Recuperar la memoria histórica permita comprender mejor la realidad de hoy. Exactamente eso es lo que acaba de hacer el periodista Eric Nagourney, del New York Times, al publicar un amplio reportaje rescatando datos históricos escondidos, de los que se habla, pero sin las pruebas, dejando deambular la realidad por la ficción y las interpretaciones.

Sobre Haití y su independencia, todo el mundo sabe que fue puesta a pagar a Francia los daños de aquel proceso, por ser el primer estado que se creaba luchando contra la esclavitud. La cuestión es que Eric Nagourney ha conseguido documentar cómo fue esa imposición y consultando con economistas ha llegado a conclusiones sorprendentes. Acento ha publicado un resumen del trabajo periodístico de referencia.

Entre la independencia de Haití en 1804 y la intervención militar de los Estados Unidos en Haití en 1915 transcurrieron 111 años. Desde que Estados Unidos llegó con sus marines a Haití, se hizo responsable del saqueo a las finanzas haitianos el imperio del norte. Son 107 años de expoliación y saqueos. Francia y Estados Unidos son los dos países responsables de la hambruna, la miseria, la falta de institucionalidad y la pauperización del pueblo haitiano, y son los que deben buscar la forma de resarcir las debilidades y fallas económicas e institucionales del país más pobre del hemisferio occidental.

Francia sufrió la derrota, por vía del ejército napoleónico, y el pueblo haitiano proclamó su independencia el 1 de enero de 1804. Ningún país quiso reconocer la independencia haitiana, lo que fue aprovechado por Francia para reclamar el pago de los daños ocasionados por la guerra con Haití. Como Haití no tenía recursos para pagar, lo obligaron a tomar un préstamo impagable con bancos franceses. Haití comenzó a pagar, pero los intereses crecían y crecían. El costo fue extraordinario. Ese préstamo se comió el trabajo de los haitianos y sus posibilidades de desarrollarse. 

Según el rastreo del The New York Times, el 64 años Haití pagó la suma de 560 millones de dólares. Con esos recursos pudo desarrollar su capacidad, pero fue engullido. 

"Luego de revisar miles de páginas de documentos de archivo, algunos de siglos de antigüedad, y de consultar con 15 de los principales economistas del mundo, nuestros corresponsales calcularon que los pagos hechos a Francia le costaron a Haití entre 21.000 y 115.000 millones de dólares en crecimiento perdido a lo largo del tiempo. Eso representa unas ocho veces el tamaño de toda la economía de Haití en 2020″, 

Esa es la conclusión de la investigación periodística: El costo fue entre 21 mil millones y 115 mil millones de dólares. 

El gobierno francés sangró a Haití con su exigencia de reparaciones, pero en años posteriores Francia le vendió a los haitianos la idea de ser un "socio de negocios".

Los haitianos celebraron la noticia de que al fin el país contaría con su propio banco, y que tendrían actividades financieras para fábricas y ferrocarriles. 

"Pero el Banco Nacional de Haití solo era haitiano de nombre. Fue creación de Crédit Industriel et Commercial, un banco parisino conocido como CIC, y de sus inversores. Controlaban el banco nacional de Haití desde París y se llevaban una comisión con casi todas las transacciones realizadas por el gobierno haitiano. Los registros originales descubiertos por el Times muestran que Crédit Industriel y sus inversores desviaron decenas de millones de dólares de Haití mientras agobiaban al país con aún más préstamos.

Es la misma historia de los países colonialistas. La experiencia de los frances es muy larga expoliando países y regiones del mundo. Y no fue extraño que en la región del Caribe ocurriera, como lo describe el periodista Eric Nagourney, del The New York Times.

Y llegó Estados Unidos a controlar Haití y la historia no cambió. Se reiteró abiertamente, como se demuestra en los documentos dados a conocer ahora, y que forman parte de la terrible memoria histórica de la explotación de los pueblos caribeños.

Cuando el ejército estadounidense invadió Haití en el verano de 1915, la explicación oficial fue que Haití era demasiado pobre y demasiado inestable para dejarla a su suerte. El secretario de Estado estadounidense, Robert Lansing hizo poco esfuerzo por ocultar su desprecio hacia la “raza africana” y caracterizó la ocupación como una misión civilizatoria destinada a poner fin a la “anarquía, salvajismo y la opresión”. 

Precisamente, cuando se produjo la intervención militar de Estados Unidos en la República Dominicana, en 1916, hubo dominicanos que definieron esa intervención militar como “civilizadora” para terminar con las guerras intestinas y el caudillismo que prosperaba en las diversas zonas del país.

En 1915, en el verano, un pequeño grupo de marines entró al Banco Nacional de Haití y salió de ahí con 500.000 dólares en oro. Días más tarde el oro patrimonio del pueblo haitiano estaba en una bóveda bancaria en Wall Street.

“Yo ayudé a que Haití y Cuba fueran un lugar decente para que los chicos del National City Bank recolectaran ganancias”, dijo años después el general que encabezó las fuerzas estadounidenses en Haití y se describió a sí mismo como “extorsionista para el capitalismo”.

La publicación es de ahora, de este fin de semana, y quien la da a conocer no es un periódico de un partido comunista ni un embustero histórico, sino uno de los diarios más acreditados del mundo, por la seriedad del periodismo que realiza: The New York Times.

Luego de la caída de la dictadura de los Duvalier, dice el reportaje del NYT, llegó al poder un sacerdote llamado Jean Bertrand Aristide, quien reclamó a Francia y a Estados Unidos la devolución de los montos sustraídos al pueblo haitiano, y la respuesta fue su destitución como presidente.

Una de las ventajas del periodismo es que puede, pese al paso de los años, rescatar la memoria histórica, como en este caso ha comenzado a hacerse, para que se entienda que las miserias actuales de un pueblo son las consecuencias de los saqueos del pasado.