Como líder del cristianismo católico en todo el mundo, el papa Francisco ha hecho bien en hacer un llamado a los gobiernos, gobernantes y Estados de todo el mundo a respetar la dignidad de las personas, sin importar su condición de migrantes, porque como seres humanos merecen el respeto que los valores sociales, culturales y políticos les reservan a los ciudadanos del mundo, sin distinción de banderas, fronteras, religiones o grupos étnicos a los que pertenezcan.
Francisco es un líder cristiano con un buen respeto, con altísimo carisma y bondades humanísticas que todo ser humano razonable le reconoce. Sus encíclicas y documentos doctrinales reafirman su esperanza en un Dios que fue migrante, perseguido, desterrado y cercano a los migrantes.
En un reciente discurso, el papa Francisco ha dicho que la figura de Jesucristo, quien vivió en carne propia la experiencia del exilio, nos enseña la importancia de acoger, proteger y valorar a cada ser humano, sin importar su estatus migratorio.
El papa ha sido reiterativo en ese concepto, y con ello no traiciona su fe ni su convencimiento de que la naturaleza humana debe ser receptivo, condescendiente, y está en el deber de acoger al desvalido, fue de los factores políticos, ideológicos, económicos, religiosos o culturales.
La nota que recoge las declaraciones del papa dice que el papa fue contundente defendiendo su criterio, de que las deportaciones masivas de migrantes son inhumanas o ofenden a Dios.
“El Papa condena con firmeza las deportaciones masivas, señalando que estas políticas, aunque justificadas en términos de seguridad nacional, vulneran la dignidad de quienes huyen de la pobreza, la violencia y la persecución”, dice la nota periodística.
"Lo que se construye a base de fuerza y no desde la verdad sobre la dignidad igual de todos los seres humanos, mal comienza y mal terminará”, dijo el papa Francisco en alusión a los métodos utilizados por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y quien ya se negó a tener compasión con los migrantes a deportar y con la comunidad LGTBI, como le solicitó la obispa de la Iglesia Anglicana Mariann Edgar Budde.
El gobierno de Trump no tiene jurisdicción ni autoridad para evitar que el papa Francisco hablé de estos temas. Puede Insultarlo, como acaba de hacer su gobierno, pero no puede mancillar el derecho del papa a reclamar respeto a la dignidad humana.
En un mensaje directo a los obispos católicos de los Estados Unidos, el papa Francisco les exhortó a seguir defendiendo la dignidad de los migrantes. Y lo hizo con estas palabras:
“Exhorto a todos los fieles de la Iglesia católica, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados. Con caridad y claridad todos estamos llamados a vivir en solidaridad y fraternidad, a construir puentes que nos acerquen cada vez más, a evitar muros de ignominia, y a aprender a dar la vida como Jesucristo la ofrendó, para la salvación de todos”.
En zar de la frontera de los Estados Unidos, Tom Homan, ha respondido al papa desde la Casa Blanca, con enfado y con una desconsideración a Francisco:
"Quiero que se centre en la iglesia católica y arregle eso y nos deje a nosotros la vigilancia fronteriza…¿Quiere atacarnos porque garantizamos la seguridad de nuestras fronteras? Hay un muro alrededor del Vaticano ¿verdad? No podemos tener un muro alrededor de Estados Unidos", dijo con evidente molestia.
El papa Francisco tiene la razón y no hay otra alternativa, para todos los gobiernos y presidentes, en cualquier lugar del planeta, que no sea respetar la dignidad humana de los migrantes. En palabras del papa:
“Pidamos a la Santísima Virgen María de Guadalupe que proteja a las personas y a las familias que viven con temor o con dolor la migración y/o la deportación. Que la “Virgen morena”, que supo reconciliar a los pueblos cuando estaban enemistados, nos conceda a todos reencontrarnos como hermanos, al interior de su abrazo, y dar así un paso adelante en la construcción de una sociedad más fraterna, incluyente y respetuosa de la dignidad de todos”.