La República Dominicana no ha podido resolver problemas que datan de un siglo o más tiempo.
Todavía el país no cuenta con la suficiente cobertura de servicio de agua potable para toda la población. Y el acceso al agua potable en los hogares es un indicador fundamental en la medición del desarrollo humano.
El servicio de electricidad, indispensable para impulsar el desarrollo, todavía es inestable y costoso.
Parece que nunca desaparecerán las interrupciones del servicio de electricidad, que los dominicanos llamamos apagones.
La gente no pierde la esperanza. Y podemos decir que esa es una cualidad plausible de nuestro pueblo.
Tenemos deficiencias en los servicios de salud, transporte y educación, sin hablar del déficit de viviendas y las carencias en asuntos tan cardinales como carreteras y caminos vecinales.
El pueblo dominicano es, en gran medida generoso y paciente. Los políticos hacen promesas. Van y vienen los gobiernos, se dan algunos pasos sin lograrse soluciones definitivas.
Pero la gente no pierde la esperanza. Y podemos decir que esa es una cualidad plausible de nuestro pueblo.
No obstante es importante poner algunas cosas claras. Por ejemplo, es inaceptable, imperdonable, irrita que gente que administró el Estado y nunca mostró preocupación ni impulsó políticas serias para mejorar la calidad de la educación, ahora juegue a la demagogia y a la falta de memoria prometiendo lo que bien pudo hacer y no hizo.
Y lo mismo se podría decir respecto a sus promesas en materia de electricidad, seguridad ciudadana, disminución de la pobreza, transparencia, eficiencia de la justicia y combate a la corrupción.
¿En verdad piensan que el pueblo todo lo olvida o es tonto?