En los últimos días el mundo se levanta ante un panorama muy incierto, arropado por la incertidumbre de cuál será el desenlace del conflicto Ucrania-Rusia.
Como es de conocimiento, Rusia tiene la mayor cantidad de reservas de gas natural en el mundo y al mismo tiempo es el tercer exportador del mismo, razón por la cual ante la amenaza de un conflicto en la frontera lo primero en que se piensa es en el abastecimiento de ese hidrocarburo del que depende la región europea en alrededor del 35-40% de la producción rusa. Es de mucha importancia entender que el país de la zona de Euroasia es el tercer mayor exportador de petróleo a nivel global.
Hacen unos días que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, a manera de alerta, en un mensaje de unidad con el canciller alemán, dejaba entrever que de concretizarse la invasión rusa a Ucrania suspenderían el flujo de gas natural por el oleoducto Nord Stream 2, y que suple directamente Rusia a Alemania.
Por el momento, se ha exportado más gas natural de EE. UU. hacia Europa desde enero, que lo que se ha enviado desde Rusia vía oleoductos a la misma región, convirtiendo por primera a los Estados Unidos en el principal exportador de gas en el mundo.
Pero hay más de ahí, pues Rusia exporta lo que representa el 46% de la producción global del pálido metal utilizado para la fabricación de los catalizadores que se colocan en los sistemas de escapes de los vehículos de gasolina. En el mismo orden, la industria de los semiconductores en los EE. UU. importa en un 90% gas neón desde Ucrania, utilizado en la fábrica de sus procesadores, lo que, ante un escalamiento de este conflicto, podría mermar la exportación e incluso obstaculizarse.
Volviendo al tema energético, es de señalar que Rusia es el segundo exportador de petróleo a los Estados Unidos, agregando otra variable a los agresivos precios de gas y petróleo que hemos percibido recientemente, impactando el costo de los bienes.
En término de metales, Rusia controla el 10% de las reservas de cobre y una alta proporción de níquel y platino, mientras también es el principal exportador de trigo, acaparando un 19% del mercado mundial. Y es muy importante señalar que cualquier interrupción en el mercado de los granos (maíz, trigo, etc.) en el mar negro, sería un duro golpe a la rampante inflación que vivimos a nivel mundial.
Otro elemento que se debe tomar en cuenta es que Rusia prohibió ya la exportación de nitrato de amonio, que es utilizado como fertilizante en la agricultura, donde la producción rusa representa alrededor del 43-44% de la producción global.
Y en medio de todo esto no han faltado quienes se han referido a sanciones, especulándose que EE. UU. y sus aliados probablemente tratarían de aislar política y económicamente a Rusia, similar a lo sucedido con Irán, muy a pesar de que en el momento actual el gobierno ruso cuenta con reservas valoradas en US$630 mil millones, representada por un 30% en euro, 20% en dólar norteamericano y 12% en yuan, que le darían cierto tiempo para maniobrar ante inminentes sanciones que dificulten sus exportaciones.
Al final, el mundo está interconectado. Como vemos, el efecto que se podría desencadenar va más allá de precios energéticos y por tanto es un conflicto que nos debe preocupar a todos, no podemos estar de espaldas a las confrontaciones internacionales.