Han pasado dos semanas del cierre de las fronteras marítimas, aéreas y terrestres entre República Dominicana y Haití.

En la capital de República Dominicana todo sigue igual, con excepción de los haitianos que trabajaban en diversas actividades de construcción, servicios y tareas diferentes, que decidieron marcharse del país, temiendo una ofensiva de los inspectores de la Dirección General de Migración, o por miedo a que grupos violentos actúen en su contra.

Sin embargo, en la región fronteriza, alrededor de 380 kilómetros, la situación es muy diferente. Se han reducido al mínimo las actividades productivas, no hay intercambio comercial, ni los haitianos se nutren de los productos dominicanos ni los dominicanos venden mercancías al mercado cautivo de los haitianos.

Las zona francas del norte, Caracol y Codevi, cerraron sus actividades por falta de materia prima y porque los furgones de productos no pueden exportarse. Retenidos quedaron más de 200 furgones con productos de empresas como la canadiense Gildan, la surcoreana The Will-Bes Dominicana, las norteamericanas Hanes Brands, Dominican Knuts Textile, MAS Arcoíris, Hilos A&E, cartoneras como J&J, Cartonera Hued, Cartoneras del Caribe, y empresas de etiquetas como SML y Fonotex, entre otras. Ya no les llega materia prima para seguir trabajando, esa es la realidad.

La otra cuestión a tomar en cuenta es que el futuro puerto de Manzanillo, en Montecristi, desde antes de comenzar estaría sufriendo las consecuencias del cierre de la frontera, y si continuamos con una decisión como esta podría anularse el efecto que tendría su apertura.

Otras marcas que tienen productos retenidos son Jockey, Next Level, PVH (Tommy Hilfiger, Calvin Klein), GAP, SanMar, Victoria Secret, Fabritecs, New Era entre otras. Los empleos que se han suspendido son miles en Haití, y en Santiago, Dajabón, Montecristi, igualmente son otros miles. En ambos lados serían mas de 200 mil personas con empleos indirectos que han perdido su sustento. En todo Haití no quedan más que 39 empleos de zonas francas, por lo que Codevi estaría empleado el 50 por ciento de los empleos totales de ZF en Haití.

Haití se ha beneficiado ampliamente de la ley HOPE HELP, de los Estados Unidos, que permite a los haitianos exportar productos producidos en su tierra sin costos impositivos. Es una gran ventaja para Haití y es un estímulo a la economía haitiana. El cierre de la frontera podría representar un riesgo para la aprobación de la legislación HOPE HELP en el Congreso norteamericano.

Muchas empresas dominicanas destinan aproximadamente un 15-20 por ciento de su producción al mercado haitiano, aunque no estén ubicadas en la frontera, y sufren las consecuencias del cierre. Entre ellas se encuentran Induveca, César Iglesias, Molinos Modernos, La Fabril, Bocel, las fábricas de cementos y de varillas. Sobre esto el Banco Central hizo un estudio y determinó que el mercado haitiano representa unos 1,500 millones de dólares a los productores dominicanos, 1000 millones formales y 500 millones informales. También habría que incluir a las empresas de impresión, de plástico y foam, que igualmente tienen como cliente al mercado haitiano.

Es cierto que la economía no puede determinar un asunto de soberanía, como lo ha dicho el presidente, pero la realidad es que en Haití los seres humanos que más están sufriendo este cierre son personas humildes, pobres, empleados de la zona franca, que no son de los promotores del canal sobre el río Dajabón. La hambruna está cercenando la posibilidad de sobrevivencia de esas personas.

Hacemos un llamado al presidente Luis Abinader para que lo piense, lo reflexione, y permita que se abra la frontera con Dajabón, por razones humanitarias, por un día a la semana, y que las personas haitianas tengan acceso a los productos dominicanos, y que los productores dominicanos hagan este intercambio comercial. Sería solo un día por semana, hasta que finalmente se pueda recobrar la normalidad, mientras se fortalezca la presencia militar internacional y el primer ministro Ariel Henry fortalezca su mandato.

No es una debilidad de República Dominicana ni de su gobierno, si esto se hiciera, sería una flexibilización que mostraría su humanidad y sentido de responsabilidad con personas de la base de la sociedad, de aquí y de allá, que redundaría en beneficio de la imagen del presidente y del gobierno, así como de República Dominicana.

Ojalá que el presidente escuche y atienda esta petición.