Funcionarios de alto nivel del gobierno recorrieron el país para dialogar con los ciudadanos sobre las labores oficiales y el trabajo que se realiza en procura de resolver grandes desafíos de los nuevos tiempos. A este ejercicio la Presidencia de la República le ha llamado el Gobierno en las Provincias.
El presidente iba camino a Ginebra, Suiza, a la asamblea de la Organización Mundial de la Salud, mientras ministros y directores generales se desplazaban por las regiones y provincias llevando el mensaje del presidente Luis Abinader y del gobierno. Unos funcionario se dedicaron, como se esperaba, a dar seguimiento y a tratar con la población de los asuntos que concernían a la provincia a la cual fueron enviados. Otros, que lucieron un tanto perdidos, confundieron el ejercicio con una especie de rendición de cuentas general del Gobierno, de carcáter nacional.
Una de las características de este gobierno ha sido que su vocero, casi único en la práctica ha sido el presidente de la República, Luis Abinader. Pese a la magnitud de la crisis de la pandemia y a pesar de la inflación generada por efecto del cierre de la economía y acentuada a consecuencia de la invasión a Ucrania, el funcionario más reclamado y más dispuesto a ofrecer su criterio y pensamiento ha sido el presidente Abinader. ¿Es esto positivo o un riesgo innecesario para un gobernante? Es una interrogante que necesariamente surge desde un costado político.
Hay que reconocer que no es tarea fácil la de enfrentarse a diario con los periodistas, reclamando respuestas sobre los temas más variados y complejos. En el gobierno pasado el presidente Danilo Medina hablaba poco. Hacía las denominadas "visitas sorpresa", que en realidad obedecían a una programación concebida por los estrategas del gobierno. A esos encuentros de Medina con ciudadanos elegidos de comunidades rurales no se permitía el acceso de los periodistas. Quien hablaba, y en raras veces, era el ministro de la presidencia Gustavo Montalvo.
Por alguna razón desde el litoral gubernamental se ha sentido la necesidad de volver a "conectar" con las personas despues de las elecciones.
En el presente gobierno, el ministro de la Presidencia, Lisandro Macarrulla, habla poco, pero el presidente Abinader suple ese déficit con su presencia en una agenda hiperactiva y su disposición para no evadir las preguntas de los periodistas.
Eso ha provocado que los ministros, directores generales y demás ejecutivos se acomoden a no estar presente en los medios de comunicación, y cuando responden a algunas preguntas de periodistas lo hacen de manera parca. En resumen, tenemos un gobierno con una cabeza que habla, pero no da abasto para tanto, y un cuerpo ministerial parco, casi mudo.
Por otro lado, el que se supone es el brazo político del gobierno, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), ha estado más que ausente del escenario de los debates políticos. Ni siquiera responde de manera coordinada y coherente a los ataques de la oposición contra su gobierno.
En estas circunstancia, se podría considerar un ensayo a positivo la directriz del presidente para que los ministros y directores generales visitaran las provincias para dialogar con las personas, dar seguimiento al trabajo gubernamental y escuchar las quejas y reclamos de los ciudadanos.
El más enérgico y potente de los pedidos, al momento de la salida, fue el de terminar con la tanda de apagones en todo el país. Los otros reclamos van de la mano con las quejas cotidianas: Empleos para las personas sin oportunidades, reforma policial para mayor seguridad ciudadana, acueductos para aportar agua potable a comunidades desamparadas, acceso a energía eléctrica en lugar apartados de los centros urbanos, centros de salud, donde los hospitales están muy lejos, carreteras y caminos vecinales en lugares donde los productores tienen que recurrir a recuas para transportar los productos del campo.
La logística fue establecida con una coordinación desde el Palacio Nacional, encabezada por la vicepresidenta de la República, Raquel Peña, quien estaba acompañada por el ministro de Obras Públicas y el ministro de la presidencia. Varios funcionarios, como el ministro de Turismo y el Director de Aduanas, se quedaron en contactos con barrios y comunidades del Gran Santo Domingo. La comunicación telefónica permitía transmitir respuestas rápidas a los reclamantes.
Se puede decir que este fue un ejercicio de intento de cercanía con la ciudadanía. Por alguna razón desde el litoral gubernamental se ha sentido la necesidad de volver a "conectar" con las personas despues de las elecciones. Han pasado 18 meses de la instalación de este gobierno. Algunos funcionarios se olvidan de ese contacto, de esos vínculos, se acomodan a los cargos y a las oficinas con aire acondicionado, y pierden la perspectiva, pierden hasta el razonamiento. El poder los ciega. No es la primera ocasión que ocurre, hay muchas historias similares en diversos gobiernos. Frescas están las palabras del expresidente Medina, quien tras la derrota del PLD, recriminó a sus compañeros de partido porque se habían olvidado de la población.
Una de las tachas del presente gobierno es que a los funcionarios se les identifica como del sector empresarial. Que es un gobierno de los ricos, de los "popis". Se les acusa de estar mirando más y atendiendo mejor los reclamos de los ricos que los de los pobres. Hasta los propios dirigentes del PRM lo dicen abiertamente. Se podría inferir que eso es algo a corregir y que el presidente deberá emplearse más a fondo para resolver esa gran disyuntiva.
El próximo paso será sacar balance. Conocer los resultados. Las satisfacciones de los consultados con las respuestas recibidas. O si sólo fue un ejercicio para bajar la tensión y esperar que los ánimos opositores se apacigüen un poco. El programa de gobierno del PRM está ahí y son muchas las promesas que se hicieron. Ese es un primer balance que tendrá que hacerse al cumplirse los dos años de esta administración. Por lo menos en el presidente se nota el interés por cumplir con lo prometido a la ciudadanía. Después de todo es su administración, no la de los ministros, que por cierto, por más poder que tengan, deberán tratar de asumir el compromiso que hicieron con el presidente que los designó. Esa es la virtud de este ejercicio de contacto que, pensamos que a manera de ensayo, se echó a andar este fin de semana.