El año 2022 le llegará con hechos a la capital de esta provincia del extremo sudoeste dominicano, a 307 kilómetros del Distrito Nacional. La primera etapa de un proyecto turístico hotelero e inmobiliario de alto estándar entrará en su fase de ejecución y no parará hasta terminar, y lo harán de la mano con el gobierno que preside Luis Abinader, conforme información obtenida.
La compañía Océano arrancará con la primera parte del plan maestro que ha diseñado para desarrollar la parcela 40L y atraer al turista de alto poder adquisitivo. El inversionista es el español Elías Hernández Barrera. Y el asesor, Salvador Catrain.
En función de las infraestructuras existentes ahora en Pedernales, en un primer momento, la empresa edificará un hotel boutique de lujo de 80 habitaciones, en dos etapas de 40 cada una; diez villas, club de playa y “pueblo Bucanyé”, donde vivirían los colaboradores. Ya han comenzado la verja perimetral.
El documento-guía tiene un horizonte de 20 años. Consigna 15 mil habitaciones entre hoteleras y desarrollo inmobiliario (casas y apartamentos) en unos 14 millones de metros cuadrados de terrenos, cuya compra -según la compañía- comenzó en 2015.
Océano, vía Catrain, avanza en el proceso de pago a ocupantes, a razón de 50 centavos de dólar el metro cuadrado. Este sábado 4 de diciembre de 2021 pagaron al grupo 99L, y el seis de enero del próximo año, lo harán al 100L. En torno a la parcela (Bucanyé) ha habido fuertes acusaciones y contraacusaciones entre ocupantes ilegales.
Conforme la información, la parcela donde edificarán las obras ocupa una extensión de 14.044.468.15 metros cuadrados (1,404.44 hectáreas). Los terrenos están ubicados, de norte a sur, desde la fortaleza Enriquillo, a la entrada del pueblo. Salvo cambios en el plan maestro general para la provincia, la densidad promedio es de hasta 10 habitaciones por hectárea para proyectos de alto estándar.
“Somos conscientes de que estamos en una zona donde la densidad habitacional es baja y los parámetros de diseño son muy estrictos. Pero nuestro proyecto se concibe desde su origen como el único, turísticamente hablando, de alto estándar y ecosostenible”, ha comentado el asesor.
Dice que no solo protegerán manglares y humedales, sino que recuperarán las áreas dañadas.
Con la lupa puesta
El arquitecto urbanista Marcos Barinas ha acumulado experiencia en diseño de proyectos de desarrollo turístico. Ha trabajado en el área de Pedernales, que considera muy vulnerable.
Él favorecería una iniciativa de factura privada más cercana al pueblo, porque –entiende- sería positivo, si se desarrolla de acuerdo con los parámetros de respeto a los recursos naturales y la capacidad de densidad de los suelos.
Sí le preocupa el desarrollo simultáneo del proyecto Cabo Rojo, mediante alianza público-privada, y el del municipio, privado, sin la indispensable transformación de la provincia para asumir a los empleados y la generación de servicios indirectos.
“Sería una bomba de tiempo en términos sociales y de sostenibilidad integral. Yo creo que Pedernales debe convertirse en un nuevo modelo de hacer turismo en nuestro país. La solución no es bavarizar en un lado, y casacampear en otro lado. Debe ser un modelo nuevo, que integre a la población existente poniendo sus intereses primero, porque, al fin y al cabo, son los pedernaleneses los dueños de su destino, y deben ser el objetivo principal. Sin gente y sin Pedernales, no hay desarrollo que valga. Por eso he hablado de Frente Marino, no malecón, porque Frente Marino es espacio público y viviendas”.
En opinión del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, el proyecto de Pedernales será integral en procura del bienestar de su gente.
Sobre el Bucanyé, el experto plantea pros y contras:
Ventajas:
Está cercano al pueblo y, por tanto, es más inminente conectarse a la infraestructura de la comunidad y mejorarla.
Al ser un desarrollo inmobiliario mixto (el proyecto original), posibilita el crecimiento en etapas.
Y, al tratarse de una iniciativa privada, reduce mucho la burocracia estatal y el flujo de recursos no depende de la politiquería.
Desventajas:
Está en una zona ecológicamente muy vulnerable, por los humedales, el plan contempla un número muy alto de habitaciones.
La experiencia de relaciones público-privadas en desarrollos inmobiliarios hasta ahora no ha demostrado ser buena para las poblaciones locales.
La gobernadora Miriam Brea favorece las inversiones privadas en el desarrollo turístico de la provincia.
Precisa: “El proyecto turístico Bucanyé debe cumplir con el cometido económico y medioambiental, respetando todas las normas legales vigentes. Ese proyecto es parte de la propuesta del presidente Abinader con su amplia visión del desarrollo de nuestro Pedernales. Por eso lo apoyamos”.
La mañana del 23 de junio de 2021, durante un acto celebrado en Cabo Rojo, el mandatario dio el palazo de arranque del proyecto de desarrollo turístico de la provincia.
Ese mismo día, en otro acto celebrado a continuación en el maleconcito del pueblo, anunció la construcción del Frente Marino, para lo cual el gobierno ya había transferido a Turismo 350 millones de pesos. La obra no ha comenzado.
En la actualidad, está en proceso de reconstrucción la carretera Barahona-Pedernales, de 124 kilómetros. Y construyen la vía Cabo Rojo-Bahía de las Águilas. No ha iniciado la extensión de la carretera panorámica de la bauxita para conectar con Independencia, a través de Aceitillar, en sierra Baoruco, e integrar la región Enriquillo.
