Durante el debate presidencial, Donald Trump aseguró que los inmigrantes haitianos en Estados Unidos comen perros y gatos de las calles. Mientras que su fórmula vicepresidencial, JD Vance, ha alimentado la teoría de las “mujeres gato”. En France 24 analizamos este tipo de retóricas, que hacen parte de una larga tradición de utilizar animales como argumento político en Estados Unidos.

Donald Trump, su compañero de fórmula JD Vance y los republicanos parecen querer darle un tono muy “animalista” a esta campaña presidencial.

Durante el debate contra su rival demócrata Kamala Harris el 10 de septiembre, el republicano volvió a las extrañas acusaciones difundidas por su bando.

Trump acusó a los demócratas de incentivar la inmigración, la cual tildó de "peligrosa" al asegurar que los haitianos comen perros y gatos en Ohio.

La diatriba trumpista fue considerada por muchos comentaristas como uno de los pasajes más particulares en un debate dominado en gran medida por Harris.

Esta teoría conspirativa —que acusa a los “migrantes haitianos” de secuestrar y comer animales domésticos en Springfield, Ohio— ha sido invalidada por cazadores de “noticias falsas”.

France 24 también le hizo seguimiento a la historia que había sido mencionada en el pasado por Trump y Ted Cruz a través de redes sociales.

Las "damas de los gatos" y los estadounidenses infelices

Esta no es la primera vez en la campaña que los republicanos invocan las “mascotas” para criticar a sus oponentes.

La teoría de la “mujeres gato” difundida por JD Vance sería la encarnación de los “estadounidenses infelices” que querrían hacer “infeliz al país también”.

Una salida que le valió una avalancha de críticas tras sus comentarios considerados sexistas. Lo que no impidió que Trump lo apoyara en varias ocasiones en sus ataques contra los felinos.

Tim Walz, candidato a vicepresidente de Harris, también fue criticado por su mascota. Los republicanos le acusaron a finales de agosto de haber inventado un perro.

En cuestión: dos fotografías en las que el gobernador demócrata de Minnesota posa con dos perros diferentes, lo que sugiere, a los ojos del comentarista ultraconservador Dustin Grage, que en realidad Walz no tiene ninguno.

Una conclusión que puede parecer caprichosa, pero que, sin embargo, ha sido ampliamente recogida en la “magasfera”, incluso por activistas muy influyentes como Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA, un movimiento de jóvenes ultraconservadores.

El hecho de que Walz no haya tramado ningún complot canino —en una de las fotos está con su labrador Scout, mientras que en la otra acaricia a un perro mestizo durante un paseo— no impidió que estas divagaciones conspirativas siguieran siendo difundidas en las redes.

¿Por qué tanta fijación con los perros y gatos de la derecha durante esta campaña? Las mascotas siempre han sido una cuestión política. Al llegar a la Casa Blanca en 2008, a Barack Obama le preguntaron durante su primera rueda de prensa como presidente sobre el perro que llevaría para acompañarle durante su mandato.

Es difícil para los estadounidenses (más del 60% de ellos tienen al menos una mascota) imaginar a su presidente sin un fiel compañero peludo.

Animales enormemente políticos

La ausencia de una mascota al lado de Trump durante su paso por la Casa Blanca no pasó desapercibida. Varios medios de comunicación se apresuraron a señalar que era “el primer presidente en 100 años” que no tenía uno.

Sin embargo, tener una mascota “se asocia con personas empáticas en las que se puede confiar”, afirma Richard Johnson, especialista en política estadounidense de la Universidad Queen Mary de Londres.

Trump comprendió así “que los estadounidenses aman realmente a sus mascotas y que era un buen argumento para enviar mensajes”, estima Diana C. Mutz, politóloga de la Universidad de Pensilvania.

Por eso, el candidato republicano no dudó en abordar durante el debate los delirios conspirativos sobre los haitianos “comiendo perros y gatos”. Sea cierto o no, si logra transmitir la idea de que los inmigrantes son capaces de dañar a los animales, ya será una victoria para él, afirman los expertos entrevistados por France 24.

“Hablar de animales es también hablar de otra cosa y sobre todo de personas. Siempre hay un subtexto”, asegura Jérôme Viala-Gaudefroy, profesor de Sciences-Po Saint-Germain-en-Laye y especialista en Estados Unidos.

Por tanto, existe una línea divisoria partidista entre los amantes de los perros y los entusiastas de los felinos.

Los demócratas tienden a tener gatos, mientras que los republicanos están en el campo de los perros, según un estudio de 2021.

Investigadores de la Universidad de Oklahoma y la Universidad del Este de Illinois incluso sostienen que los cristianos —un electorado vital para Donald Trump— son abrumadoramente amantes de los perros.

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Perro o gato, ¿una cuestión partidista?

“La razón principal de esta distinción es que el tipo de mascota depende del lugar donde vives. Así, la población urbana —mayoritariamente demócratas— optará por un gato, mientras que en el mundo rural —más pro-Trump—, donde hay espacio, se favorece al perro”, resume Diana C. Mutz. 

Cuando los republicanos intentan hacer creer a la gente que Walz no tiene perro es una manera de decir que, en realidad, no pertenece al mismo mundo que los amantes de los perros que viven en el campo y podrían haberse dejado seducir.

“El bando pro-Trump quiere aparecer como el de los amigos de los perros porque detrás hay una cierta visión de la sociedad, más rural, con familias numerosas, mientras que los gatos, como decía JD Vance, se asocian con mujeres que no tienen hijos”, resume Jérôme Viala-Gaudefroy.

Jugar con fibra animal también es la elección política fácil en la era de las redes sociales. “Las imágenes de animales son un éxito en Internet, por lo que si quieres que una historia se vuelva viral, también puedes añadirle una dimensión animal”, concluye Richard Johnson.

Un argumento que seguramente agradó a Trump, el 'adicto' de las redes sociales. Pero que también puede volverse en su contra.

Así, Taylor Swift, al posar con su gato, también parece haber comprendido el potencial viral de una buena foto en Internet