El Big Mac Index es una encuesta creada por la revista The Economist en 1986 con el propósito de medir la paridad cambiaria entre diversas monedas, utilizando el precio de un Big Mac de McDonald como punto de referencia.

Tomando como referencia la teoría del poder adquisitivo, el Big Mac Index trata de interpretar de una manera simple la paridad del poder adquisitivo (PPA) que sostiene la idea de que el dólar debe comprar la misma cantidad de bienes o servicios en todos los países. Es decir, que al momento de hacer el cambio con la moneda local de un determinado país, se podría saber si la misma está subvaluada o sobrevaluada frente a la otra.

En su momento, la intención de ese indicador no fue más que crear una herramienta para hacer la teoría del tipo de cambio más digerible. De manera similar, explicaba el exgobernador de la Reserva Federal, Alan Greenspan, en su libro “Años de Turbulencia”, que para el verano del año 2000 existía cierta preocupación por el estado de la economía, expresando que existía desaceleración en la producción de automóviles y de otros bienes; estimaciones más bajas de las ganancias corporativas, aumento de los inventarios en muchas industrias, un marcado incremento en las solicitudes iniciales por desempleo y un pobre desempeño del índice   de confianza del consumidor.

La energía estaba impactando de manera negativa la economía, el petróleo se había disparado a más de US$30 por barril a principios de año, y los precios del gas natural igualmente subieron. Posteriormente a ese grave momento Walmart había comunicado a la Reserva Federal que estaba recortando sus expectativas para las ventas navideñas, y FedEx informó que los envíos estaban por debajo de las predicciones, señalando Greenspan con su autoridad ganada que no se puede juzgar la salud de la economía por la longitud de las filas para visitar a Santa  Claus en Macy’s; sin embargo, era mediados de diciembre, y cualquiera que hubiera ido de compras navideñas sabía que las tiendas estaban inquietantemente tranquilas.

Interpretamos las palabras de Greenspan como una manera de hacer más digeribles sus interpretaciones económicas del momento, resumiéndolo en la preocupante tranquilidad que se percibía en las tiendas en una economía que depende del hiperconsumo. Traemos todo eso a colación a propósito del reporte financiero de Netflix la semana pasada. Netflix obtuvo beneficio neto de US$1,597 millones en el primer cuatrimestre del 2022, representando esto una caída de 6.4% respecto al año pasado, pero lo que llamó más la atención fue la pérdida de 200,000 suscriptores entre enero y marzo, y augura una caída de dos millones más para el segundo cuatrimestre.

Vista del logo de Netflix, en una fotografía de archivo. EFE/Sascha Steinbach

Las acciones de la compañía de distribución y series “online” ha perdido más de un 35% de su valor en Bolsa desde entonces y ronda entre el 60% en lo que va de año.  Son muchos los factores que se especulan han provocado la pérdida de suscriptores por primera vez en 10 años, entendiendo que son fruto de la saturación del mismo tipo de contenido, mientras otros aseguran que se debe al aumento de la competencia con otras ofertas de “streaming” como Hulu, Disney+, HBO,Apple+, y recientemente Paramount+. Aunque la misma compañía Netflix ha señalado que sus resultados del primer trimestre reflejan el impacto de la suspensión de su servicio en Rusia y la liquidación de todas las cuentas de pagos rusas, lo que se tradujo en la pérdida de más de 700,000 abonados, sin las cuales la plataforma habría elevado su cifra de nuevo usuarios a alrededor de 500,000 nuevos abonados.

Pensamos que cada uno de esos razonamientos tienen suficientes peso y fundamentos para explicar la disminución en los abonados, pero consideramos que hay un elemento que se ha obviado. Al igual que el Big Mac Index, y el congestionamiento de las tiendas se toman como una forma de interpretar de manera más digerible acontecimientos económicos, de la misma manera creemos que el vertiginoso crecimiento de suscriptores de Netflix durante el pico de la pandemia, y el desaceleramiento de ese mismo crecimiento en los últimos 2 trimestre es un indicador de que nos vamos moviendo a una economía que aprende cada día más a cómo convivir con COVID.

No creemos que sea coincidencia que en el pico del confinamiento Netflix creciera en más de 30 millones de abonados, y que en la medida en que se iban abriendo los mercados y se volvía a la “normalidad” ese mismo crecimiento permaneciera “flat”.

Los resultados de este último trimestre de Netflix creemos que son una clara señal del cambio en el comportamiento del consumidor, el cual se va alejando de los beneficiarios de la pandemia y retomando los viajes de placer, incrementado la actividad de líneas de cruceros, aéreas y hoteles. De ser así, sería un segundo aire para nuestro país donde el sector turismo es primordial para nuestro crecimiento y desarrollo económico.