Como lideresa del partido Agrupación Nacional en la Asamblea Nacional, Marine Le Pen agita con fuerza la amenaza de un voto de censura contra el Gobierno de Michel Barnier por el presupuesto de 2025. Una decisión que, de aplicarse, satisfaría a sus bases, pero disgustaría al electorado de derechas con el que lleva varios años intentando congraciarse.
La decisión parece tomada. Tras anunciar a finales de septiembre que juzgaría a Michel Barnier "por sus actos", dando así dos meses al Gobierno para demostrar su valía, Marine Le Pen lleva varios días agitando la amenaza de una censura de Agrupación Nacional (RN) sobre el presupuesto de 2025.
Michel Barnier "me pareció que se mantenía firme", declaró el lunes 25 de noviembre tras una reunión de diez horas con el primer ministro, confirmando la intención del partido de extrema derecha de censurarlo si el presupuesto se mantenía "tal cual". "Mi posición no ha cambiado. Al parecer, tampoco la del primer ministro", añadió, afirmando que había reiterado sus “líneas rojas” de aumentar los impuestos sobre la electricidad, suprimir de la lista los nuevos medicamentos y desindexar las pensiones.
Algunos ven en ello un farol de la presidenta del grupo RN en la Asamblea Nacional. Otros lo ven como una estrategia de distracción en un momento en que el fiscal ha pedido para la expresidenta de Agrupación Nacional una condena de cinco años de cárcel, de los cuales dos de prisión firme modificable, una multa de 300.000 euros y la inhabilitación durante cinco años con ejecución provisional – el veredicto se espera para el 31 de marzo.
Le Pen jura su sinceridad. Sin embargo, sabe que al amenazar con derribar el Gobierno de Barnier, camina por la cuerda floja. Por un lado, sus bases la instan a votar la moción de censura con el Nuevo Frente Popular (NFP). Los diputados de RN no cesan de volver de los debates con sus electores, principalmente de las clases populares, pidiéndoles que den el paso.
Un sondeo de Ipsos publicado en 'La Tribune Dimanche' el 24 de noviembre muestra que el 67% de los partidarios de RN desean una moción de censura, frente al 53% del conjunto de los franceses. Pero, en cambio, el 83% de los electores de derechas de los partidos Los Republicanos (LR) y Unión de Demócratas e Independientes (UDI) se oponen total o parcialmente.
En el punto de mira del Gobierno
"La dificultad para Marine Le Pen reside en los votantes de clase alta a los que se dirige (…) temen que cunda el pánico en los mercados financieros", explica el politólogo Jean-Yves Camus, codirector del Observatorio de radicalidades políticas de la Fundación Jean-Jaurès.
Votar a favor de la censura y derrocar a Michel Barnier iría en contra de la estrategia de normalización y respetabilidad que Agrupación Nacional persigue desde hace varios años, en particular desde las elecciones legislativas de junio de 2022. Si bien esta estrategia pretende convencer al electorado de LR de que la RN es un partido creíble, una decisión de este tipo podría frenar los esfuerzos del partido de extrema derecha.
Los ataques ya han comenzado. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, atacó a Marine Le Pen durante un discurso pronunciado el lunes por la noche ante cerca de 500 militantes de LR en París. En su discurso, retomó un argumento utilizado repetidamente por Los Republicanos para defender a Michel Barnier, que procede de su familia política: el riesgo de hacer caer un gobierno con fuertes raíces de derechas para que pueda ser sustituido por otro de izquierdas.
"¿Estaría mejor garantizada la seguridad de los franceses si, pongamos un ejemplo al azar, estuviera en mi lugar Louis Boyard (diputado de La Francia Insumisa), el que dice que la policía mata?", se preguntó.
Otros, como la diputada renacentista Élisabeth Borne, el propio Michel Barnier y la portavoz del Gobierno Maud Bregeon, subrayaron los riesgos económicos en caso de censura. La ex primera ministra habló del riesgo de un 'shutdown' (cierre de gobierno) a la estadounidense, mientras que la portavoz se refirió a un "escenario a la griega". El martes 26 de noviembre, el diferencial entre los rendimientos de los bonos franceses y alemanes en los mercados alcanzó su nivel más alto desde 2012, señal del creciente temor de los inversores a la votación del presupuesto y al futuro del Gobierno.
"No se pueden lanzar amenazas sin hacer realmente algo al respecto"
En respuesta, Le Pen publicó el martes en 'Le Figaro', un diario popular entre los votantes de LR, un artículo de opinión destinado a restar importancia a la situación. "Incluso en caso de censura, se subirían los impuestos, se pagaría a los funcionarios, se abonarían las pensiones y se reembolsarían los gastos médicos", escribió para tranquilizar, al tiempo que repasaba sus propuestas presupuestarias, que no han sido seguidas por el Gobierno. "Observo que, hasta la fecha, este enfoque responsable no ha surtido efecto. (…) ¿Y somos nosotros los que, al rechazar este presupuesto de recesión y castigo, somos los 'arquitectos del caos'? Nada de esto es serio".
A estas alturas, pocos observadores dudan de la voluntad real de Marine Le Pen de hacer caer al Gobierno de Barnier, que, en un último intento por evitar la censura, anunció en 'Le Figaro' el jueves 28 de noviembre que abandonaba sus planes de subir los impuestos sobre la electricidad. La cuestión es más bien saber si la censura tendrá lugar en la semana del 2 de diciembre, sobre el proyecto de ley de finanzas de la Seguridad Social, o un poco más tarde, sobre el proyecto de ley de finanzas del Estado.
"En algún momento hay que ir de verdad. No se puede seguir amenazando sin actuar nunca en consecuencia. En términos de credibilidad, eso no es aceptable", dice Jean-Yves Camus. "Y Marine Le Pen espera sin duda que los electores de LR, que podrían preguntarse qué razón tienen aún para aferrarse al partido si cae incluso un gobierno cuya figura es Bruno Retailleau, acaben dando el paso y uniéndose a RN".
Una apuesta cuyos efectos en el electorado son imposibles de predecir por el momento. Al igual que con el veredicto de su juicio, que decidirá su futuro político, Marine Le Pen jugará a todo o nada si realmente derriba al Gobierno.
Adaptado de su original en francés