Pocas veces en la historia político de Estados Unidos se había tenido un caso interno, de un partido, que fuera tan relevante como ha sido la selección del presidente Joe Biden para renovar su candidatura a la repostulación por el Partido Demócrata. 

Dirigentes, simpatizantes, donantes, medios de comunicación se lanzaron en una campaña para convencer al presidente Biden de que no optara nuevamente, luego del penoso y precario desempeño que demostró en el primer debate con el ahora candidato republicano, Donald Trump, el pasado 27 de junio.

Finalmente, este domingo, Biden anunció su decisión de no postularse a la reelección. Esta decisión es bien recibida por una gran parte de los demócratas, y quienes le apoyaban que continuara guardan silencio, pero recibe el rechazo más absoluto y duro de los republicanos, y del propio Trump, que ahora entienden hay un cambio en su trayecto hacia la Casa Blanca.

Luego de descalificar de múltiples formas al presidente Biden, y de pedirle que entregue el poder desde ahora, Trump acaba de decir del presidente de los Estados Unidos lo siguiente: "El corrupto Joe Biden no era apto para postularse para presidente, y ciertamente no es apto para ocupar el cargo, ¡y nunca lo fue!”. Pero aspiraba a tenerlo como adversario en las elecciones del 5 de noviembre.

Muchas cosas podrían pasar entre este momento y el 5 de noviembre, cuando deben celebrarse las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.

El Partido Demócrata deberá escoger un candidato presidencial con características atractivas para los votantes de esa organización y para los independientes, muchos de los cuales tienen miedo al retorno de Trump al poder.

Trump, dándose como seguro ganador de la contienda, expresó promesas de actuaciones que cambiarían mucho a los Estados Unidos, tan pronto asumiera el 20 de enero de 2026, entre ellas acuerdo con Putin y Ucrania, con China y Taiwán, y deportaciones masivas de inmigrantes en los Estados Unidos, así como una especie de cerco protector de su país, y que los países europeos asuman la responsabilidad con el mantenimiento de la OTAN.

También anunció la construcción del muro en la frontera con México, y asumir una agenda económica que implicaría cambios impositivos importantes en especial para que los ricos paguen menos.

Luego de dar a conocer su carta de no continuación de su campaña presidencial, Biden anunció su respaldo a la vicepresidenta Kamala Harris, para que asuma la responsabilidad de la candidatura demócrata.

“Compañeros demócratas, he decidido no aceptar la nominación y concentrar todas mis energías en mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato. Mi primera decisión como candidato del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Hagámoslo”, escribió Biden en la red social X.

Inmediatamente Kamala comenzó a actuar en búsqueda del apoyo de los líderes demócratas, y Bill y Hilary Clinton la respaldaron de inmediato. Otros dirigentes también la apoyan. Obama tiene sus dudas, pero se conocen obligados a actuar con rapidez para que el tiempo de campaña sea intenso y respalde una postulación con vigor. Biden perdió mucho tiempo para renunciar, y hay quienes hoy sostienen que ya los vientos van muy inclinados hacia la candidatura republicana, y que no tendrán tiempo los adversarios para levantar vuelo. Otros dicen que Kamala es mujer, es negra e hija de inmigrantes, y que eso no la favorecería en la contienda.

El miedo a Trump podría operar en tres meses y medio que quedan para las elecciones, si los demócratas lograr hacer una campaña convincente, y si la unidad de todos se consolida alrededor de la candidatura que se escoja.

Se trata de un tema interno de los miembros del partido Demócrata, pero que mantiene en vilo a muchos países y lideres que, temiendo como le temen al temperamento de Donald Trump, creen que el imperio norteamericano podría estar en caída, con cualquiera que gane las elecciones de noviembre.