parte de Siria y su aliado Rusia.

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Con EFE, AP y Reuters