Sobre las habitaciones hoteleras, la Dirección General de Alianza Público-Privada ha informado que están en fase de diseño, y que nueve grandes hoteleras internacionales están interesadas.
Una vieja historia
En los años 70 aun el sitio que llaman Bucanyé se percibía lejos del pueblo. Hasta allá solo llegaban los más curiosos y los cangrejeros.
Era una tupida franja de manglares, plantas xerófitas, jicacos, saonas y uva-playa que promontorios de arena blanca separaban de la playa de escasa profundidad y tranquilas olas. Había que conocer los escasos trillos para no hundirse en arenas movedizas, sobre todo si el recorrido se hacía en las noches sin luna para pescar cangrejos que se reproducían por miles.
Los bañistas solían agolparse dos kilómetros al oeste de Bucanyé, bajo las palmas del balneario colocadas artísticamente por don Elías Acosta. La playa del pueblo no era tan mansa y, a pocos metros de la orilla, se volvía profunda, pero también impresionaba con sus arenales, áreas de sombra y la cercanía.
Hoy, en ambos litorales, las huellas de la depredación están visibles. Pero, desde la playa de ciudad Pedernales hasta Cabo Rojo, hay unos 10 kilómetros de costa que deslumbran.
El paradero de ye
Antes del tratado de delimitación de la frontera dominico-haitiana del 21 de enero de 1929, firmado por los presidentes Horacio Vásquez y Luis Burnout (ratificado en 1936 por el tirano Rafael Leónidas Trujillo y Stenio Vincent), varios lugares de la provincia estaban ocupados por haitianos. Bucanyé era uno. Allí, pescadores del país al oeste de la isla, se asentaron y crearon un “paradero”.
Clemente Pérez, 98 años, y Claudio Fernández (Quique), 86, hijos de pobladores originarios, coinciden en cuanto al origen del nombre. El sitio era un paraje de pescadores haitianos, evocan.
“Bucán, en creole, quiere decir paraje. Y Ye, un haitiano que vivía ahí.
Así que Bucanyé significa paradero de Ye.
Clemente, llevado por su padre a la comarca naciente en la postrimería de la década del 30 del siglo XX, cuando rondaba los nueve años, conoce mucho de la dinámica original del pueblo.
Con jaleo sureño, relata:
“Allí se paraba un haitiano llamado Ye, a monteá y a pescá. Entonces, bucán, en haitiano, significa paradero… Entiéndeme, él fue el primero en hacer ese paradero. Los nombres de las playas, desde la boca del río Pedernales, en la frontera, hasta Barahona, son todos en haitiano (creole) porque los haitianos dicen que de Azua para acá es de ellos, y pescaban de Barahona pa abajo. Así se han quedado esos nombres. Mira, si yo llego a un sitio, y me paro a montear y a pescar, le ponen mi nombre. Y la gente dice: ahí se paró Clemente, entonces el paradero es mío, es el paradero de Clemente. Y eso pasó con los haitianos: Bucán-Pis, Bucán-Cadó, Bucán Polo, Bucán-Carángana
Y Quique coincide:
“En el año 47 y 48, por ahí, yo iba a bañarme a esa playa. Mi papá me llevaba en un bote que tenía; por allá tenía chinchorros. Era una playa muy bajita y bonita. Era tan bajita y cristalina que, luego, yo iba en una yola con un amigo que se llamaba Ñinguiñín, y había tantos mariscos y era tan cristalina que, desde la yola, podíamos seleccionar las langostas que queríamos comer, por el tamaño”.
Boukanyé o bucanero, según Wikipedia, “era originariamente un habitante de la parte occidental de la isla La Española, actual Haití, que se dedicaba a cazar vacas y cerdos salvajes para ahumar las carnes y venderlas a los navíos que navegaban por aguas del mar Caribe”.
La parcela donde está Bucanyé no ha sido urbanizada.
Un cubano llamado Daniel llegó un día de finales de los años 80, desde Miami, y se instaló en el lugar.
En el pueblo se rumoreaba sobre un acaudalado “compratodo” que desarrollaría una gran procesadora de pescados.
Entre los manglares, él levantó una enramada para sus operaciones. Pero su reinado no duró mucho. Sería apresado por el delito de cargar drogas hacia la capital en los estómagos de los pescados. Jamás se supo de él.
Luego, a inicios de los 90, desde Estados Unidos llegó otro mesías, el arrebatado médico dominicano Moisés Marchena. Era un tipo excéntrico cuyas acciones parecían copias de las escenas de los culebrones televisuales sobre capos de la droga de Colombia.
Marchena ponía a sus pies a todo el que “ayudaba”, y se hacía alabar. Su servidumbre no podía pestañar cuando se acostaba en su shenlong, al lado de la piscina, para ser acariciado por menores. Muchos en la capital y en Pedernales le veneraban. Y él se excitaba con ello. Su dinero lo podía todo.
Él dijo que haría maravillas en aquellas tierras. Depredó manglares y plantó un furgón con faroles hacia el mar. Compró viviendas en el pueblo, sobre todo apartamentos y casas donadas por el gobierno a gente muy pobre, en la Duarte, a pocos metros de la playa local. Convirtió los edificios en hoteles y las casas en villas. Pero el dios de muchos caería preso por acusación de consumo y tráfico de drogas. Moriría en la cárcel por “causa natural”. Las Fuerzas Armadas ya habían sacado con un helicóptero el furgón de los manglares.
Ahora, por primera vez, un proyecto turístico se formaliza para desarrollar en Bucanyé. Hay promesas de que será muy moderno y se acogerá a las normas medioambientales.