El escritor Sergio Ramirez y otros 93 ciudadanos nicaragüenses fueron despojados de su nacionalidad por el presidente del país, el dictador Daniel Ortega, y además fueron declarados traidores a la patria.
El dictador y desmemoriado Daniel Ortega no tiene forma de justificar el retorno de la dictadura más sangrienta vivida por Nicaragua, muy parecida a la de Anastacio Somoza, y recurre a la mentira, a la distorsión, a la violencia, a la cárcel, a la tortura, al abuso de poder.
Daniel Ortega ha decidido el cierre de las instituciones democráticas de Nicaragua. No hay tribunal electoral. No hay partidos políticos, salvo el suyo, no hay Corte Suprema de Justicia, no hay ministerios para aplicar las leyes y respetar el derecho de los nicaragüenses a vivir en condiciones de igualdad. Ortega no respeta ni la reunión de los poetas, ni las iglesias y la comunidades eclesiales de base. Tampoco tolera las organizaciones populares, ni quiere las organizaciones de la sociedad civil. A los organismos internacionales tampoco los quiere como testigo de la cárcel que ha creado para todos los nicaragüenses.
Y su acto más deleznable, aparte de apresar y mantener en prisión a cientos de candidatos y dirigentes de partidos políticos, incluyendo ex dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, ha sido despojar de la nacionalidad a escritores de la dimensión de Sergio Ramirez, el más grande y prestigioso de los escritores vivos de ese país, y a Gioconda Belli, la escritora y revolucionaria de dimensión mundial que se ha negado a tolerar la cárcel que Ortega y su decrépita esposa han forjado pese a la resistencia digna de una gran parte de los nicaragüenses.
Intelectuales, fundaciones, asociaciones de escritores, entidades de todos los rincones de la tierra han expresado su indignación ante el abuso y la desconsideración de este dictador contra los ciudadanos de su país que se le han resistido y que él, amparado en un poder usurpado e ilegítimo, ha utilizado para despojar de su ciudadanía a connotados escritores y ciudadanos.
En nuestro país la Fundación René del Risco ha sido la que ha expresado su indignación con más prontitud:
La Fundación René del Risco Bermúdez se solidariza con el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, amigo y colaborador de nuestra fundación, ante el despojo de su nacionalidad por el gobierno dictatorial de Nicaragua. Se solidariza también con su esposa Gertrudis Guerrero, nuestra querida Tulita, y con los demás nicaragüenses que han sido víctimas de un despojo similar y que los ha colocado en situación de apátridas. Se trata de una violación grosera de un derecho humano fundamental que merece el repudio de todos los amantes de la libertad y del respeto de los derechos de las personas. En mayo de este año tendremos la oportunidad de recibir a don Sergio Ramírez en Santo Domingo como parte del festival cultural Centro América Cuenta que este año se celebrará en nuestro país con el coauspicio de la Fundación René del Risco Bermúdez. Aquí lo recibiremos con los brazos abiertos no solo como gran escritor y titular del Premio Cervantes sino también como un gran amigo de la República Dominicana y un luchador infatigable por la democracia y la libertad.
El propio Sergio ha ofrecido declaraciones a los medios en las dice que la ciudadanía no es algo de la que se pueda despojar a un ciudadano que respira por su patria. Quien fuera vicepresidente del país, que ha escrito su obra de gran dimensión con la historia y la idiosincrasia del pueblo nicaragüense, se ha expresado con indignación y nostalgia, pero jamás como derrota.
“El país es la memoria, los sentimientos, la infancia, mi pueblo natal, los volcanes, es lo que no me pueden quitar. Quitarle el país a alguien es una cosa completamente absurda. Te pueden hasta despellejar, pero tú país no te lo quitan ni aunque te dejen en carne viva. El país está bajo la piel, está en los huesos, en la sangre. Creo que ni siquiera si te quitan la vida te quitan el país. Los papeles no tienen ninguna importancia. Pero sobre todo, quién te quita el papel, qué legitimidad tiene quien te quita el papel, eso es lo que me da mayor seguridad”.
Son las palabras de Sergio Ramirez ante el acto de barbarie que ha cometido el dictador Daniel Ortega. Un acto que deberá ser rechazado por todo el que aspire a la democracia, y entienda que Nicaragua se ha convertido en una vergonzosa cárcel al servicio de una pareja de ancianos decrépitos y desmemoriados. Con sus actos dan una muestra faheciente de sus debilidades y de sus miedos.