En los últimos años en la República Dominicana se abusado de acusar a cualquier persona de "traidor a la patria".

Esa ligereza extremista proviene, sobre todo, de los sectores más derechistas, aunque también de algunos de la izquierda más fanatizada.

Todo el que no comulgue con fanatismo nacionalista, todo el que condene las injusticias contra los inmigrantes, sobre todo si se trata de haitianos, de inmediato es calificado de "traidor", y recibe cualquier cantidad de insultos, difamaciones y amenazas. Y han ocurrido casos de grupos ultraderechistas que ha ejercido la violencia contra las personas a las que acusan de supuesta traición.

El pasado jueves 26, Día de Juan Pablo Duarte, el padre de la República Dominicana, hombre íntegro y justo, el obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Alfredo de la Cruz Baldera dijo verdades irrefutables en un sermón sin desperdicio.

El obispo francomacorisano, por demás, un intelectual de recia formación, al hacer referencia al ideario de Juan Pablo Duarte, recordó que el padre de la patria había proclamado que eran necesario dar escarmiento a los traidores, para que los buenos dominicanos dejaran de ser víctimas de las maquinaciones de esos malos compatriotas.

Monseñor De la Cruz Baldera dijo que los corruptos, que roban al estado, son traidores a la patria, y llamó al Poder Judicial a darles un escarmiento como lo propuso Juan Pablo Duarte.

Los corruptos, como los exfuncionarios que hoy enfrentan en los tribunales casos de gruesos expedientes, sí que son traidores a la patria

Exhortó al Poder Judicial, bajo el amparo de la palabra de Dios, a cumplir un sueño de Juan Pablo Duarte, a saber “mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos, serán siempre víctimas de sus maquinaciones, esto es, no dejemos espacio a la violencia, a la inseguridad, a la corrupción, a la injusticia social”.

Para el orador, académico y obispo católico, que todo aquel que comete corrupción (robo al estado) siembra violencia en las calles, en los hogares o pone en riesgo la vida de un dominicano, es un traidor a la patria, la patria que soñó el patricio Juan Pablo Duarte.

Y dijo más:

"En República Dominicana no se puede seguir permitiendo que la falta de honestidad en las instituciones gubernamentales, militares, en la sociedad civil y en las entidades eclesiásticas, se marchiten vidas, se empobrezca a las personas, se destruya a las familias y se debilite la fe de los creyentes".

Los corruptos, como los exfuncionarios que hoy enfrentan en los tribunales casos de gruesos expedientes, sí que son traidores a la patria, y no las personas sensibles y caritativas que dan la mano y se solidarizan con el pobre que huye en busca de pan, abrigo y techo.

El corrupto, sean político o empresario que se vale de vínculos con funcionarios cimentados en el soborno, es el peor de los traidores, porque se roba el dinero que debe garantizar servicios de calidad a la ciudadanía que paga impuestos.

El dinero que se roba el corrupto significa malos servicios de salud, de educación, de seguridad ciudadana; significa menos dinero para construir y mantener espacios públicos al servicio de la colectividad, menos caminos vecinales, menos carreteras, menos puentes, menos viviendas; pero, sobre todo, significa menos garantía de derechos, menos equidad, más pobreza e injusticia.

Por estas razones aplaudimos las palabras del obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís. Nunca mejor dicho ni mejor explicado.