Luego de la reunión especial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para tratar esta semana la crisis de Ucrania, se ha incrementado el lenguaje duro, de guerra, entre los actores del proceso, y se ha abandonado el diálogo diplomático. Si la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) continúa tratando de incorporar los países ex miembros de la URSS, Rusia seguirá considerando una agresión de occidente a la seguridad de sus fronteras, con la posibilidad de que el Estado ruso intervenga en Ucrania, en apoyo a los militantes y soldados prorusos que desean una alianza su antiguo socio y no con occidente.

Francia y Alemania hicieron esfuerzos de diálogo con Rusia. Unión Europea expresó su preocupación por una potencial ocupación rusa a Ucrania, y Reino Unido y Estados Unidos se atrevieron a predecir la fecha y la hora en que las tropas rusas entrarían en territorio ucraniano. Nada de eso ocurrió. Tal vez se trata de la guerra mediática tradicional, para detener una acción militar que violentaría la soberanía de Ucrania y crearía una situación internacional de guerra entre Rusia y los países occidentales, incluyendo a la OTAN. Países europeos como Finlandia, Polonia y Estonia tienen frontera con Rusia, y cuentan en su territorio con segmentos de poblaciones rusas, están en esa misma frontera con Rusia, se sienten preocupados, y ya dieron pasos parecidos a los que desea Ucrania, pero al parecer las condiciones han cambiando para el presidente Vladimir Putin.

Los efectos que ha tenido esta crisis son devastadores para muchos países que mantienen relaciones y comercio con Rusia, y en particular para los alemanes que se abastecen casi en un 49 por ciento del gas natural ruso. Macedonia del Norte depende un 100 por ciento, Finlandia un 94 por ciento, Bulgaria un 77 por ciento, Eslovaquia un 70 por ciento, Italia un 46 por ciento, Polonia un 40 por ciento y Francia un 24 por ciento. Los precios del gas han subido extraordinariamente. Y casi todos los países europeos compran su gas del invierno en los mercados rusos. El beneficio directo del aumento es exclusivamente para Rusia.

El otro factor de beneficio para Rusia es la alianza que ha forjado en estas condiciones difíciles con la República Popular China. Las tensiones comerciales de Estados Unidos con China se han derivado, con más crudeza, hacia una postura crítica y amenazante hacia Vladimir Putin y Rusia. No olvidemos que los chinos y los rusos tienen una larga frontera, y al haber forjado una alianza para protegerse de occidente, quien más se fortalece estratégicamente es la República Popular China, que resulta mucho más potente y más riesgosa para todo occidente que Rusia.

Rusia no invadirá Ucrania sin el consentimiento o aprobación de la República Popular China. En la reunión del pasado miércoles del Consejo de Seguridad de la ONU el apoyo de Beijing a Moscú fue mucho más que explícito, mientras que la posición de Ucrania en la práctica fue de un desafío a Rusia y un incremento de la guerra verbal para reforzar las amenazas de Estados Unidos y Europa.

Lo que estamos viendo es una guerra o crisis de los misiles, cuando la URSS comenzó a instalar armas en Cuba en dirección hacia territorio norteamericano. Estados Unidos obligó a la URSS a desistir de ese proyecto, con un discurso muy claro de su presidente, John F. Kennedy, de que jamás permitiría que en sus fronteras se instalaran armas de sus enemigos. Es exactamente lo mismo en este momento: Putin rechaza que con las vestiduras de la OTAN, su ex aliado Ucrania permita la instalación de misiles dirigidos hacia Moscú.

Para muchos esta crisis se trata de una pantomima. De una palabrería barata para consolidar liderazgos internos, tanto en los Estados Unidos, en Europa y en la propia Rusia. Por eso creen que no habrá guerra. Otros creen que esta es una oportunidad para definir mejor las fronteras y consolidar un liderazgo internacional que ha estado en decadencia. En Rusia no hay democracia, los adversarios de Putin guardan prisión o son perseguidos políticamente. A quien menos se menciona en todo este pugilato es quien más está ganando: La República Popular China. Tiene la llave para encender o apagar la prédica de Putin. Tiene pendientes temas gruesos con Estados Unidos, en materia de comercio y política global, sobre los que no cede, y continúa corroyendo el poder militar y comercial de Estados Unidos y Europa en Asia, África y América Latina.

¿Quién evitaría que un soldado desenfrenado, agotado, cargado de odio hacia el gobierno de Ucrania, iniciara disparos en una frontera en donde hay tecnología e inteligencia de última generación por doquier? Es una posibilidad que podría ocurrir. Podría ser sólo una anécdota, pero es una posibilidad. Si esa guerra se iniciara, y si Estados Unidos y Europa intervienen, los únicos ganadores serían los chinos. Si la guerra no se escenifica, y se llega a acuerdos para que la OTAN respete las fronteras rusas, ganarían Estados Unidos, Europa, Ucrania, Rusia y los chinos.

La República Popular China como quiera que fuera ganaría en este escenario más que cualquier otra potencia.