Con excepciones, como México, en los países de la democracia representativa es común y normal que los gobernantes traten de ganar un segundo período.
En cierto modo, la figura de la reelección ofrece la oportunidad a la ciudadanía de premiar o castigar a sus gobernantes, reeligiéndolos o sustituyéndolos, según sea su valoración de la gestión de gobierno.
En la República Dominicana la Constitución permite a sus gobernantes una oportunidad de buscar la reelección.
El presidente Luis Abinader, como lo hicieron sus antecesores, buscará un segundo mandato.
Esa es la oportunidad.
Ahora bien, todo proceso de búsqueda de reelección conlleva riesgos:
Que se descuiden las responsabilidades de los funcionarios.
Que se relajen las normas.
Que se utilicen los recursos del estado para campaña electoral.
Y, lo que es peor, que aprovechando el ruido de la campaña algunos funcionarios quieran enriquecerse a costa del contribuyente amparándose en el cargo que desempeñan.
El presidente Luis Abinader tiene en la lucha contra la corrupción y en la administración honrada de los recursos públicos dos de sus fortalezas.
Recientemente el gobernante y candidato ha advertido a los candidatos de su propio partido, el PRM, que si incurren en el uso indebido de los recursos públicos para campaña electoral, habrá consecuencias.
Precisamente, en estos momentos hay sospechas y rumores de que algunos funcionarios, con personas allegadas, han querido burlar los controles que mantienen la Contraloría General y la Dirección de Compras y Contrataciones para hacer negocios ilícitos con el dinero público.
Es necesario mantener la firmeza, no ceder, vigilar y exigir transparencia a todos los funcionarios responsables de administrar dinero de los contribuyentes. La campaña electoral no debe ser aprovechada como una zafra para los malos negocios y el tráfico de influencias.
La reelección cuenta con el amparo de la Constitución, es una oportunidad para validar o no validar la gestión de gobierno, pero no se debe olvidar que también constituye un riesgo.