El ejército de Israel ha continuado los ataques contra la población indefensa de Palestina, y en sus últimas acciones contra los campamentos de desplazados en Rafah asesinó a 21 personas el martes de esta semana, todos civiles, incluso niños y sus madres.
La información divulgada por la agencia EFE indica que “Al menos 21 personas fallecieron y otras decenas resultaron heridas en varios ataques de artillería del ejército israelí sobre campamentos de desplazados en el barrio de Al Mawasi, que había sido designado por Israel como zona humanitaria ampliada, según las autoridades sanitarias gazatíes”.
Ya nada vale ante el Estado de Israel. El aliado más importante del gobierno de Israel, el gobierno de Estados Unidos, ha pedido de muchas formas detener los ataques a población civil y de refugiados. Pero Benjamín Netanyahu no hace caso, no entra en razón ni escucha ruegos ni consejos.
La Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Netanyahu, por crímenes de guerra, y tampoco sirve de nada la acción de la comunidad internacional. Lo que ha hecho Israel es acusar a los países que han optado por reconocer al Estado Palestino es acusarles de ser “cómplice de incitación al genocidio del pueblo judío y de crímenes de guerra”. Esos países acusados por Israel España, Irlanda y Noruega, porque optaron por reconocer recientemente al Estado Palestino.
También decidió ordenar a Israel detener los ataques contra la población palestina. “El Estado de Israel debe detener inmediatamente su ofensiva militar en Rafah y cualquier otra acción que pudiera infligir al grupo palestino en Gaza condiciones de vida que provoquen su destrucción física total o parcial”, de acuerdo a la sentencia del tribunal internacional.
Previamente había realizado llamados humanitarios para detener la masacre. El 21 de mayo emitió su sentencia, sometida la petición de Sudáfrica, y solicitó órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Netanyahu, y el ministro de Defensa, Galant, por posibles crímenes de guerra en el conflicto en Gaza.
Ni la Corte Penal Internacional, ni las Naciones Unidas, ni Estados Unidos han logrado detener los crímenes de guerra de Israel en la Franja de Gaza. Netanyahu se justifica en el argumento de que meta es eliminar al grupo Hamás, responsable de los ataques del 7 de octubre del pasado año en el sur de Israel, y para lograr esta extinción pareciera haber decidido exterminar a la población palestina completa.
El mundo sigue asombrado ante tanta barbarie. Una de las hijas del presidente Luis Abinader, Adriana Abinader Arbaje, graduada recientemente en los Estados Unidos, dijo desear que los obsequios por su graduación fueran enviados a los niños de Gaza. Un gran gesto y una posición simbólica, de gran impacto en quienes ven el drama que el mundo está viviendo, deshumanizado y ensangrentado por la violencia de Isabel contra niños, ancianos, mujeres y refugiados indefensos.
Una ironía que el gobierno del pueblo que fue víctima de la masacre hitleriana antes y durante la Segunda Guerra Mundial hoy lleve a cabo este genocidio contra un pueblo hermano. Una tragedia y una vergüenza para la humanidad.