En la República Dominicana se celebra el último domingo de mayo el Día de las Madres.
Es un reconocimiento a las mujeres que han sido madres y que han tenido la experiencia extraordinaria, no solo de un embarazo y un parto, sino el compromiso de procrear y educar a sus hijos, acompañadas de sus parejas o no, y que han superado todos los obstáculos, legales, morales, que la sociedad ha impuesto para impedir el protagonismo de las mujeres.
En la medida en que las sociedades han ido eliminando obstáculos a las mujeres (trabajo, educación, acceso a la salud, participación social y política) han demostrado su extraordinaria capacidad y resiliencia y las virtudes que les adornan en la persistencia, la honradez, la entrega, el compromiso -sin nada que envidiarles a los hombres y generalmente por encima de las virtudes de los hombres- y puesto en evidencia que no solo procrean, educan, acompañan, sino que tienen capacidad para dirigir la casa, la escuela, la universidad, la institución estatal, el Congreso, la Justicia y el Palacio Nacional.
Las madres, las mujeres, las que ejercieron el derecho de procrear y las que no, las que nos educaron y ayudaron a los hombres que parieron a encontrar el camino de la prosperidad y el progreso, esperan ser liberadas de todas las trabas que históricamente les han impuestos las iglesias, los partidos, los congresos y todas las instancias políticas, casi siempre disponiendo que no tienen derecho al voto, derecho al sacerdocio, derecho a decidir sobre un embarazo en determinadas circunstancias, incluyendo la de preservar su propia vida.
Celebremos el Día de las Madres con la admisión de que por ser mujeres no tienen que ser limitadas. Las mujeres son seres humanos, sensibles y poderosos, con virtudes, ventajas, vivencias y capacidades, además de inteligencia superior.
Hoy son científicas, astronautas, profesionales en todas las ramas del saber, pese a los obstáculos que aún se mantienen en muchos países. Hay países donde ni siquiera se les admite en escuelas y universidades.
Para este día, más que con regalos y flores, debemos honrar a las madres reconociendo los derechos de las mujeres. Su derecho a decidir, su derecho a decir sí o no en cualquier circunstancia, sin que necesiten el pie de amigo de los varones o las leyes que los varones han impuesto para limitar la capacidad y desarrollo de las mujeres.
Más que un día comercial, el de las madres debía ser el día del reconocimiento de que la sociedad machista que construimos durante siglos, debe cambiar sus cimientos, su cultura falocéntrica y abrir las puertas para que las mujeres decidan.