Estados Unidos ha elegido un nuevo presidente para el período 2025-2029, y ese presidente ha sido, seguirá siendo y podría potenciar su radicalidad, fuente de muy serias preocupaciones sobre su adhesión a los esquemas democráticos.
Donald Trump recientemente fue sentenciado por un tribunal de Nueva York, que le condenó por 34 violaciones graves a las leyes estatales, que incluyen una variedad ominosa sobre su conducta ética.
Esta elección la decisión soberana de la mayoría de los ciudadanos de ese país. La democracia implica aceptar los resultados de la mayoría, cosa que el triunfador de las elecciones no quiso aceptar en los pasados comicios, y como consecuencia de su negativa degeneró un asalto al Capitolio, vandalismo masificado, agresiones a las autoridades, intento de golpe de Estado y la muerte de numerosos agentes policiales.
Sin embargo, nada de eso tiene consecuencias políticas y electorales, como ocurría antes en los procesos electivos norteamericanos.
La gente sigue apoyando a un político agresivo, que emplea un lenguaje divisivo, que confronta a los ciudadanos, a las instituciones democráticas, y que sobresale especialmente por la estridencia de su discurso. Palabras denigrantes, soeces, desconsideradas. Temas como la migración, el aborto, los derechos sexuales, medio ambiente forman parte de un coctel en que se mueven mitologías conspirativas, teorías negacionistas, invenciones y supuestas realidades contextualizadas.
En ese sentido la política norteamericana ha vuelto al pasado. José Martí, padre de la independencia cubana, y quien vivió y trabajó varios años en los Estados Unidos, se refirió a sus procesos electorales en estos términos:
"Es recia, y nauseabunda, una campaña presidencial en los Estados Unidos. Desde mayo, antes de que cada partido elija sus candidatos, la contienda empieza. Los políticos de oficio, puestos a echar los sucesos por donde más les aprovechen, no buscan para candidato a la Presidencia aquel hombre ilustre cuya virtud sea de premiar, o de cuyos talentos pueda haber bien el país, sino el que por su maña o fortuna o condiciones especiales pueda, aunque esté maculado, asegurar más votos al partido, y más influjo en la administración a los que contribuyan a nombrarlo y sacarle victorioso".
Una vez nombrados en las Convenciones los candidatos, el cieno sube hasta los arzones de las sillas. Las barbas blancas de los diarios olvidan el pudor de la vejez. Se vuelcan cubas de lodo sobre las cabezas. Se miente y exagera a sabiendas. Se dan tajos en el vientre y por la espalda. Se creen legítimas todas las infamias. Todo golpe es bueno, con tal que aturda al enemigo. El que inventa una villanía eficaz se pavonea orgulloso. Se juzgan dispensados, aun los hombres eminentes, de los deberes más triviales del honor. No concibe nuestra hidalguía latina tal desborde […] En vano se leen con ansia en esos meses los periódicos de opiniones más opuestas. Un observador de buena fe no sabe cómo analizar una batalla en que todos creen lícito campear de mala fe. De plano niega un diario lo que de plano afirma el otro. De propósito cercena cada uno cuanto honre al candidato adverso. Desconocen en esos días el placer de honrar.
Y en otro texto el apóstol de la libertad de Cuba dijo:
“Las elecciones llegan, y de ellas ve sólo el transeúnte las casillas en que se vota despaciosamente, las bebederías en que se gasta y huelga, las turbas que se echan por las calles a saber las nuevas que va dando el telégrafo a los boletines de periódicos. Se ve aturdir, escamotear, comprar, falsear el voto.”…..“Las elecciones cuestan mucho. Los capitalistas y empresas ayudan en los gastos de ellas a los candidatos necesitados; y estos, una vez vencedores, pagan con su voto servil el anticipo de los capitalistas.”
Extraña, sin embargo, que una gran cantidad de latinos, migrantes, mujeres y afroamericanos hayan decidido su voto en favor del candidato que con látigo más duro ha pronunciado los discursos más denigrantes sobre esas comunidades. Masoquismo político, podría decirse. Analizado y explicado por especialistas en ensayos periodísticos variados.
Lo mismo pasa con la economía y las propuestas que se han planteado. Por lo menos 21 premios Nobeles han rechazado las posiciones del candidato ganador, y han analizado su pasada gestión gubernamental y lo han calificado de desastroso.
Igual que los conflictos internacionales, la guerra por la invasión rusa en Ucrania, o los exterminios de Gaza. Estados Unidos es y se disputa con otras naciones la condición de mayor potencia universal. Esa realidad nos golpea duramente, porque si ese país es el centro de poder y de control democrático, mala resulta su elección a una persona y a un equipo que tiene poco o ningún compromiso con la democracia. Hará falta que haya controles que funcionen, que equilibren, y que esa gran nación no pierda los estribos, ni se aísle, porque su influencia y presencia es ya un elemento positivo para el mundo.