La tragedia en la Maternidad San Lorenzo de Los Mina, con la muerte de 34 recién nacidos en el mes de febrero, además de la segura negligencia del personal, pone en evidencia un mal de fondo en los servicios que ofrecen los hospitales públicos, bajo la coordinación del Servicio Nacional de Salud.

El director del centro, Leonardo Aquino, y la encargada de neonatología, Dagne Sánchez, han sido separados de sus funciones luego de que una comisión que investigó las circunstancias recomendó esa decisión. El Colegio Médico Dominicano estuvo representado en la comisión que recomendó la separación de estos dos profesionales de la salud.

Los servicios de salud pública no solamente son precarios por estrechez de recursos, sino también por la cultura de que lo público es lo precario y lo que se ofrece con la menor calidad, porque resulta gratuito, y es para los mas manesterosos, que no tienen posibilidad de pagar un servicio privado, donde aparentemente hay rigor de calidad de atención y hay dolientes del sector privado. Y se entiende que hay consecuencias.

Para el Servicio Nacional de Salud el Hospital San Lorenzo de Los Mina "es un centro materno infantil de referencia nacional, que recibe casos de alta complejidad”.

El SNS explicó que el año pasado ese hospital realizó un total de 8,562 partos, de los cuales 1,442 requirió cuidados intensivos neonatales, es decir, "uno de los centros que registra mayor cantidad de nacimientos complejos en el país".

También dijo que esa entidad de servicios de Maternidad mantiene una tasa de mortalidad neonatal similar en los últimos cinco años, que ronda entre 29.4 y 36.9 %, siendo la más baja la registrada el pasado año 2022.

Esa tasa,sin embargo, es la más alta de toda la región. En los últimos cinco años no ha habido cambios, ni se ha reducido la tasa de mortalidad neonatal, lo cual es terrible. Pese al esfuerzo, a los recursos, a los discursos, a la designación de profesionales con conciencia de este lastre, y no se ha reducido en ese importante centro de salud la tasa de mortalidad neonatal. Eso significa que por cada mil partos institucionales mueren entre 37 y 29 niños nacidos en ese centro.

En los países con un sistema de salud más avanzado y con mayor calidad la tasa de mortalidad neonatal no puede pasar de 5 muertes por cada mil partos.

Pero además, en esta administración se puso en marcha el Plan Tolerancia Cero a la Mortalidad Materna y Neonatal. ¿Qué paso con la aplicación de las políticas recomendadas por ese plan? ¿Cómo es posible que estemos en las mismas condiciones o en condiciones parecidas a Haití en esta materia?

Este tema requiere que el gobierno ponga toda su atención en la reducción de estos indicadores. Se necesita que además del ministro de Salud, Daniel Rivera, y todo su equipo, el presidente Luis Abinader, sume esfuerzos para que haya un cambio sustancial no sólo en la reducción de la mortalidad materna y neonatal, sino también un cambio en la cultura de calidad de atención en los centros del Servicio Nacional de Salud.