Desde la guerra a gran escala de Nagorno Karabaj en 2020 hasta septiembre de 2023, Azerbaiyán implementó una combinación de tácticas militares e híbridas, incluido un bloqueo humanitario, con el objetivo de despojar a la población armenia de este territorio. Hace un año, una ofensiva militar en prácticamente todo Nagorno Karabaj provocó el desplazamiento masivo de los armenios, vaciando por primera vez en la historia esta región de su presencia ancestral.

Desde el inicio del desplazamiento forzoso en Nagorno Karabaj, la vida de aproximadamente 120.000 armenios ha cambiado drásticamente. Durante el último año, el proceso de adaptación ha sido pausado y plagado de dificultades. Los desplazados enfrentan enormes retos para encontrar empleo y reconstruir sus vidas en las comunidades dispersas por el territorio armenio. Aunque el apoyo del Gobierno y organizaciones sociales ha sido vital, persisten numerosos obstáculos que entorpecen su adaptación plena.

Según el Servicio de Seguridad Nacional de Armenia, 11.351 habitantes de Nagorno Karabaj han emigrado en busca de nuevas oportunidades en el extranjero, aunque otras fuentes no oficiales de Artsakh las ubican en 30.000. El resto lucha por integrarse a la sociedad armenia, aunque enfrentan un panorama lleno de incertidumbre. Mientras en lo discursivo gana fuerza la idea de un retorno seguro bajo garantías internacionales, en la práctica no se ha registrado ningún avance tangible hacia esa meta.

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En ciertas ocasiones, el liderazgo azerbaiyano ha manifestado que los armenios podrían regresar a Nagorno Karabaj, aunque ha llevado adelante acciones que obstaculizan su retorno. Los nombres armenios de sitios son reemplazados por equivalentes azerbaiyanos, se demuelen edificios públicos, se profanan viviendas y se destruye sistemáticamente el patrimonio cultural y religioso armenio en la región.

Kevin Bryan, profesor de historia y geografía, señala que el contexto internacional actual muestra una creciente resistencia al cumplimiento del Derecho Internacional.

"En el presente, los Estados tienen un peso cada vez mayor, mientras que los organismos supranacionales disponen de un margen de acción cada vez más limitado para fomentar el diálogo", explica el analista. En este sentido, destaca que en los últimos años se ha cruzado una línea roja: situaciones como los ceses al fuego o los retornos migratorios no se corresponden con la realidad.

Bryan sostiene que, aunque es posible establecer el derecho al retorno de los desplazados a través de un acuerdo formal, duda que pueda aplicarse en la práctica. "Este tipo de medidas suponen un alto nivel de exposición para la población armenia y podrían resultar contraproducentes si en el futuro el líder azerbaiyano decidiera incumplir los acuerdos, generando una situación similar a la de hace un año", advierte.

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Por otro lado, a pesar de que el acuerdo de paz de 2020 estipulaba la liberación de todos los prisioneros de ambas partes, Azerbaiyán aún retiene a numerosos armenios. De hecho, durante la evacuación masiva, arrestó a la cúpula dirigente, imputándoles cargos penales que los acusados consideran ilegítimos. En la actualidad, el régimen de Azerbaiyán mantiene en cautiverio a 23 ex líderes político-militares y civiles de Nagorno Karabaj.

Ante el reclamo de liberación por la parte armenia, Azerbaiyán asume que no tiene la obligación de liberar a "criminales de guerra" y representantes de una "junta separatista". En oposición, el exfiscal Moreno Ocampo reclama la entrega de los cautivos en vísperas de la Convención Marco sobre Cambio Climático de Naciones Unidas que tendrá lugar en Bakú en noviembre.

Optimismo moderado 

A nivel político, la situación entre Armenia y Azerbaiyán sigue siendo volátil. Ambos mandatarios persiguen activamente el proceso de negociación del tratado de paz, aunque se acusan mutuamente por los estancamientos y desacuerdos que persisten.

El escenario actual en la línea de contacto armenio-azerbaiyana es relativamente calmo, aunque, en el último tiempo, el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán ha denunciado ataques desde posiciones armenias. Estas acusaciones han sido categóricamente desmentidas por las Fuerzas Armadas de Armenia en cada ocasión.

