El presidente Luis Abinader no tiene ningún impedimento constitucional para optar por una repostulación, y al parecer luce ser el único con posicionamiento y apoyo para que ese propósito se convierta en un proyecto político y sea asumido plenamente por el Partido Revolucionario Moderno.

El presidente Abinader tiene como principal recurso de campaña su obra de gobierno en tres años, tiempo en que ha enfrentado una terrible pandemia, una crisis internacional con inflación incluida, y la sostenida tragedia de Haití, que poco a poco se ha convertido en una razón de vida para la República Dominicana.

Sobre la posible estrategia de campaña política de Luis Abinader son muchas las consideraciones que pudieran hacerse. El trabajo de la transparencia en el gobierno, la persecución de la corrupción propia y pasada, las políticas sociales de protección de los sectores más empobrecidos, la dinámica del empleo que ha resultado positiva, el fortalecimiento del peso dominicano, el control de la inflación, las inversiones públicas en redes viales, las exportaciones, el éxito del turismo, entre tantos otros asuntos que involucran al gobierno.

El otro sector de promoción es lo que el gobierno ha conseguido en realizaciones locales, en provincias, municipios, distritos municipales y barrios, en donde no llegaron anteriores autoridades. Se entiende que entre el liderazgo local, regional y nacional del partido de gobierno debe haber coherencia en que esas inversiones han significado avances significativos, especialmente los que se realizan con el objetivo de la mejoría de la calidad de vida, vía ministerios como Economía y Planificación, Medio Ambiente, Industria y Comercio y los programas de INESPRE y el ministerio de Agricultura con el Banco Agrícola.

Ya se sabe que los candidatos a enfrentar a Luis Abinader serán Abel Martínez, del PLD, Leonel Fernández, de Fuerza del Pueblo, Guillermo Moreno, de Alianza País, Minou Tavarez Mirabal, de Opción Democrática, y Miguel Vargas Maldonado, del PRD.

Las mediciones que se publican y las que no se dan a conocer sobre la contienda electoral registran un fenómeno actual de supremacía del presidente Abinader sobre todos los demás. La cuestión será la competencia por el segundo lugar, entre Abel Martínez y Leonel Fernández. Si se miden por sus nombres Leonel Fernández obtiene más adhesión. Si se miden por los partidos, Abel Martínez sale ganando. Sin embargo, en todos los casos en que se miden con Luis Abinader, el presidente queda en primer lugar con un trecho muy extenso por encima, incluso superándolos en la primera vuelta.

Si se miden en una potencial segunda vuelta, igualmente el aumento del porcentaje de votos hacia Luis Abinader es mayor. Atención: Esas encuestas son el retrato del momento en que se han realizado. No miden lo que pudiera ocurrir en las elecciones presidenciales de mayo del 2024, dentro de un año y unos meses.

Hay, sin embargo, una preocupación: Para alcanzar la reelección presidencial Luis Abinader tendrá que ceder mucho, tal vez más de lo que ha cedido a sectores que le han apoyado, para que continúen apoyándolo, o seguirá siendo un presidente firme contra la corrupción del pasado y del presente. 

Ahí está la preocupación. Toda reelección genera conexiones, colindancias, flexibilizaciones, y hubo quien dijera que conseguir una reelección en este país requiere que el candidato a lograrlo se trague un tiburón podrido. ¿Se tendrá Luis Abinader que tragar ese tiburón?

Si eso ocurriera habría que saber quiénes serán los comensales en esa mesa en que ocurra tal hazaña. Obvio, que la decisión será del presidente y de sus asesores, además del equipo más cercano y la dirección del PRM. 

Para conocer lo que va a pasar al respecto, habrá que esperar. Y no desesperarse, porque en política las gradas tienen palomitas de maíz y bebidas refrescantes que apaciguan los ánimos.