Las fronteras físicas, aérea y marítima entre Haití y la República Dominicana están cerradas por disposición del presidente Luis Abinader.

Preventivamente, el gobierno dominicano ha desplazado equipos y personal militar más allá del que comúnmente cuida las fronteras físicas, especialmente en la parte norte de la República Dominicana y Haití.

El gobierno haitiano emitió un comunicado reclamando su derecho de soberanía sobre las aguas del río Masacre y el derecho de los haitianos de utilizar esas aguas, como lo hace la República Dominicana.

Eso significa un cambio: El gobierno de Ariel Henry no estaba de acuerdo con la construcción de un canal de desvío de las aguas del Masacre, y así se lo había comunicado al gobierno dominicano, pero ahora sí favorece la construcción del canal y lo acaba de expresar públicamente.

Podemos decir, entonces, que la reacción del gobierno haitiano ante la exigencia de discontinuar la construcción del canal de desagüe del río Masacre, es respaldar a sus campesinos y ex senadores que quieren usar esas aguas para irrigación de sus tierras.

Las conversaciones entre delegaciones haitianas y dominicanas en la cancillería nuestra en Santo Domingo, terminaron en un fracaso. El presidente Abinader anunció al mediodía del jueves, cuando aún estaban abiertas las conversaciones, que disponía el cierre de las fronteras marítimas, aéreas y físicas la mañana del viernes.

No es posible pensar en un choque violento entre los dos países.

La delegación haitiana no pudo retornar por la vía terrestre a Puerto Príncipe a informar a su gobierno. Tuvo que ser enviada por Miami, debido al impedimento ya expedido por el gobierno dominicano.

El gobierno haitiano llamó al embajador dominicano en Puerto Príncipe, Faruk Miguel Castillo, a una reunión este viernes, para transmitir la posición del gobierno haitiano, de dar continuidad a la construcción del canal de desagüe del río Masacre, como ya lo habían iniciado los campesinos a instancias de ex senadores simpatizantes del ex gobernante Jovenel Moise.

Nuestra recomendación es llevar este diferendo por la vía diplomática. Haití tiene un pequeño ejército de 700 hombres, que carece de la capacidad de choque con cualquiera de las ramas militares dominicanas, e incluso con el número de militares desplegado en la frontera, sobre los 13 a 15 mil hombres, bien armados y bien equipados.

No es posible pensar en un choque violento entre los dos países.

Están suspendidos los visados de haitianos, del mismo modo que está interrumpido el intercambio comercial de la frontera. El diálogo es lo único que jamás debe cesar entre las autoridades haitianas y dominicanas.

Hemos insistido en que la represalia contra los haitianos que viven y trabajan en República Dominicana es un desatino, y un acto sancionable desde cualquier punto de vista. También las agresiones contra ciudadanos dominicanos que viven y trabajan en Haití es sancionable e irracional. En ambos casos se trata de ciudadanos que nada tienen que ver con las diferencias entre los dos gobiernos por el uso del agua del río Masacre.

Por nuestro lado, repetimos al presidente Luis Abinader nuestro llamado a la cordura y a la prudencia. Manejar los canales diplomáticos es lo más adecuado y lo más recomendable.

El publicita Mario Dávalos Perdomo ha publicado un mensaje que nos parece lúcido y certero en este momento:

Señor Presidente @luisabinader

El conflicto con Haití se ha convertido en crisis. La tiene usted difícil y no quisiera estar en sus zapatos. Busque gente especialista en gestión de conflictos y mantenga alejados a los asesores electorales. La posiciones se van radicalizando. Los actores se van atrincherando. Negocie intereses, no posiciones. No es tiempo de partidismos. Todos los sectores debemos apoyarlo en la resolución de este conflicto. La presión es una herramienta, pero no es la única, y frente a actores que no tienen más nada que perder, puede funcionar como un radicalizador. Hay quienes desean sangre y violencia, porque llevan tanto anunciándola, que ahora necesitan decir “se los dije”. Esos son los más peligrosos, porque no quieren soluciones, quieren tener razón. No los escuche. La gestión de esta crisis será parte de su legado.