Al tiempo que el proceso de demarcación y delimitación de las fronteras entre Armenia y Azerbaiyán avanza, tanto el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, como el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, han expresado un moderado optimismo respecto al progreso de un posible tratado de paz.

Actores internacionales como Estados Unidos y la Unión Europea han señalado que perciben una oportunidad única para lograr una paz duradera en el Cáucaso Sur.

En paralelo, el Kremlin intenta mantener su papel como mediador, aunque las relaciones con Armenia se han vuelto cada vez más tensas. Tal como sugirió Aliyev en un principio, hoy las negociaciones tienden a implementarse de forma directa entre las partes, prescindiendo de mediadores externos.

Armenia permanece atrapada en una encrucijada: con Rusia enfocada en Ucrania, Francia lejana geográficamente y Estados Unidos ocupado en otros conflictos

El analista geopolítico Kevin Bryan sostiene que, a corto plazo, el tratado de paz podría contribuir a reducir las tensiones en la región. Sin embargo, se muestra menos optimista respecto al futuro, ya que considera que la visión expansionista del presidente Aliyev plantea obstáculos importantes.

Bryan emplea el término "neo-otomanismo" para describir las aspiraciones de Aliyev, las cuales chocan directamente con los intereses armenios. "Aliyev tiene como objetivo unificar lo que denomina Azerbaiyán Occidental a través del Corredor de Zanguezur, mientras que Armenia permanece atrapada en una encrucijada: con Rusia enfocada en Ucrania, Francia lejana geográficamente y Estados Unidos ocupado en otros conflictos", explica el analista.

El presidente Aliyev aseguró que casi el 80 % del texto del tratado de paz ya ha sido consensuado. En la misma dirección, el primer ministro Pashinian afirmó que 13 de los 16 artículos del documento han sido acordados. La idea del "Corredor de Zanguezur", propuesto por el líder azerbaiyano, sigue siendo su objetivo clave para conectar por tierra Azerbaiyán con el enclave de Najicheván y Turquía.

El mandatario armenio se muestra a favor del desbloqueo de rutas regionales; sin embargo, ha descalificado reiteradamente la idea de que Azerbaiyán u otro Estado controle la carretera que atraviese territorio armenio. Dado los persistentes desacuerdos sobre este tema, las últimas actualizaciones indican que la disposición sobre el desbloqueo de las comunicaciones y el transporte entre ambos países ha sido retirada del borrador del tratado de paz.

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En un aparente intento de acelerar el proceso, Armenia propuso firmar de inmediato el tratado con los puntos ya consensuados, dejando los temas pendientes para negociaciones futuras. Sin embargo, Azerbaiyán rechazó decisivamente esta oferta, considerándola inaceptable.

En este contexto, la búsqueda de un tratado de paz continúa incierta, con avances en la negociación que contrastan con tensiones que aún no se resuelven.

La cuestión del "genocidio" y la "limpieza étnica"

Diversos círculos oficiales, políticos y académicos han adoptado términos, como “genocidio” o “limpieza étnica” para describir la “desarmenización” de Nagorno Karabaj.

La parte azerbaiyana objeta esta interpretación, sosteniendo que se trata de la legítima recuperación de una región que considera parte integral de su territorio. Además, Bakú afirma que el éxodo de los armenios fue voluntario y basado en el rechazo a la oferta de “reintegración” de Azerbaiyán.

Durante una audiencia en la Corte Internacional de Justicia sobre la aplicación de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, el representante de Armenia para casos jurídicos internacionales, Yeghishe Kirakosyan, declaró que Azerbaiyán ha "completado la limpieza étnica de la región" y está borrando sistemáticamente todo rastro de la presencia de armenios.

Por su parte, durante el bloqueo humanitario de Nagorno Karabaj durante nueve meses, el primer fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, aseguró que la situación estaba evolucionando hacia un "genocidio". Más adelante, publicó un informe que daba peso a esa afirmación.

El Instituto Lemkin para la Prevención de Genocidio utilizó ambos términos —genocidio y limpieza étnica— para describir el escenario en Nagorno Karabaj.

De igual manera, el Parlamento Europeo y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa adoptaron el término “limpieza étnica” e instaron a la creación de condiciones para garantizar el regreso de los armenios a sus hogares.

No obstante, a un año de la evacuación masiva, las condiciones mínimas, como una presencia internacional y un nivel de autogobierno, son desestimados por Azerbaiyán.