Ahora que ha partido en la semana que discurre, Ana María Arias, y el ritual social es absolutamente previsible: la información inicial del fallecimiento (en este caso a cargo de uno de sus hijos), las notas que dan cuenta del lamento por su partida por parte de quienes trabajaron con ella en sus proyectos más conocidos, el entierro de sus restos y luego, en general, el recuerdo. ¿Y ya?

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Ana María Arias merece el homenaje que aún no le hemos hecho. FOTO DE ARCHIVO.

Desearía llegar un poco más a fondo, porque creo que la calidad de esta artista de las artes escénicas, es superior a la imagen que se labró en la etapa profesional de jurado televisiva en un show de talentos, que no era precisamente popular.

Estudié con ella teatro en la Escuela Nacional cuando era estudiante de término y la recuerdo desde mucho antes de ser la figura pública en que se transformó posteriormente.

El puntopunto más alto de su popularidad en los años 90’s fue su actuación de jurado antagonista (la jurado odiosa) – que es parte de un esquema de produccion y no una característica de su personalidad, por lo cual mucha gente, ante una actuación convincente de su parte, se pensó que ella era así, lo cual le generó rechazos personales cuando era vista por el público, lejos del set de ¿Cuánto vale el Show?.

Antes de participar en este espacio, fue talento, por invitación de Ángel Muniz, del espacio de humor Telerelajo. Tambien tuvo un bar comedor (El bar de Ana María) en la ciudad Colonial, frecuentado por figuras de la televisión de los años  80’s y 90’ s.

No sabían quienes la criticaban y rechazaban, en realidad, estaban otorgándole el mayor premio que el publico puedo dar a un talento actoral: creerle sus papeles.

Esto evidencia cuánto respeto tenía a su profesión, que logró que más de medio país la odiara por sus veredictos (en la mayor parte de las veces crueles e injustos y diciendo verdades “verdaderas” a todo el que se paraba allí sin las condiciones.

Soberbia actriz de carácter, Ana María Arias tuvo su actuación más dramática en la película Papi, basada en la novela de Rita Indiana, dirigida por Noelia Quintero y producida por Rafael Elías Muñoz (Lantica), seleccionada por la Comisión Dominicana de Selección Fílmica (CDSF), que retrata la construcción de la masculinidad hegemónica desde la perspectiva de una niña.

Lo que hace Ana María en esa produccion, es la viva representación de la madre curada por anos de dolor y privaciones materiales, que ha cargado con el peso económico y emotivo de una familia.

No obstante, en cine sus roles más populares son los relacionados con la comedia: La Maravilla (David Pagán Martínez), Colao, ¡Que León! (ambas dirigidas por Frank Perozo).

Con El Mayor Clásico en la película Trabajo Sucio. Foto de la Producción

Entre los papeles dramáticos en que se destacó estuvieron El Proyeccionista, una de las joyas del director José María Cabral y Miriam Miente (Natalia Cabral y Oriol Estrada), esta última ganadora del Premio de la Crítica – ADOPRESCI- Premios La Silla (ADOCINE) y Premios Soberano (ACROARTE), Selección FOMPROCINE de la Dirección General de Cine, del Ministerio de Cultura, entre otros.

Esta artista deja como última, la que aporta a El año del tigre (Yasser Michelén) que me dicen, es una produccion muy bien terminada que dejara la marca de un joven director con garras y un talento detrás de camara, aun sin ser reconocido.

La pelicula está en Star Plus y es la primera que ingresa a esa plataforma tras un contrato, el primero con Disney que ha logrado República Dominicana, via Bou Group/Caribbean Cinemas.

Su voz ronca y metílica, su rostro adusto (cuando lo ponía asi por exigencia de las cámaras de TV o cine), su movilidad corporal, su gestualidad psico-corpórea, otorgaban a esta mujer un rango de primera actriz dominicana.

Esa condición nunca le fue reconocida, por falta de oportunidades para evidenciar su consistencia, su pasión por la actuación y su entrega sincera a los roles que le tocaban, no importa fueran pequeños o grandes.

Quienes trabajaron con Ana María si conocieron en verdad y a fondo las singularidades de su entrega al arte, y en particular Joseph Cáceres, Johnny Ventura, Frank Perozo, Zumaya Cordero, José María Cabral, Natalia Cabral, Oriol Estrada, David Pagán, por solo mencionar unos pocos.

Esa que conocieron y con la que trabajaron, saben a cuál “Ana María Arias” nos referimos. Es a la artista de la entrega, de la pasión por su trabajo, a la que ofrecía, sobre todo en roles dramáticos, conciertos de actuación dignos de estudio en la escuela de teatro.

Esa mujer debe pervivir en la memoria colectiva.

No como la jurado odiosa e injusta de ¡Cuando vale el Show!, sino como el talento desbordante y rotundo que desbordaba esta mujer, un alma tierna, un espíritu sensible y no ha leído mal: un alma tierna y un espíritu sensible.

Asi la recuerdo.

Asi la respeto.

Vaya en paz su alma.