El asunto de las relaciones de República Dominicana con su vecino más cercano, Haití, siempre ha sido motivo de debate en el mundillo político. Más cuando se asiste a una campaña electoral.

En estos momentos cobra este tema un especial interés por dos razones:

En primer lugar porque Haití ha tocado fondo en su crisis crónica, que envuelve lo económico, lo social y lo político.

En segundo lugar porque hay sectores de la política dominicana que tienen en el asunto haitiano su única razón de existir como actores de la política. Los hay que hacen las peticiones y propuestas más absurdas, poniendo en evidencia su absoluta ignorancia sobre la diplomacia y la seguridad nacional de los países.

El presidente Luis Abinader ha sido más que claro, en el sentido de que no cambiará la política migratoria respecto a los haitianos que viven de manera indocumentada en la República Dominicana: continuarán las deportaciones de todos los que no demuestren que tienen residencia formal.

El gobernante dominicano también sido claro en su posición de no otorgar la condición de refugiados a los haitianos que entren en el territorio dominicano y que así lo soliciten.

Recientemente, Abinader dejó de nuevo sentada la posición del gobierno dominicano sobre este tema en una entrevista concedida a la BBC.

Ahora, ante una pregunta de un periodista, en la comparecencia de este lunes en La semanal, el presidente Abinader ha reiterado:

"Hace un año y medio recibimos llamadas de otras instituciones del Gobierno norteamericano, que no de la Casa Blanca, para esto (de los campos de refugiados). Les expresamos nuestra posición y no hubo más requerimientos", reveló.

Y repitió que mientras sea presidente no habrá "campos de refugiados" haitianos en la República Dominicana.

Más claro no se puede hablar.

La integridad del territorio dominicano está protegido, como nunca se había protegido. Casi todos los días los altos mandos militares supervisan personalmente la labor de los puestos de vigilancia en la frontera que divide a la República Dominicana de la República de Haití.

Pero este asunto seguirá en boca de algunos sectores políticos que quieren sacar provecho electoral, a falta de mejores estrategias para ganarse el favor de la ciudadanía y convertirlo en votos en las próximas elecciones.