Hombres, mujeres, niñas y niños de todos los rincones del planeta son captados mediante ofertas de trabajo engañosas y falsas promesas para ser explotados sexualmente, sometidos a trabajos forzados, a servidumbre doméstica, a mendicidad forzada y a otras prácticas análogas, mendicidad forzada o extracción de órganos. e Este abominable crimen, conocido como trata de personas, sigue siendo aterradoramente común.
Las personas menores de edad y las mujeres, principalmente quienes son jefas de hogar y marginadas económica y socialmente, corren más peligro de ser reclutadas por redes de tratantes. Los datos revelan que, por ejemplo, las mujeres y niñas son más vulnerables a la trata con fines de explotación sexual, matrimonio forzado y servidumbre doméstica, mientras que los hombres y niños están más expuestos a la trata con fines de trabajo forzoso.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) señala que para 2018, cerca del 45% de las víctimas identificadas de trata fueron personas migrantes. Los victimarios aprovechan la desesperación de las personas migrantes por encontrar mejores oportunidades para ellas mismas y sus familias para forzarlas a aceptar condiciones de trabajo absolutamente esclavizantes, por el temor de sufrir consecuencias legales como la detención o la deportación.
Hoy existen mejores herramientas tanto para identificar víctimas como para investigar, detener y procesar a los delincuentes. También se cuenta con acuerdos internacionales como el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que busca adoptar medidas legislativas o de otra índole para prevenir, combatir y erradicar la trata de personas en el contexto de la migración internacional. Junto a estos grandes logros que deben ser celebrados, persisten retos y desafíos que no pueden pasar desapercibidos.
Por ejemplo, se necesita avanzar en materia de prevención. Es importante concientizar a la población sobre qué es la trata de personas, cuáles son las cambiantes estrategias utilizadas por los grupos delictivos organizados para captar a sus potenciales víctimas y cómo se puede actuar si se sospecha de este delito. Los medios de comunicación cumplen un rol protagónico en este aspecto.
En segundo lugar, se debe reforzar la capacidad de los gobiernos y el sector privado para reducir los abusos en la contratación, las situaciones de explotación sexual, prostitución infantil, entre otras, y proteger los derechos humanos de todas las personas migrantes, particularmente aquellas en situaciones de alta vulnerabilidad. Los gobiernos deben avanzar en el diseño e implementación de políticas que faciliten acceso a servicios y particularmente a la regularización del estatus migratorio d, en tanto existe evidencia del vínculo entre tráfico y vulnerabilidad a la trata de personas.
En tercer lugar, es importante mejorar la capacidad de identificación, respuesta, protección y asistencia de las personas víctimas a este delito. Las víctimas deben tener acceso oportuno a servicios de salud que faciliten su recuperación emocional y física, pero también a servicios judiciales donde se les brinde asesoría legal pertinente y personalizada. La restitución inmediata de sus derechos debe ser una prioridad.
Finalmente necesitamos datos colaborativos de mayor calidad, métodos de investigación, instrumentos de estudio y conclusiones sólidas para contar con evidencia pertinente para combatir este delito. Una parte clave de este esfuerzo es el Counter Trafficking Data Collaborative (CTDC) que fue lanzado por la OIM en 2018, y hasta la fecha cuenta con datos sobre más de 90.000 casos de trata de personas y nuevas herramientas de visualización de datos.
El 30 de julio es el Día Internacional contra la Trata de Personas precisamente para recordar que la esclavitud sigue existiendo, que se adapta a los nuevos contextos, y que ninguna sociedad se puede permitir la vergüenza de que la esclavitud siga existiendo dentro de sus fronteras.