Ha llegado nuevamente la navidad. Este sábado 23 es el preámbulo de esa tradicional y hermosa fiesta de la hermandad, que conmemora el nacimiento de Jesús y con él el surgimiento de la era cristiana, hace más de dos mil año.

La navidad resulta siempre un encuentro de buenos deseos, de reencontrarse con los que han estado ausentes, de revisar lo que nos ha traído y llevado el año que concluye, y de cerrar procesos o retomar fuerzas para avanzar en proyectos de prosperidad, buenos augurios y mejores intenciones.

El mundo en que nos ha tocado cerrar el 2023 no puede dejar de mirar este momento, de alegría y fiestas, de cenas y choques de copas, los 20 mil muertos palestinos en la Franja de Gaza, ni puede olvidar a los más de mil israelíes asesinados el 7 de octubre, o los 260 secuestrados y luego utilizados como carnada para negociaciones entre Hamás y el gobierno de Benjamín Netanyahu.

Este año nos mantuvo atentos también a la invasión rusa en Ucrania, donde además de muerte y destrucción, se ha sembrado incertidumbre, dolor, angustia, y millones de familias tambaleantes, en procesos migratorios internos, en búsqueda de protección y seguridad, sin que se haya abierto una negociación que ponga fin a tanto dolor y lágrimas. En esas personas debemos pensar al momento de orar y solicitar paz y fraternidad para ellos.

Pongamos atención en las víctimas de los agresores y asesinos furtivos, que se disponen a terminar con las vidas de otros porque las suyas han sido afectadas por circunstancias o disgustos. Como ha ocurrido esta semana en Praga, capital de la República Checa, en donde un individuo ha terminado con la vida de 14 personas en la facultad de filosofía de la Universidad Carolina.

Estados Unidos y Europa también han sido víctimas de situaciones parecidas. En octubre pasado, por poner un ejemplo, un pistolero asesinó a 18 personas en Maine, y dejó a 14 heridas.

Terribles crisis migratorias han ocurrido en Africa y en América Latina. En Africa hubo además golpes de Estado, y crisis políticas profundas que han afectado especialmente a personas no vinculadas con los conflictos políticos o regionales. En América Latina la crisis migratoria afecta a países de Centroamérica y México, con miles de ciudadanos exponiendo sus vidas para entrar en los Estados Unidos, en donde se adoptan cada vez leyes más duras contra las migraciones.

Canadá tuvo este año el incendio forestal más grande de todo su historia. El humo afectó el territorio de Estados Unidos y Canadá tuvo que solicitar auxilio de bomberos forestales de diferentes países, incluidos numerosos especialistas de la República Dominicana.

En nuestro país tuvimos varias crisis. Una explosión de una fábrica de plástico en agosto, en San Cristóbal, que dejó un saldo de 37 personas fallecidas. También tuvimos una epidemia de accidentes automovilísticos que cegaron la vida de cientos de personas, entre ellos un terrible caso en noviembre en San Cristóbal, en que 13 personas perdieron la vida en un autobús del transporte interurbano colisionado por una patana.

O las lluvias torrenciales del 18 de noviembre, que provocaron la muerte de 18 personas y cuantiosos daños en la agricultura y algunas infraestructuras viales, puentes y calles.

Por todos los afectados y sufridos en estos acontecimientos trágicos del 2023 debemos unirnos en este momento de celebración de la vida de Jesús, en estas navidades, para que tengan sosiego sus familias y retornen a la tranquilidad los que se encuentran bajo las llamas o las bombas o azotados por la incomprensión y la disidencia política, o los que siguen en riesgos por sucesos atmosféricos o naturales.