Escribir implica un acto de responsabilidad, de ética o deontología profesional y de algún tipo de compromiso consigo mismo, social, político o filosófico. Por tanto, no es lo mismo dejar pasar insultos o descalificaciones de un desconocido, que de alguien que desde la cuna y parece que hasta la tumba, ha formado y formará parte de élites provinciales o nacionales. No se puede dejar pasar sin contestar que se intente influenciar a determinados sectores y que se les “socialice” en determinadas ideas, prejuicios e intereses.
En todos los países estamos en momentos difíciles y los ánimos andan caldeados. Y hay quienes en escribir, en informar, no les mueve tanto la búsqueda y difusión de la verdad, o lo que creen verdad, sino la intoxicación. Y lo hacen porque son militantes de causas que se sustentan en presupuestos ideológicos, liberales en lo político y neoliberales en lo económico. Para ellos el mercado es lo más importante. Y en esta etapa (en otras eran proteccionistas), la libre circulación de capitales y personas… Pero, solo allí dónde las potencias lo vean beneficiosas para sus intereses.
En una pequeña isla, dividida además en dos estados, uno totalmente fallido y en descomposición y retroceso permanente y continuado, parte de su población, opta por migrar tratando de mejorar su vida. Lo hacen en el que tienen más a mano, al vecino. Países circundantes, con baja densidad demográfica, no les dejan entrar. Les cierran las puertas en sus narices.
Así pues, masivamente van hacia su vecino, también pobre, pero menos. Con débil institucionalización pero con instituciones que mal o bien, funcionan. Con una clase política hiper corrupta, pero que a regañadientes, acepta la transmisión del poder a la oposición. Con altas tasas de paro, de subempleo, con déficit educacional, en servicios de salud y en todo tipo de servicios sociales.
La clase capitalista de ese país (o siendo precisos, parte de ella), prefiere utilizar y fomentar la migración de estos vecinos míseros, para super explotarlos, con menos salarios que el que establecen las leyes, ahorrándose el pago de la seguridad social, no respetando el horario laboral y no pagando las horas extras. En esa super explotación participan los contratistas de obras del Estado, y en ocasiones, el Estado mismo.
En ese país que ahora se encuentra en lo que los organismos internacionales llaman “países de desarrollo medio”, parte- espero que minoritaria-, de los encargados de guardar las fronteras y, por tanto, de “Servir a su Patria”, dejan pasar a los migrantes del vecino país por una suma de dinero y lo mismo hacen con los ilegales deportados por otra rama de la administración, la Dirección de Migración.
De manera que, tanto el paso dentro de las fronteras, como las deportaciones, se convierten en un tráfico de personas y un medio de exprimirlos. Y a ello se unen los consulados que dan visas por interés pecuniario y los agentes consulares que se quedan con gran parte del dinero de las visas, dándole un porcentaje al Embajador para recompensarle por su silencio cómplice. Conozco una excepción, la del embajador Rubén Silié. Espero que él no haya sido el único ejemplo de civismo y servicio honrado al Estado en Haití.
Desde décadas atrás hemos expuesto la indisoluble articulación entre fomento de la inmigración ilegal, los negocios y sobornos en los consulados y la frontera, la super explotación de esa mano obra por empresarios y contratistas inescrupulosos, y también las consecuencias negativas de esa inmigración masiva para la RD.
Muchos no lo ven así. Piensan que la RD debe ser “la hermanita de la caridad” de este hemisferio y que el destino dominicano es sacrificar su futuro y el de su pueblo, para aliviar momentáneamente el descalabro de Haití.
Obvio. No comparto ese punto de vista. Cuando practico la caridad lo hago como dice el Evangelio, de manera que mi mano izquierda no se sepa lo que hace la derecha. Y la practico con mis bienes, con una parte de mis ingresos. No tratando de quitarle a los más míseros de la RD para “dárselo” a los también míseros de la vecina Haití.
Porque estamos hablando de bienes escasos que si se les da a unos se les está quitando a otros. Si en RD se está empleando el 30% de los recursos de sanidad, como dice el eminente médico dominicano, doctor Rafael Lantigua, vicedecano de la escuela de medicina de la Universidad de Columbia en New York, y creador de la Alianza Dominicana en esa ciudad, eso se está quitando a los dominicanos y a los inmigrantes legales. Es lo que se llama un juego de suma cero.
He escrito en Reflexiones sobre el presente y el futuro dominicano, 2020, UMXG, que si queremos dar salud, trabajo, cobijo etc. a los inmigrantes ilegales haitianos en RD, que siguen llegando masivamente, eso no sale gratis. Si se quiere ser solidarios con ellos, esto no debe hacerse sobre las espaldas de los dominicanos más pobres.
