Es muy frecuente en la población en general y entre profesionales de disciplinas poco vinculadas a la demografía, la creencia de que la población dominicana va a seguir aumentando como lo estuvo haciendo en décadas pasadas, pudiendo llegar a duplicarse en un futuro no muy lejano.

Esas creencias se encuentran alejadas de la realidad, debido a que en el marco de la etapa de plena transición demográfica en que se encuentra el país, en este momento la tasa de crecimiento de la población está en proceso de disminución y en poco más de tres décadas la población va a alcanzar su máximo volumen, empezando luego un proceso de reducción lenta hasta llegar a su estabilización en un futuro lejano, bajo ciertas condiciones demográficas.

Los escenarios de evolución de la población dominicana se pueden apreciar a partir de las proyecciones nacionales de población, cuya última versión oficial para el país fue elaborada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) en 2014.

De acuerdo con estas proyecciones, la población dominicana va a alcanzar su máximo volumen al inicio de la década de 2070, con una cifra de aproximadamente 12.7 millones de habitantes. A partir de esa década comenzaría un descenso lento y paulatino de la población, tendiendo a su estabilización en el largo plazo.

Es importante señalar que actualmente existe otro escenario demográfico ligeramente diferente para la República Dominicana, el cual ha sido trazado por las proyecciones de población elaboradas en 2022 por el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), de la CEPAL y ONU, en la cual en el país el máximo volumen poblacional se alcanzaría en la década de 2060, con una cifra alrededor de 13.4 millones de habitantes, ligeramente por encima del máximo de las proyecciones de la ONE.

Conforme a estas últimas proyecciones del CELADE, la población del país en 2024 alcanza una suma de aproximadamente 11.4 millones de habitantes, guardando algunas diferencias con las cifras de las proyecciones de la ONE, que para dicho año arrojan 10.8 millones.

Otra diferencia importante observada es que las proyecciones del CELADE actualmente presentan un mayor ritmo de crecimiento demográfico, por lo que las brechas con las de ONE se seguirían ampliando mientras se avanza hasta el máximo volumen poblacional.

A partir de entonces se observa una reducción poblacional más acelerada en las proyecciones del CELADE, con lo que antes de finalizar el siglo se llegaría a alcanzar volúmenes poblacionales inferiores a los de las proyecciones de la ONE.

Esta dinámica demográfica genera importantes cambios en los diferentes grupos poblacionales que demandan bienes y servicios y que aportan la mano de obra necesaria para el funcionamiento de la economía.

Para realizar este análisis vamos a recurrir a principalmente a los escenarios trazados por las proyecciones de la ONE, que son las oficiales para el país. Dichas proyecciones revelan que la población menor de 15 años había alcanzado su máximo volumen en las dos décadas previas, el grupo de 0 a 4 años en el año 2005, con cifras en alrededor de un millón de personas, y el grupo de 5 a 14 años en 2009, con un máximo cercano a los dos millones. En función de la disminución que se ha venido observando en dichas poblaciones, se estaría reduciendo también la presión sobre la demanda de servicios de educación y salud en infantes  y adolescentes.

La disminución poblacional en el grupo de 5 a 14 años, en conjunción con los aumentos normativos del 4% del PIB en la educación preuniversitaria, contribuye con el aumento progresivo del gasto por estudiante, lo que debería estar impactando positivamente en el mejoramiento de la calidad educativa. Esto no es lo que muestran las evaluaciones de calidad realizadas en la última década a la educación preuniversitaria, revelando la necesidad de que esta especie de “bono demográfico“ comience a aprovecharse mejor en el sector.

Por su parte, el grupo poblacional de 15 a 34 años, reconocido como la población joven de acuerdo con el marco normativo del país, alcanzaría su máximo poblacional a partir del próximo año 2025, comenzando a partir de ahí a disminuir, lo que restaría presión a la demanda de educación secundaria y universitaria.

En el caso de la población de 65 años y más, denominada como población envejeciente, en estos momentos se encuentra en pleno crecimiento, con tendencias a la aceleración al pasar a la segunda mitad de siglo, en la que sigue aumentando, por lo que alcanzaría su máximo volumen en el próximo siglo. A medianos y largo plazo implicaría para el país un crecimiento sostenido en la demanda de jubilaciones y pensiones así como también en servicios especiales de atención a esta población.

Finalmente, resulta muy alentador señalar que la población de 15 a 64 años se encuentra en estos momentos en una fase de crecimiento acelerado, que se sigue observando al cruzar la barrera del medio siglo, alcanzando su máximo volumen en el año 2055, con una cifra de casi 8 millones de personas en edad de trabajar, conteniendo el 63.9% del total de la población. En el caso de las proyecciones del CELADE, el máximo volumen se alcanzaría pocos años antes, con una cifra ligeramente mayor (8.5 millones). La similitud de estos escenarios podría apoyar la hipótesis de  que, cuando se revisen las actuales proyecciones, posiblemente en el mediano y largo plazo esta población no va a sufrir cambios significativos.

El crecimiento acelerado de la población en edades productivas (15 a 64 años) hasta pasada la mitad del presente siglo XXI estaría indicando que a medianos y largo plazo en la República Dominicana no debería haber problemas con lo referente al aporte de la mano de obra que requiere la economía, diferente a como ocurre en algunos países de Europa.