El embarazo en adolescentes sigue siendo un gran reto para el desarrollo de la sociedad dominicana.
La próxima semana varias instituciones se proponen lanzar un programa de reducción de embarazos en adolescentes. Las han denominado “herramientas públicas para la prevención de las uniones tempranas en el país”.
Celebramos que así sea y que el Gabinete de Niñez y Adolescencia, que preside la primera dama Raquel Arbaje, Unicef, Conani, el Ministerio de Educación y el programa Supérate, puedan encontrar la forma de evitar esta tragedia.
Desde hace algún tiempo el Minerd, a través de su Dirección de Orientación y Psicología, comenzó a impulsar acciones para evitar las uniones tempranas y garantizar el bienestar de niños, niñas y adolescentes.
En años anteriores ha habido otros planes, y los seguirá habiendo. Incluso en esta administración no es descartable que se originen nuevos proyectos para mejorar la educación, pero ninguno tendría el éxito esperado si no se rompe con la negativa de la educación sexual integral en las escuelas.
Las iglesias y los conservadores siguen controlando al gobierno y a la educación, y con ese control, impiden que se ponga en marcha la educación sexual integral, única y comprobada vía para reducir de forma significativa los embarazos en adolescentes.
Todo cuanto se intente, con instrucción moral y ética, con valores cristianos, con criterios de evangelizar a los jóvenes, es pura fantasía. Eso no funciona con la juventud de este tiempo, y menos con las vías que encuentran y tienen abiertas niñas, niños y adolescentes para entretenerse y compartir y recibir información de todo tipo.
Para que tengan una idea de la magnitud del problema, es bueno revisar los siguientes datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, reunidos a partir de informaciones del Ministerio de Salud Pública sobre la cantidad y los porcentajes por año de embarazos en adolescentes:
En 2018 hubo 29,192 adolescentes embarazadas, eso representaba un 21.52 por ciento.
En el 2019 hubo 32,061 adolescentes embarazadas, para un 24.04 por ciento.
En el 2020 hubo 27,597 adolescentes embarazadas, lo que representó un 22.46 por ciento.
En el 2021 hubo 27,476 adolescentes embarazadas, lo que representó 21.24 por ciento, y
En el 2022 hubo 25,461 adolescentes embarazadas, lo que representa un 19.74 por ciento.
Estos números son muy altos. Los países admiten y registran, en condiciones normales, un 4 y un 5 por ciento de embarazos en adolescentes. En nuestro país los números absolutos representan una epidemia terrible, que induce a la repetición de la miseria, al abandono de los estudios, a la consolidación del círculo de la pobreza.
Hay que utilizar la escuela como vehículo de transmisión de conocimientos, a través de la educación sexual integral. Perdamos el miedo a los virtuosismos religiosos, hagamos el esfuerzo y plantemos nuestros pies en la realidad: los jóvenes y adolescentes tienen sexo, se embarazan, abortan (si tienen los medios económicos) y se educan sexualmente de la peor manera: por los amiguitos y la pornografía.