El presidente Luis Abinader escuchó el clamor se la sociedad, representada por diversos sectores de la economía, la política, el activismo social y los gremios profesionales, y cedió, la noche del sábado anunció el retiro del proyecto de reforma fiscal que había depositado en el Congreso Nacional.

No es ocioso recordar que la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, del año 2012, ordena que se lleve a cabo un pacto para una reforma fiscal. Ese mandato no fue cumplido por el presidente Leonel Fernández, que promulgó esa ley en enero de 2012, tampoco por el presidente Danilo Medina, que gobernó de 2012 a 2020. Tampoco lo cumplió el presidente Luis Abinader en su primer cuatrienio 2020-2024.

El presidente Abinader se propuso darle cumplimiento al mandato de la ley, pero el proyecto presentado por el Ministerio de Hacienda no contó con el apoyo de la sociedad, y de aprobarse habría generado un estado de incertidumbre que a nadie convenía, excepto a aquellos que apuestan al caos.

Retirado el proyecto ¿Todo seguirá como hasta ahora, un déficit que cada día resulta más costoso y una deuda que cada año se lleva un alto porcentaje del presupuesto nacional?

El economista Isidoro Santana, exministro de Economía, en un artículo publicado en Acento, advierte:

"Si se aprueba, el presidente puede terminar mal, pero si no se aprueba, termina peor. Y eso quiere decir que la sociedad dominicana terminará perdiendo más".

"Cuando el Gobierno vaya al mercado de capitales a vender bonos por más de US$7,000 millones para cubrir tanto el déficit como los vencimientos de deudas para el próximo presupuesto, los tradicionales inversionistas lo van a recibir diciendo …con nosotros no cuente”.

Nosotros pensamos que no se puede apostar a continuar sin cumplir lo que dispone la Ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo, no sólo porque el Estado no debe violar sus propias leyes, sino porque está en juego la estabilidad de la economía.

La irresponsabilidad podría reflejarse en indicadores tan sensibles como la inflación, la cotización de la moneda frente a las divisas duras y las calificaciones que hacen las agencias internacionales especializadas.

Es momento de convocar a un pacto fiscal, mediante un diálogo abierto en el Consejo Económico y Social (CES), en el que participen representantes de todos los sectores de la economía, las universidades, los partidos de oposición, los gremios profesionales y los líderes de la clase trabajadora.

Obvio que es necesario hacer propuestas realistas, no ideales. El sistema tributario ideal, que a todos deje satisfechos, no existe en ningún país.