Los migrantes son personas que requieren y necesitan apoyo. El que decide salir de su país, y buscar albergue en otro lugar distinto del de su nacimiento, sufre un desarraigo, casi siempre doloroso, tal como una herida espiritual.
Millones de dominicanos han vivido esa experiencia, y la siguen sufriendo. Muchos salen en embarcaciones peligrosas, destartaladas, a riesgo de que los traficantes los lancen al mar, y otros salen en vuelos de aerolíneas, con cierta seguridad en su trayecto, pero con el alma rota, porque dejan a sus familiares, sus pequeños bienes, sus relaciones y amigos, pero necesitan mejorar sus condiciones de vida, o tener algo de seguridad.
En el pasado tuvimos miles de dominicanos exiliados de la dictadura trujillista, de la dictadura de los 12 años de Balaguer. Gente que se negó a morir en manos de bandoleros respaldados por el poder, o en las cárceles. Hubo dominicanos que murieron asesinados en el exilio. Francis Caamaño decidió representar un ideal de dominicanidad y vino con un pequeño grupo de hombres valientes, a enfrentar un ejército entrenado. Y murió fusilado.
El papa Francisco, como líder de más de 1,200 millones de cristianos católicos ha dicho con clarividencia que "hay quienes trabajan sistemáticamente y con todos los medios para rechazar a los migrantes…Y esto, cuando se hace con conciencia y responsabilidad, es un pecado grave”.
Hoy día hay en el mundo 281 millones de personas migrantes, entre los que hay dominicanos, haitianos, africanos, asiáticos, caribeños.
Esa frase, pronunciada en una audiencia general en El Vaticano, refleja la idea de la Iglesia y del papa Francisco, de abrir más fuentes de solidaridad con los migrantes, además de una "gobernanza global de la migración basada en la justicia, la fraternidad y la solidaridad”.
Pero lo que ha dicho el Papa no solamente es un mensaje para los cristianos, sino también para el mundo. Hoy día hay en el mundo 281 millones de personas migrantes, entre los que hay dominicanos, haitianos, africanos, asiáticos, caribeños.
El discurso de odio que en la actualidad se extiende por todo el mundo conlleva un riesgo para quienes defienden los derechos de los más vulnerables, y los migrantes se encuentran entre los grupos humanos más vulnerables, más expuestos a la violación de derechos, a la violencia, al desprecio y a la discriminación.
Y el mensaje del Papa tiene base bíblica, pues en Mateo, cuando se habla de la búsqueda de la justicia, y se es atacado por ello, se expresa la siguiente sentencia:
“Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mateo 5:11-12).
La idea de defender la justicia y alegrarse cuando sean perseguidos por ello aparece nuevamente en el Evangelio de Mateo, en las Bienaventuranzas:
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”(Mateo 5:6).
Y se reitera de este modo:
“Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.” (Mateo 5:10).