El 24 de abril del 2024, la sociedad dominicana fue testigo de un hecho histórico. Se trató de la realización del primer debate presidencial con la participación del Presidente de la República, Luis Abinader Corona quien opta por la reelección como candidato del Partido Revolucionario Moderno, además de que encabeza las encuestas, así como los candidatos de los dos principales partidos de oposición.
Previo al debate presidencial, organizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), también se realizaron debates a nivel de la senaduría de Santiago y Santo Domingo, así como de las candidatas a la Vicepresidencia de la República de los tres principales partidos mayoritarios.
Tanto en el debate Vicepresidencial, como en el Presidencial, se utilizaron estadísticas para posicionar lo hecho por el actual gobierno o los pasados, así como para rebatir argumentos presentados y con espacios de réplica y contrarréplica.
Expresiones como: “yo no sé de dónde ustedes sacan esas estadísticas…” o “sencillamente, me voy a las estadísticas, son las mismas que mencionan a su gobierno, si hay algún problema con las estadísticas, deberían ir donde las hacen…”, fueron parte de las expresiones que escuchamos en los debates. Así mismo, hubo cuestionamientos relacionados tanto a la fuente, como a la metodología utilizada para calcular los indicadores relacionados a la seguridad ciudadana, acusándolos en algunos momentos de maquillarlas.
Inclusive, las redes sociales se hizo eco de las estadísticas planteadas y, se utilizaron fuentes oficiales como el Banco Central o el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo para sustentar o explicar algunas cifras utilizadas en el debate, como fue el caso del argumento sobre las personas en edad de trabajar o el de la reducción de los niveles de pobreza. Además, se compartieron memes comentando que la candidata vicepresidencial de un partido había compartido datos, pero que el candidato presidencial de su partido comentó que no le hablaran de números.
Lo cierto es que, ya sea de una u otra, las estadísticas estuvieron muy presentes para sustentar o contrarrestar las exposiciones, para exhibir logros o proyectar metas que permitirán la toma de decisiones en un futuro.
Más que preguntarse quién tenía la razón sobre las estadísticas que se presentaron, la pregunta que deberíamos hacernos luego de este proceso sería, ¿Cuál es el dato de referencia que debe utilizarse? Es decir, ¿cuál es ese dato que es producido con calidad?
Citando lo que dice Mario Palma, autor mexicano, en su libro “Contar verdades: La saga del INEGI": “con cada una de las diferentes etapas que implica la producción de información desde su planeación hasta su difusión, acceso y resguardo”, y que, en el caso del Instituto Nacional de Estadística (INEGI), adquiere mayor relevancia pues lo hace gracias a, según Palma, “su independencia respecto a los poderes públicos mediante un estatuto legal de autonomía, la cual protege y garantiza, a su vez, el cumplimiento del objetivo primario de producir información de calidad y ponerla a disposición del público”.
Dicho esto, podríamos decir que el dato de referencia debe ser aquel que cumpla con los estándares de calidad, que sean producidos o divulgados por instituciones u organismos con suficientes capacidades e independencia técnicas.
Por ejemplo, para seguir con el caso mexicano, en el pasado mes de febrero las dos candidatas a la presidencia de la república, una de ellas del oficialismo, entrevistadas por Joaquín López-Dóriga, al preguntarles sobre temas de seguridad ciudadana, ambas utilizaban las estadísticas del INEGI. En la misma, tanto las entrevistadas como el entrevistador reconocían como bueno y válido el dato aportado. Lo único que variaba, en el caso de las candidatas, era la forma en cómo cada una de ellas las utilizaba para beneficiar su causa.
En nuestro país, podemos decir que existen datos que son de referencia, algunos de ellos fueron altamente utilizados en el debate Presidencial, en varios de los casos, citando la fuente, como, por ejemplo, datos sociodemográficos producidos por la Oficina Nacional de Estadística o los económicos que produce el Banco Central. Sin embargo, respecto a datos relacionados específicamente con la seguridad ciudadana, la pobreza, el ambiente, la violencia contra las mujeres, entre otros, cada uno de los candidatos compartió datos, sin necesariamente compartir la fuente.
¿Qué requeriríamos en la República Dominicana para contar con datos de referencia?
Visto de una manera estratégica, se entiende que no deberían faltar ninguno de estos dos:
- Crear un Sistema Estadístico Nacional. Hoy en día, la República Dominicana no posee un sistema estadístico fortalecido y coordinado. Es necesario contar con un ente especializado en la producción de estadística para recopilar datos y establecer estándares de calidad en la producción de todas las estadísticas oficiales (incluidas las vitales y de salud), así como, el mejor uso de los registros administrativos que ayudan a tener datos más oportunos, precisos y fiables.
- Creación de un instituto de estadística, independiente, con un rol rector sobre el Sistema Estadístico Nacional. Para ello, es necesario reformar la obsoleta ley vigente que data desde 1959, la tercera más antigua de la región de América Latina y El Caribe. La falta de una actualización normativa, que incorpore los estándares modernos de buenas prácticas estadísticas limita el alcance y desarrollo del sistema estadístico dominicano en general y de la actual Oficina Nacional de Estadística, en particular.
Esto ameritaría la adopción formal y explícita de buenas prácticas estadísticas como los Principios Fundamentales de las Estadísticas Oficiales adoptados por las Naciones Unidas en el año 2014. Estos, son considerados los diez mandamientos de los productores de estadísticas, han surgido luego de largas discusiones en la comunidad estadística internacional y son la fuente principal de donde emanan otros compendios de buenas prácticas más específicos, como el de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).
Ojalá que en un próximo debate podamos contar con datos de referencia producto de un proceso de democratización del acceso a la información estadística, haciendo tangible el derecho que tiene cada ciudadano/a de acceder a las informaciones estadísticas provenientes de las distintas fuentes oficiales que reflejen la realidad nacional. Datos los que permiten un pleno ejercicio de la democracia, haciendo que se utilicen en la forma más conveniente.