Con el deceso de Augusto Guerrero, parten sus restos mortales y simultáneamente se inmortaliza una figura crucial de la producción televisiva nacional, asociada al espacio de mayor tiempo en el aire, 52 años. El no estuvo al frente de la producción todo el tiempo, pero cubrió la mayor parte del trabajo de producción diaria de ese espacio.

Augusto Guerrero fue responsable de una cantidad récord de emociones, sensibilidades e inspiraciones por sus contenidos, de cuando la creatividad era factor esencial para la televisión, el medio audiovisual para entonces  de máximo atractivo. Su visión, capacidad y talento, llevó emociones, alegrías y valores a miles y miles de dominicanos desde la producción televisiva decana del audiovisual nacional.

Guerrero él concibió la presentación miles de horas de alegría, música popular, entretenimiento e información de primer orden, de risas de cuando las comedias en la pantalla chica provenían de un elenco “todos estrellas”.

Augusto Guerrero fue el creativo, encargado de estructurar cada uno de los segmentos de arte popular, entrevistas del más diverso tipo, promociones, concursos, campañas ciudadanas, en una carrera larga, ignorada por el gran público en cuanto a sus procesos previos y su mirada interna

Su espacio de trabajo, conocido sólo por aquellos vinculados al afán de más de 30 años, de El Show del Mediodía, era su estudio en la calle Lea de Castro del tranquilo sector de Gascue, en un edificio color blanco hueso, con parqueo delantero para diez vehículos, gardeado por una enorme mata de almendras.

El ambiente de ese estudio, selladas sus paredes de videos, primero  betacam y finalmente tres cuartos  (nominación dada por las pulgadas de diámetro de la cinta), tenía una mesa de edición, dos pizarras para establecer asuntos pendientes y de producción, dos televisores, un sillón giratorio para el que era el centro nervioso de las oleadas de creatividad y producción televisivas que se sucedían allí para la edición del día siguiente de Show de Mediodía, iniciado en sus transmisiones en 1968 con su propuesta de 120 minutos desde las doce del mediodía.

Por este ambiente en que se forjó la larga historia de la televisión meridiana dominicana, pasaron todos los artistas imaginables, desde aquellos establecidos en el gusto de la gente, como los emergentes que buscaban un resquicio de oportunidad para iniciar carrera.

Era aquel ambiente se complementa con la cercanía de la Publicitaria Retho, ubicada a 193 metros al doblar en la calle José Joaquín Pérez, donde estaba la oficina de José Augusto Thomen, el entonces todopoderoso empresario televisivo – dueño del espacio-  y la de Yaqui Núñez del Risco, la cara pública fundamental del espacio.

Augusto Guerrero falleció a los 76 años y nos deja a todos un recuerdo que vivirá cada vez que se vuelva a ver un segmento de su espacio, su Show del Mediodía.

Una curiosidad estadística: pese a haber sido el modelo master class de la producción televisiva matutina dominicana, durante todo el tiempo en el que formó las  grandes  figuras de la presentación: Yaqui Núñez, July Carlo, Tania Báez, Daniel Diaz Alejo, Jochy Santos, Zoila Luna, para citar solo una muestra. Curiosamente, durante esa época de grandes luminarias del arte musical y la presentación, nunca ganó el Premio como Programa Diario de Variedades. Increíblemente, para quienes conceden los premios anuales de arte, hubieron de pasar 48 años para reconocerle y entregar a Iván Ruíz el lunes 30 de mayo de 2016 el Premio El Soberano, en reconocimiento merecido, pero terriblemente tardío.  Antes de ahí, El Show del Mediodía acumulo 23 nominaciones a mejor programa diario de variedades, sin ver subir ni a Augusto ni a Yaqui Nunez. No hay fotos de ellos en Google recibiéndolo, para descredito única de quienes le negaron ese premio.

El espacio salió al aire en agosto de 1969, por Radio Televisión Dominicana, (hoy CERTV) teniendo como animadores a Max Cordero y José Joaquín Pérez, Jeannette Dotel y Víctor Fernández.  Fue su primera etapa.

Cordero era el propietario  con una producción  basada en el entretenimiento y el espectáculo, particularmente la música joven y música popular del momento, concursos. La base no era él ni el humor, ni la conexión social con los acontecimientos en el país.

La segunda fue la impulsada cuando pasa a ser programa de Retho Publicidad, con José Augusto Thomen, con la cara y talento de presentación de Yaqui Núñez y Augusto Guerrero como productor creativo.

La tercera etapa se desarrolla actualmente, con Iván Ruiz y su adaptación al formato del Show del Mediodía, del concepto de la Telerrealidad.

En esta  tercera etapa  se ha alcanzado el máximo de sus índices de teleaudiencia, sobre el enfoque que ha variado del entretenimiento puro, a la información y comentarios de actualidad, combinados por un activismo de solidaridad social, notas humanas de enorme calidad, desarrollo y promoción de talentos infantiles y juveniles (Pequeños Grandes Talentos)

Pero la labor más importante de Augusto Guerrero, además de la producción del espacio, fue su apego al concepto de la preservación de la documentación audiovisual de arte  del país.

Augusto  grabó y conservó adecuadamente, cada presentación de artistas en su espacio, conformando el archivo audiovisual artístico más importante del país, aparte de lo que quedó del archivo de La Voz Dominicana.

Hoy día se puede disfrutar una y muchas veces, las actuaciones de esas figuras nacionales e internacionales que pasaron por el Show del Mediodía y las inolvidables e hilarantes comedias a cargo del cuadro que encabezaban  Freddy Beras Goíco (EPD), Felipe Polanco, Luisito Martí (EPD), Anthony Ríos (EPD), Roberto Ángel Salcedo, Julio Cesar Matías (EPD), para solo mencionar algunos… eran muchos más…

Esas comedias y esos números musicales, cuando el merengue lo era, se pueden disfrutar hoy día, minuto por minuto, gracias al sentido de conservación responsable de Augusto Guerrero. Deberían ser donadas al Archivo General de la Nación.

Quien se ha ido, es un hombre que dejó la huella profunda de un trabajo creativo que ayudó a soportar tantas penas y penurias sociales, cuando más hace falta una carcajada o una nota de alegría o romanticismo llegadas en el puente de plata de la música.