El Ministerio de Seguridad Pública panameño registró un número récord de 78.585 migrantes que cruzaron a pie la peligrosa selva del Darién en apenas tres meses de lo que va de este año. Una cifra que es cinco veces mayor que la del mismo periodo de 2022, un año en el que ya se había registrado una fuerte crisis migratoria en esta selva que divide Centroamérica y Suramérica.

Las autoridades de Panamá alertaron de cifras particularmente altas de migrantes que cruzaron su frontera con Colombia por el tapón del Darién. Se trata de un recorrido especialmente difícil y mortal que también tiene un impacto medioambiental.

En 2022, más de 248.000 personas habían cruzado la frontera, cerca del doble de las cifras del año 2021. Este año, se estima que 400.000 migrantes podrían pasar esta selva, rompiendo todos los registros.

"Como se ha visto este año, van a venir más migrantes, eso es lo que se ve hacia el sur. Ya tenemos unas cifras muy elevadas, donde hay un ingreso de más de mil personas diariamente", declaró el ministro de Seguridad Pública de Panamá, Juan Manuel Pino.

El vicepresidente de del país centroamericano, José Gabriel Carrizo, llamó a la comunidad internacional a actuar para limitar la llegada masiva de migrantes a esta selva.

"Miles de personas arriesgan sus vidas a diario, atravesando este santuario de biodiversidad, en un flujo migratorio que amenaza con desbordarnos", remarcó Carrizo en la Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo este sábado.

Un paso fronterizo mortal

Cada año, decenas de miles de personas arriesgan su vida en el tapón del Darién, una de las selvas más espesas del mundo. Los motiva el mismo objetivo: poder seguir su viaje y finalmente llegar a Estados Unidos.

"Este es un punto inhóspito de Panamá por donde familias enteras pasan buscando un mejor futuro hacia Estados Unidos, siendo las nacionalidades de Venezuela, Haití y Ecuador las más frecuentes", explica Pino. Algunos incluso empezaron su viaje desde África.

La frontera de 100 kilómetros de selva es un lugar hostil, pero es la única forma de llegar a Centroamérica por tierra. Los migrantes deben caminar tres o cuatro días entre los árboles, cruzando ríos y enfrentándose a varios animales salvajes.

Los que deciden cruzar este paso se enfrentan a robos, extorsiones y violaciones. Muchas de las personas que resultan heridas en el camino o que no pueden seguir por cansancio se quedan abandonadas en la selva. Los migrantes se cruzan a menudo entre cadáveres en el camino.

El clan del Golfo

Según un informe de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) y la Iniciativa global contra el crimen organizado transnacional (GI-TOC), el Clan del Golfo, uno de los grupos narcotraficantes más grande de Colombia, mantiene un "control hegemónico de la región del lado colombiano de la frontera con Panamá". Esto deriva en que tanto "las redes nacionales e internacionales de tráfico como los migrantes que llegan solos deben interactuar de alguna manera con el grupo para que les permita y les facilite el paso".

Los migrantes deben pagar alrededor de 350 dólares para pasar la frontera, ya que el grupo cobra un "impuesto por las actividades relacionadas con la migración".

Pero según el informe, municipios fronterizos de Colombia y de Panamá también se benefician económicamente de esta ola de migración irregular. De hecho, muchas mujeres denunciaron haber sufrido violencias sexuales y violaciones después de haber pasado el Darién y, especialmente, en las Estaciones de Recepción de Migrantes (ERM) de Panamá, donde están trasladados al llegar al país.

El impacto medioambiental

Además, el número de migrantes que pasan por esta frontera tiene afectaciones en la reserva natural del Darién. Al caminar, es común que las personas abandonen sus pertenencias dejando pilas de ropa y basura en la selva. Los excrementos humanos y los cadáveres también contaminan el agua de los ríos.

Las comunidades indígenas que viven en la selva se han visto fuertemente afectadas por el aumento del paso de migrantes por su tierra.

"La comunidad internacional está llamada a generar voluntades que, al mismo tiempo que salvaguarden la existencia humana, conserven este patrimonio natural para las generaciones futuras", senteció Carrizo.

Con EFE