Hacer política no es una tarea fácil. Es muchas veces ingrato hacer política durante décadas, sin alcanzar resultados mínimos, que por lo menos indiquen que lo que has sembrado ha comenzado a dar sus frutos.
Durante la dictadura de Trujillo los políticos dominicanos tenían que ser del Partido Dominicano, trujillistas, o de lo contrario lanzarse al exilio a recabar adeptos y fondos para preparar asonadas que pusieran fin a la dictadura. Hubo varios intentos de expediciones armadas, pero todos fracasaron, pese a que el último fue la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, el 14 de junio de 1959, también fracasada, pero que contribuyó con la acción final que derrocó la dictadura.
Los izquierdistas dominicanos hicieron una laboriosa tarea de unificar hombres y mujeres para luchar desde fuera contra Trujillo y sus huestes. Otros entendían que el problema era más serio, porque había que trabajar dentro del territorio o Trujillo se quedaría para siempre.
En el exilio se formaron los partidos políticos dominicanos. En Cuba, como el Revolucionario Dominicano y el Movimiento Popular Dominicano; en Venezuela y en Estados Unidos se crearon otros, incluyendo el Partido Reformista que luego devino en Reformista Social Cristiano.
Pese a los más de 70 años de acción política, de sacrificios, de debates y jornadas sudorosas, con gran énfasis en la libertad y en las utopías progresistas, de estar presente en las jornadas electorales, las jornadas de luchas, huelgas nacionales, en el sindicalismo, en el campesino, en los clubes juveniles, en las organizaciones obreras, en cooperación con cristianos comprometidos, los izquierdistas dominicanos no han logrado alcanzar un senador o un diputado con votos propios. Tampoco un alcalde, y menos un presidente de la República.
Los izquierdistas han proclamado la necesidad de la revolución. Han hecho proclamas, han peleado entre sí, han conformado grupos electoralistas ocultando sus propios nombres, y han lanzado candidaturas propias y se han hecho manifiestos y buscado apoyos, y no consiguieron jamás una candidatura gananciosa.
Capacidad para los discursos la tienen de sobra. Lectura de literatura marxista la tuvieron siempre. Formación profesional no le ha faltado. Voluntad para el trabajo político nadie se la quita. Trabajaron en la clandestinidad, en la apertura democrática se dieron a conocer, se revelaron sus nombres y seudónimos y se insertaron como políticos tradicionales en la actividad electoral. Y no consiguieron ganar ninguna posición.
Para llegar al Congreso o a los ayuntamientos tuvieron que aliarse con los partidos de derecha. Y así vimos a González Espinosa en el Senado, a Fafa Taveras en la Cámara de Diputados, a Fidelio Despradel, Fidel Santana, y tantos otros que han ido a ocupar curules. En el ejercicio de las funciones legislativas o municipales ¿los izquierdistas han mostrado alguna gran diferencia con los derechistas? No.
Las historias que se están contando sobre los sacrificios, la entrega, el coraje, la valentía, el afán por la patria de los izquierdistas merecía alguna recompensa o reconocimiento de parte de la sociedad dominicana a tantas generaciones sacrificadas. Nada de recompensa electoral ha ocurrido. Los hijos de los izquierdistas no le representan en sus ideales, ni les han seguido. Ni los hijos de los que murieron asesinados ni los hijos de los que sobrevivieron. Son hijos de personas luchadoras, pero no han dado continuidad a la voluntad y afán de lucha de sus progenitores.
¿Qué fue lo que pasó con la izquierda de la República Dominicana?
No estamos haciendo un juicio condenatorio. Pero hay que reconocer que algo falló. Pudo haber sido la doctrina marxista-leninista, la proclamación de la violencia como el elemento vital de su empeño, o pudo haber sido que los izquierdistas dominicanos interpretaron mal las enseñanzas de los revolucionarios que triunfaron en Rusia, en China, en Cuba, en Vietnam y en tantas otras partes.
¿Hay izquierdistas hoy día que puedan recoger esta historia de martirio y levantarla para reinventarla con una propuesta innovadora y renovada? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que hay más de 70 grupos de izquierda, casi en la clandestinidad, buscando lanzar ideas y proclamas.
En otros países, como Chile, Colombia, Perú, Brasil, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Honduras, El Salvador izquierdistas han llegado al poder. En la República Dominicana ni soñarlo.
Se necesita pasar del análisis tradicional y utópico a un análisis más realista y sincero. La utopía de la izquierda sirve para hablar del horror y de los errores, del martirio, de la lucha en las calles y en las montañas. Tal vez es una tradición que nos dejó el viejo y siempre recordado Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
Hay mucha voluntad izquierdista dispersa en la República Dominicana. Esos ciudadanos de sentimientos izquierdistas deambulan y buscan a alguien que recoja sus pensamientos, sentimientos y deseos. Quienes tradicionalmente los han conquistado son los hombres y partidos que llevan candidatos de la derecha.
Esos ciudadanos de sentimientos izquierdista aún no encuentran a alguien que les represente. Y si aparece alguien un poco cercano, es tan poco el apoyo que reciben y el significado de sus aspiraciones que desean no perder en su selección, y se marchan con el más democrático de los que se presentan. Eso explica también los apoyos de muchos izquierdistas a Juan Bosch, a Peña Gómez, a Leonel Fernández, a Danilo Medina y a Luis Abinader.