Con temperaturas sobre los 32 grados celsius algo más de la mitad de los empadronados para votar acudieron a ejercer ese compromiso democrático el domingo 19 de mayo. Sin embargo, al acercarse al final del cómputo oficial de las elecciones se percibe que casi la mitad de votantes decidió abstenerse de ejercer ese derecho. Entre un 46 y un 47 por ciento.
Acudir a votar se promovió desde la Junta Central Electoral como un compromiso, y se emitió una resolución para que las personas acudieran informalmente, con ropas frescas, conociendo que el calor sería intenso y que salir de casa, en días como estos, no es tan atractivo.
Líderes políticos, partidos, candidatos, medios de comunicación e instituciones eclesiales y de la sociedad civil también hicieron promoción para que la gente cumpliera con este deber cívico, y eligiera autoridades presidenciales y congresuales. Sin embargo, al parecer nos encontramos en un límite histórico de abstención electoral.
Quienes acudimos a los centros de votación pudimos comprobar que estaban disponibles, con facilidades para personas con ciertas dificultades, y que las filas fluían con rapidez para que en unos pocos minutos se ejerciera la elección a nivel presidencial, senatorial y de diputados.
La analista política Rosario Espinal ha dicho que la abstención se acerca en la elección presidencial al 48 por ciento, por encima de los niveles históricos, que es de alrededor del 30 por ciento.
La JCE hizo su labor, los partidos políticos y los medios hicieron y reiteraron la convocatoria.
Pero hubo factores que podrían explicar el alto nivel de abstención.
- Mucha gente que se ha desplazado de lugar no hizo los cambios en el momento adecuado para votar en los nuevos lugares de residencia y trabajo.
- Los votantes en el exterior, sobre los 800 mil, se abstuvieron masivamente, en algunos casos sobre el 80 por ciento, y eso aumenta el número de ausentes.
- El día 19 de mayo fue declarado no laborable para permitir el movimiento y traslado de las personas a sus lugares de registro en el padrón electoral. Eso no fue suficiente, porque el traslado tiene un costo, ida y vuelta, y muchos prefirieron abstenerse.
- Los candidatos nacionales, provinciales y municipales tal vez no representaron suficiente atractivo para convencer a los votantes para acudir a las urnas.
- La alianza opositora fue débil y sus partidos no convencieron de que podrían ganar la contienda y eso desmotivó el voto a su favor.
- La división PLD-Fuerza del Pueblo, como ha dicho Rosario Espinal, dejó indecisos a muchas peledeístas, que prefirieron abstenerse para no pasar por la disyuntiva de escoger entre Leonel Fernández y Abel Martínez.
- El triunfalismo del PRM pudo convencer a muchos electores de que las elecciones estaban de un solo lado, y convertir a los adversarios en convencidos de que su voto no influiría en la elección.
- Seguidores del PRM también pudieron quedar convencidos de que su partido ganaba como quiera, y que si se quedaban en casa no habría dificultades para ganar en su demarcación y a nivel nacional.
- Las elecciones no se convirtieron en una decisión urgente de cambiar el gobierno, como ocurrió en el 2020. Se trataba de una ratificación del gobierno de Abinader, y por ello la competencia fue poca o casi nula, y en elecciones sin competencia el atractivo de acudir es poco.
Habrá muchas otras interpretaciones, sobre los niveles de abstención en la elección presidencial y congresual, pero hay un dato que podría ser controversial y es necesario tenerlo presente: El voto es un derecho, y muchas personas no lo consideran útil ni necesario, y entienden que es su derecho no acudir a votar. Y se quedan en casa, porque la política ni la elección de autoridades les interesa. Y es su derecho.
Hablamos de una expresión de la antipolítica, pero no es posible pasar por alto que la abstención y la desatención de los temas de la política conducen al autoritarismo y a las posiciones antidemocráticas, sin una ciudadanía responsable y empoderada, dispuesta defender el sistema democrático.
Solo para pensar sobre este tema, porque hay países democráticos donde las elecciones se deciden con el 30 o el 35 por ciento de participación de los empadronados. Ojalá que no lleguemos a ese extremo.