El narcotráfico y sus vecinos adyacentes, incluyendo el crimen del levado de activos, han recurrido siempre a la política para obtener influencias y ventajas en sus actuaciones criminales.
Los políticos salen a hacer campaña y abrazan y saludan a todo el que se les acerca. En ocasiones reciben invitaciones y donaciones inseguras, y se exponen, y hasta se reúnen con personeros que terminan siendo representantes o delegados de negocios ilícitos y criminales.
Utilizar el expediente del narcotráfico y del dinero sucio del lavado de activos en la campaña electoral no resulta aconsejable, porque nadie está libre de pecado. O por lo menos, los que han ejercido la presidencia de la República no pueden decir, ninguno, que no se han reunido con narcotraficantes, que no han recibido dinero de ese litoral, ni que han desechado la posibilidad de postular a personeros ricos, aunque de dudosa reputación.
¿Cuántos narcotraficantes han pasado por las curules de la Cámara de Diputados y del Senado de la República? La cuenta podría ser muy corta o muy larga. Incluso hoy día, sacar esa cuenta podría ser delicado.
Los legisladores representantes del narcotráfico no tienen posturas políticas, ni se amarran a una bandera, ni a un lobo de un partido. Todo es según la conveniencia. Hay narcotraficantes que pasan de un partido a otro como si se tratara de cambiar de silla en un restaurante.
Cualquier partido político postula a diputados, senadores, alcaldes, regidores a representantes del narcotráfico. Incluso en los aparatos de inteligencia se infiltran representantes del narcotráfico, o en el aparato militar. ¿No recuerdan a Figueroa Agosto, a Quirino Ernesto Paulino, a Florián Feliz, a Arturo del Tiempo y Márquez? ¿Se nos ha olvidado la revelación de Quirino de cómo entregaba dinero a políticos dominicanos? ¿Hemos dejado en el pasado que varios directores y altos militares de la DNCD fueron objeto de extradición a los Estados Unidos?
Por tanto, utilizar ese tema del narcotráfico en la campaña electoral es riesgoso. Más bien, habría que proponer un pacto para que los partidos políticos se informen, actúen con decencia y articulen algún mecanismo para evitar que personeros sospechosos de vínculos con el narcotráfico entren en los partidos y dañen el ejercicio democrático, o estimulen el transfuguismo, sólo por el asunto de que disponen de dinero para invertir en la campaña electoral.
Además, ese tema no es exclusivo de la República Dominicana. Olvidamos ya que Pablo Escobar fue legislador en Colombia, siendo un gran jefe de una banda de narcotraficantes internacionales.
Por tanto, resulta muy peligroso que ahora, políticos de gran experiencia y que han sido víctimas del rejuego de los narcotraficantes, recurran a ese expediente para atacar políticamente a otros partidos y candidatos.
Por la influencia del narcotráfico, por su presencia en la política, y por su forma de sonsacar candidaturas en todos los partidos, lo que corresponde es promover un acuerdo de limpieza en la campaña, para que los candidatos sospechosos de narcotráfico sean investigados y excluidos, si se comprobara su vínculo con esa mafia.
Y de paso, no dejemos dentro a los candidatos investigados, vinculados y fuertemente señalados como elementos corruptos, que se han aprovechado de posiciones públicas para enriquecerse, así como los que golpean mujeres, atacan niñas y las utilizan sexualmente, en violación a las leyes, para que tampoco obtengan posiciones candidateables en ninguna de las fuerzas políticas del país.