Por tanto, a los que tienen ingresos mensuales de más de 100 mil pesos mensuales se les debe cobrar un “impuesto solidario para los haitianos”, de un 5% adicional sobre lo que pagan actualmente por el impuesto de rentas de personas físicas y que aumente hasta entre 10 y un 15% para los que ingresan 150, 200 mil y más cada mes.
Una propuesta de este tipo no creo que sea aceptada por los perceptores de ingresos medios y altos. Y ahí se encuentra la llave de bóveda de la cuestión. Que la masiva inmigración a quien perjudica más directamente es a los dominicanos y a los inmigrantes legales más pobres.
Porque esa ola inmigratoria ilegal va contra sus intereses como trabajadores asalariados de ingresos bajos o muy bajos. Y a más oferta de mano de obra, más tendencia a la baja de los salarios. Pero a la larga, también perjudica a las clases medias trabajadoras.
Palabras solidarias sin hechos solidarios es hablar por hablar y hacerse pasar por humanitarios cuando en realidad todo es humo. Palabrería liberal. Logomaquia de hipócritas. Descargo para sus buenas o malas conciencias. Demagogia habitual en unos. Obligaciones de su trabajo asalariado o de sus contratos o consultorías para otros.
Parte de su práctica profesional para quienes actúan como agentes de intereses externos actuando en RD. Y, ¿por qué no?, confusión ideológica en otros, que confunden lo que es el accionar de un Estado con una ONG que defiende, como es típico en ellas, intereses particularistas o de una asociación religiosa de beneficencia que se rige por otros valores.
Respeto profundamente a quienes discrepan de lo que pienso. No creo que todas las ideas y propuestas se puedan reducir a un denominador común. Hay quienes mantienen sus posiciones –y lo han escrito-, porque ponen la “raza” (la “negritud”) por encima de la clase y de la pertenencia a una nación.
Otros lo hacen porque sus padres, sus abuelos o bisabuelos también han sido inmigrantes y consideran que deben defender a éstos inmigrantes, que además, tienen elementos étnicos y ascendencia muy lejana, de la misma o semejante procedencia.
Y hay quienes lo hacen porque ponen el carro delante de los bueyes y piensan que la RD debe ser el Estado pionero en disolverse como nación en el magma de la ola masiva haitiana, para fundirse en ser otra cosa que la nación dominicana. En fin, que fronteras y estados no deben existir. Y que desean que se comience el experimento en esta media isla, en RD. ¡Los sueños de la razón desviada, produce monstruos!
Sobre la cuestión haitiana en RD es obvio, hay posiciones diferentes. Interpretamos los hechos con diferentes perspectivas. Algunos dicen que se adoptan poses. ¿Qué es una pose? Una actitud fingida o exagerada que adopta una persona en su comportamiento.”Afectación, fingimiento, amaneramiento, pretensión, presunción”.
Los de una u otra posición ante la inmigración ilegal pueden alegar que los contrarios mantienen poses. Pero acusar específicamente de “asumir poses antiimperialistas”, es una manera de insultar a quienes denuncian, basado en posiciones políticas y en hechos, las presiones contra la RD. Contra su gobierno y su pueblo. Para tratar de obligarlo a adoptar políticas públicas, que se quieren imponer desde la potencia hegemónica del mundo a un pequeño país, con un estilo colonialista puro y duro.
Esas políticas no son queridas por los principales partidos de la RD. De derecha, “de centro” y de izquierdas. Ni por las principales figuras de la inmigración dominicana en el exterior. Ni por los más reputados intelectuales del país. Y, lo más importante, ni por la gran masa del pueblo dominicano.
Incluso, me atrevería a decir, ni por los inmigrantes legales, incluso haitianos, que viven y trabajan en la RD. Porque a ellos esa inmigración masiva también les perjudica en su fuente de ingresos, en su acceso a las viviendas y en el clima de rechazo que se crea en los lugares o vecindarios donde se albergan.
¿No sería más lúcido reconocer que se mantienen posiciones diferentes y opuestas (no poses)? Unas son claramente a favor de las posiciones del Departamento de Estado y otras a favor de los intereses del pueblo dominicano. Quienes apoyan a las primeras, en esta coyuntura, son pro imperialistas, y quienes se oponen, son, en esto, anti imperialistas. Es así de sencillo y de claro. Son Posiciones opuestas. Y antagónicas.
Torrelodones, 2 de diciembre de 2022