Todo el mundo reconoce el efecto democratizador de las redes sociales, y su influencia en prácticamente todos los dispositivos móviles en operación.
En la República Dominicana un 84.8 por ciento de la población tiene acceso a Internet, y de ellos el 82.8% está vinculado a las redes sociales.
Todos los demás medios se encuentran por debajo de las redes sociales en influencia e impacto. La radio, por ejemplo, sólo tiene presencia en un 62.6% de la población, los periódicos en un 58.5%, el telecable en un 48.6%, la televisión en el 64.4%. Es decir, de todos los medios disponibles el de mayor presencia, impacto, influencia es el sistema de redes sociales a través de dispositivos móviles.
La plataforma con mayor número de usuarios en el país es YouTube, con 7.5 millones de suscriptores, y le sigue TikTok con 6.4 millones, seguida de Facebook, con 5.8 millones, Instagram con 4.6 millones, Spotify con 2.3 millones, Snapchat con 2.3 millones, X con 1.3 millones y LinkedIn con 1.8 millones.
Estas redes ofrecen todas las voces, todas las versiones, todos los puntos de vista, admiten cualquier contenido, y carecen de medios de verificación, como el que utilizan regularmente los medios establecidos.
Aunque las leyes dominicana que regulan los medios de comunicación se aplican a las redes, es muy complejo el panorama y los controles no se aplican ni haya sólidos antecedentes legales sobre sanciones por afectar la intimidad, la dignidad de las personas, el pudor público o el orden público.
Las redes son las principales portadoras de las noticias falsas, de las manipulaciones, de la simulación de voces y de los más vergonzosos actos e insultos, y se las considera formalmente “medios de comunicación social”.
Los generadores independientes de contenidos superan con creces los medios formales. De los mensajes que circulan en las redes el 90 por ciento son producidos por individuos no vinculados a una organización social ni periodística. Cada quien tiene su propia ventana, y allí se encuentran cómicos, profesionales, periodistas, mentirosos, políticos, manipuladores, desquiciados, sacerdotes, brujos, buhoneros, chefs, doctores, escaladores de montañas…y candidatos.
El efecto de las redes es muy variado. Hay múltiples voces, hay más democracia, para que todo el mundo se exprese, pero hay más incertidumbre, y en vez de mejorar el sistema informativo estamos limitadamente informados. Como ya predijo hace varios años Mario Vargas Llosa: "Y, sin embargo, aunque muy informados, estamos más desconectados y distanciados que antes de lo que ocurre en el mundo".
En los últimos días ha habido y sigue habiendo denuncias por los mensajes de manipulación y falsedades en las redes sociales, con el propósito de engañar o engatusar personas que acudirán al proceso electoral del domingo 19 de mayo.
Pocas cosas pueden hacer las autoridades electorales, incluyendo los miembros de la JCE y los miembros del Ministerio Público responsables de perseguir los delitos electorales.
Aquí hay que encomendarse al buen juicio de los ciudadanos, de los usuarios de las redes que buscan información racional y oportuna, para tener lo último de las elecciones. Esos usuarios tienen que conocer que no todo lo que circula en las redes es cierto, que muchos mensajes buscan distorsionar la vedad y simular mentiras para que parezcan ciertas. Es el gran desafío de este proceso electoral en la República Dominicana.