El presidente Luis Abinader afirmó la pasada semana que su gobierno prepara a la República Dominicana para que no sea necesaria la importación de mano de obra extranjera, y que se pondrá en marcha un amplio programa de mecanización para prescindir, tanto como sea posible, de la mano de obra extranjera.

"Pero tenemos que consensuar, como es el espíritu y la naturaleza de este Gobierno, tenemos que consensuar con ustedes para ir traspasando toda esa construcción que todavía hay muchos casos artesanales, pasándola a mecanizarla", dijo el presidente Luis Abinader.

Incluso el presidente agregó que la mano de obra extranjera tiene los días contados en República Dominicana. Esa mano de obra tiene más de 100 años siendo utilizada fundamentalmente por el Estado, también por el sector privado en la parte de la industria azucarera, pero que con el paso de los años ha ido ganando espacios y entrando en otras áreas, como los servicios, la construcción, la artesanía, el turismo.

"Yo les puedo decir aquí como presidente de la República, por todas las informaciones que tenemos, que ese proyecto es un objetivo de interés nacional para nuestro país. Por lo tanto, le pido a ACOPROVI que nos pongamos una meta y antes de fin de año tener un Plan Nacional de Consenso para ir en un proceso gradual, en un periodo de tres a cuatro años nosotros ir reduciendo y disminuyendo a su mínima expresión la mano de obra extranjera”.

Ese plan anunciado por el presidente requerirá mucho más tiempo. Los sectores productivos no podrán prescindir de la mano de obra extranjera, porque con esa mano de obra es que somos parcialmente competitivos. Es una mano de obra sin sindicalización, sin seguridad social, sin derecho a movilizarse ni a reclamar mejores condiciones laborales. El dato preciso no lo tenemos, pero esa mano de obra de la que habla el presidente estaría aportando un 10 o un 12 por ciento del Producto Interno Bruto de la República Dominicana.

Nuestro caso, sin embargo, no es tan grave, como parece serlo el de la ciudad de Nueva York, que se declaró en estado de emergencia por la llegada de más de 100 mil migrantes con solicitudes de asilo.

Italia, España, Alemania, Francia tienen serios problemas migratorios, especialmente de ciudadanos africanos de diferentes países, envueltos en serias crisis, en guerras, y que expulsan migrantes en condiciones precarias, no como los casi dos millones de dominicanos que han adoptado el Estado de Nueva York como su espacio propio, y donde han alcanzado incluso un senador y varias posiciones políticas de relevancia.

La presión migratoria afecta los servicios de salud, los servicios de educación, el transporte público, y genera un tipo de comportamiento que no es propio de los lugares donde llegan los migrantes. Migrantes centroamericanos pasan por Guatemala, llegan a México y aspiran a cruzar la frontera con los Estados Unidos. El vocero más distinguido que tienen los migrantes en todo el mundo, es el papa Francisco, que sigue insistiendo en la necesidad de construir puentes que comuniquen y no muros que separen.

A la República Dominicana le ha convenido bastante la migración hacia Estados Unidos y países europeos. Las remesas, por ejemplo, llegan cada año a los 10 mil millones de dólares, más o menos la misma cantidad de recursos que nos ingresa por el turismo, una industria que ha estado en crecimiento, y que debemos cuidar, especialmente con nuestras políticas de justicia y transparencia.

Si el país adoptará una política de expulsión de mano de obra extranjera, que de hecho está en ejecución ya, habría que pensar más globalmente, asumiendo también a los dominicanos que han emigrado y que nos ayudan en nuestro sostenimiento económico. El gobierno está construyendo un muro en la frontera con Haití, del mismo modo que el gobierno de los Estados Unidos continúa con el muro que inició Donald Trump en la frontera con México. Esos temas se incluyen en el balance que se hace de nuestras políticas, y tienen peso en las conclusiones que sacan los organismos multilaterales y bilaterales en sus relaciones con la República Dominicana.

Vale la pena que el Plan Nacional que el presidente ha pedido consensuar para reducir la artesanía en la industria y en la construcción, y por tanto haya necesidad de menos migrantes extranjeros, contemple de forma integral la cuestión migratoria, y tome en cuenta a los migrantes ya establecidos, incluso nacionalizados, e inculturados como dominicanos en todo el proceso que han vivido a lo largo de 100 años. Recordemos que fue hasta 1982 cuando el gobierno estuvo contratando mano de obra haitiana, por vía del ministerio de Trabajo.