La guerra entre la agrupación palestina Hamás y el Estado de Israel representa un serio inconveniente para el mundo, de por sí ya convulso, en estos tiempos, con serios enfrentamientos y golpes de Estado en África, tensiones en Asia, la guerra ruso-ucraniana, la intromisión de Estados Unidos y Europa en conflictos por la hegemonía política y económica, y la crisis por el cambio climático, además de los serios problemas migratorios en muchos lugares del mundo.

Naciones Unidas ha puesto de inmediato su atención en la masacre que se ha producido entre el grupo palestino Hamás e Israel, en donde hay más de mil personas asesinadas en unas cuantas horas, miles de heridos, ciudades semi destruidas, mientras naciones árabes se preparan para una posible intervención en el conflicto. Siria, El Líbano, Jordania, Irán, por ejemplo están en alerta, en un momento en que Estados Unidos ya ha comenzado a enviar equipos de refuerzo militar al Estado de Israel.

Es terrible la saña de Hamas contra civiles israelíes, que han sido asesinados en sus casas, dentro de sus vehículos, en sus lugares de trabajo y hasta en un festival musical en una zona del desierto, donde por lo menos 250 jóvenes resultaron asesinados. Inaceptable esta venganza, que no reducirá las acciones de respuestas de Israel, sino que las incrementará porque ya Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, ha declarado la guerra contra Hamas y las fuerzas militares de Israel de inmediato comenzaron a destruir objetivos presumiblemente donde había operaciones del grupo radical palestino, como edificaciones de hasta 14 pisos en una amplia zona residencial de Gaza.

El incremento de las tensiones en esta zona pone en movimiento a los grupos musulmanes y en particular a países como Irán, El Líbano, Siria, y Turquía, entre otros. Recep Tayyip Erdoğan, presidente turco, acaba de advertir a Estados Unidos no intervenir en el conflicto, porque su país saldrá en defensa de los palestinos, y lo mismo harán otras naciones, incluyendo algunas muy poderosas. El escalamiento de este conflicto es casi seguro que va a mayores consecuencias.

Lo que todo el mundo piensa es que Israel no se quedará sin buscar venganza, y una de las cosas que podría hacer sería tratar de ahogar a la Franja de Gaza y derrumbar, de paso, al gobierno de Mahmud Abás, del partido Fatah en la zona donde ha operado y opera el grupo Hamas.

El otro aspecto del escalamiento es que Israel encuentre pruebas de la participación de Siria, Irán o cualquier otro país árabe en su apoyo a la operación de este fin de semana, que ha quitado la vida a más de 700 israelíes, en un evidente descuido de las fuerzas de seguridad e inteligencia del país, y han obligado al Estado de Israel, bajo la dirección de Benjamin Netanyahu, a desatar operaciones de venganza, y represivas, como bien ha sabido desarrollar muchas veces el ejército israelí en múltiples ocasiones, recordando Sabra y Shatila o las diversas fases de la Intifada.

Esta guerra prácticamente coloca a un lado el conflicto bélico en Ucrania y la invasión rusa. Por supuesto, que también debilita la creación de una fuerza multinacional de apoyo a la seguridad en Haití, y pone la atención del Consejo de Seguridad de la ONU en la búsqueda de acuerdos de paz que reduzcan el riesgo de un conflicto con posibilidades de crecer hasta convertirse en una barbarie.

Israel ha cometido errores y abusos que nadie puede ocultar en este momento. Las Naciones Unidas han secundado, con silencio y con actuaciones pusilánimes, los errores de Israel y los abusos históricos de colonos y soldados en la Franja de Gaza.

Hamas no representa a la Autoridad Palestina, y por tanto Israel no puede atribuir al gobierno de Mahmud Abás la responsabilidad por estos hechos de sangre tan bochornosos. Destruir la Franja de Gaza sería un crimen de lesa humanidad, porque allí se concentran 5.7 millones de personas que no tienen responsabilidad con los hechos de Hamas, que es un grupo bastante pequeño de militantes que reclama el territorio ocupado por Israel y que correspondería a los palestinos. Las negociaciones que se han desarrollado sobre este conflicto indican que los palestinos quieren establecer un Estado, y tener a Jerusalén como su capital, como que Israel rechaza.

Acusar a Irán o a Siria por estos ataques tiene algunos riesgos. Fortalecería a Hamas, que ha reivindicado y presentado pruebas que su organización y sus miembros son los responsables de los mismos, y llevaría la guerra a un nivel superior, involucrando a un tercer país, con un ejército, con un Estado y con millones de soldados dispuestos a combatir en solidaridad con los palestinos.

El gobierno dominicano ha hecho bien en rechazar los ataques de Hamas y proponer el diálogo como fórmula para encontrar salida a una crisis de estas dimensiones. El papa Francisco se ha expresado en procura de incentivar el entendimiento mediante el diálogo, y habrá países que se ufanen en respaldar a una u otra parte de esta guerra.

Este fin de semana hemos entrado en un mundo mucho más peligroso, y en donde atacantes árabes, dormidos hasta este momento, podrían convertir en objetivos especialmente a Israel y a los países que lo apoyan. Esto es muy serio.