Jorge Sahd K., Director del Centro de Estudios Internacionales (CEIUC) y Coeditor del informe sobre Riesgo Político, y Daniel Zovatto, Investigador senior CEIUC, y Coeditor del último informe sobre Riesgo Político, de esa entidad han dado a conocer su último estudio para los riesgos políticos de América Latina.
Es un documento de gran valor, que merece la pena su análisis y conocimiento. Son muchos los factores en juego, y en particular la posibilidad de que la fuerza militar y la violencia sustituyan en la región los pactos y alianzas políticas que nos han permitido el relativo desarrollo que se ha alcanzado en los últimos 20 años.
En la presentación de su informe, Jorge Sahd y Daniel Zovatto describen los serios riesgos e incertidumbres a los que entra América Latina con la re-entrada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, a partir de la próxima semana.
Aquí dejamos algunas de las reflexiones de los autores del estudio sobre riesgos políticos de la región:
2025: Un año decisivo para América Latina en medio de la incertidumbre global que genera el regreso de Trump
El Índice de Riesgo Político de América Latina celebra su quinto año, consolidándose como una herramienta esencial para los tomadores de decisiones en los sectores público y privado. A lo largo de este periodo, ha logrado identificar con precisión los principales riesgos políticos que impactan a la región, generando tanto oportunidades como desafíos para el clima de negocios y las inversiones, al tiempo que pone a prueba la gobernabilidad.
El año 2025 se perfila como un período marcado por la complejidad, volatilidad e incertidumbre, en un contexto geopolítico global en plena transformación. Vivimos una época de cambio profundo. El mundo enfrenta un panorama con barreras cada vez más bajas para los conflictos, donde el derecho internacional es frecuentemente ignorado, los organismos multilaterales han quedado relegados al rol de meros espectadores, la carrera armamentista avanza sin control, y el desarrollo nuclear opera bajo mínimas restricciones.
Se trata de un orden global que se aleja de los principios basados en reglas y avanza hacia una dinámica regida por la fuerza. Para algunos analistas, estamos ante el período más peligroso desde el final de la Guerra Fría; para otros, incluso desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial.
El regreso de Donald Trump añade un nivel adicional de complejidad e imprevisibilidad. Sus políticas podrían generar repercusiones significativas en áreas como el comercio, la migración, la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y la gobernanza tanto global como regional. En este panorama, surgen preguntas clave:
- ¿Cómo reaccionará el mundo frente a un Trump que promete un fuerte proteccionismo comercial?
- ¿Qué implicancias geopolíticas tendrá una política exterior estadounidense que prioriza un enfoque transaccional por sobre las alianzas estratégicas?
- ¿Cómo afectarán estas tendencias la gobernanza global, la lucha contra el cambio climático, el control de la inteligencia artificial o el riesgo de proliferación nuclear?
- ¿Qué pasará con los principales conflictos actuales, como el de Ucrania y Rusia o el de Palestina e Israel, e incluso con la crisis venezolana?
- ¿Qué nuevos conflictos podrían emerger este año?
La suma de todas estas interrogantes reflejan la incertidumbre de un liderazgo mundial fragmentado y polarizado, así como el punto de inflexión histórico en el que nos encontramos. Los pilares que parecían inquebrantables —la democracia, el comercio y la globalización bajo el liderazgo transatlántico— hoy enfrentan retos mayúsculos, mientras el centro de gravedad del poder mundial se desplaza rápidamente hacia el Pacífico. Al mismo tiempo, estos acontecimientos evidencian los enormes desafíos que enfrenta el multilateralismo para seguir siendo relevante y eficaz, mostrando signos de agotamiento y debilidad.
En América Latina, las divisiones internas entre países, exacerbadas por tensiones personales entre los mandatarios, subrayan la urgente necesidad de un liderazgo renovado y comprometido, capaz de enfrentar las amenazas y aprovechar las oportunidades de esta nueva etapa. Por su parte, el panorama de 2025 estará marcado por diversos eventos clave, entre ellos: una intensa agenda electoral, el impacto de la política exterior y comercial de Estados Unidos, la creciente influencia de China, la tensión entre resiliencia y deterioro democrático incluida la grave crisis venezolana, la elección de un nuevo Secretario General de la OEA, la X Cumbre Iberoamericana en República Dominicana y la COP30 en Brasil.
Si 2024 fue un año de sorpresas, 2025 podría resultar aún más impredecible. Por ello, el escenario latinoamericano, enmarcado en una dinámica global cada vez más compleja, exige atención renovada y estrategias concertadas que permitan navegar con éxito en esta nueva era de incertidumbre, proteccionismo comercial y turbulencia geopolítica.