En septiembre pasado, en Diario Libre, el escritor, profesor y diplomático dominicano, Pedro Vergés escribió un breve ensayo explicando la tesis de que la literatura dominicana no existe.
Casa de América, bien establecida en Madrid y con gran prestigio, acaba de reconocer a la poetisa dominicana Soledad Álvarez con el XXII Premio Casa de América de Poesía Americana, por su obra"Después de tanto arder", trabajo considerado por el jurado de "poderosa indagación, entre irónica y melancólica, del paso de tiempo”. No se debe olvidar que Soledad Álvarez fue seleccionada este año para recibir el Premio Nacional de Literatura 2022, entregado por la Fundación Corripio y los ministerios de Cultura y Educación.
Es decir, que sí existe la literatura dominicana. En este caso la poesía dominicana, como parte de esa literatura que se reclama como no existente, y que quien lo hace es un intelectual que fue ministro de Cultura.
Hay que ir al texto de Pedro Vergés, porque dice mucho, y lo dice en serio:
“La literatura dominicana no existe, lo digo en serio. O no en sentido estricto. O no si se la considera como la suma de los factores y estamentos que tendría que haber para que se pueda afirmar lo contrario sin ápice de duda. Escritores sí hay, y hasta de sobra. Pero eso es otra cosa. Y voy más lejos. Digo que, para colmo, no le interesa a nadie, salvo a los pocos que nos empeñamos en desentrañar la oscura realidad de nuestras vidas, las peculiaridades de nuestro propio ser, esta vaina que somos. Así que en ese campo nos batimos en franca retirada, escuchando a lo lejos el abucheo silencioso (en lo que somos verdaderos expertos) de una sociedad cada vez más separada de sí misma, cada vez más empeñada en desconocerse. Mucho merengue, demasiada bachata, charlatanes de todos los calibres, multitud de cantantes queriendo dar la nota, insoportable ruido por doquier”.
Habría que decir, y repetir, con Galileo o con Soledad, “Eppur si muove”. Ahí está -también en la poesía- la literatura dominicana viva, doliente, compitiendo en los más elevados círculos de la creación poética de América Latina. Porque en esta edición del Premio Casa de América de Poesía compitieron 573 manuscritos de 24 países diferentes: el 22% de ellos de Argentina, el 15% de Colombia y el 9% de México; seguidos de Perú, Chile, Cuba y España, que representan cada uno un volumen del 6%. Y el premio lo obtuvo una poetisa dominicana, representante de una creatividad viva, de una literatura que sobrevive a la mediocridad, a los pretendidos artistas urbanos, a los merengueros y raperos.
Y está tan viva esa literatura que no es la primera vez que esta media isla se alza con ese premio.
En 2012 José Mármol también compitió y ganó este grandioso premio, en nombre de la literatura y de la República Dominicana.
El jurado del XII Premio Casa de América de Poesía Americana, compuesto por Piedad Bonnett, Julia Escobar Moreno, Luis García Montero, Jesús García Sánchez, Benjamín Prado y Anna María Rodríguez Arias otorgó el galardón al poeta dominicano José Mármol por su obra Lenguaje del mar, de la que el jurado destaca “la madurez lírica de un poeta que aborda el tradicional tema del mar con voz propia. Los paisajes marinos permiten una meditación interior siguiendo los retos planteados por poetas como Pedro Salinas, Rafael Alberti y Juan Ramón Jiménez”.
Podemos celebrar, porque además del premio a Soledad Álvarez, en una iniciativa de estimulo a la lectura, la primera dama de México, Beatriz Gutiérrez Müller -periodista, escritora e investigadora- decidió escoger un libro y un poema de José Mármol, precisamente, para leerlo en público y recomendar a los mexicanos la adquisición de “Yo, la isla dividida”.
"En un Fandango Por La Lectura tuve el gusto de conocer a José Mármol, y leer Yo, la isla dividida, me lo regaló. Un gran poeta dominicano, le mando un saludo y a quien le invito a leer", declaró la esposa del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador antes de empezar la lectura. Una hermosa lectura de un poema caribeño, de un poeta importante de una literatura que para algunos, sólo para algunos, no existe.