Hoy se cumplen 25 años de la partida física de José Francisco Peña Gómez, el mayor líder de masas de la República Dominicana.
Aunque su gran trabajo político lo realizó desde las filas del Partido Revolucionario Dominicano, hay que reconocer que Peña Gómez trascendió del partidismo y se convirtió en un constructor de la democracia.
Por su enfático discurso, por su disposición para la conversación y el diálogo, por su apertura a las ideas de los demás, Peña Gómez fue el más abierto dirigente político que ha tenido la República Dominicana. Fue alumno y aliado del profesor Juan Bosch, pero se separó de él y siempre lo respetó. Fue adversario y contradictor de Joaquín Balaguer, estando ambos en las antípodas en cuanto a sus concepciones democráticas, pero siempre guardo respeto por el doctor Joaquín Balaguer.
Peña Gómez fue un promotor democrático, defendió la vida de los dirigentes de izquierda, constantemente amenazados por la intolerancia balaguerista y las fuerzas incontrolables. Peña Gómez protegía y ayudaba a los jóvenes fogosos, y tuvo cercanías riesgosas y de colaboración política con el líder del Movimiento Popular Dominicano (MPD), Maximiliano Gómez (El Moreno).
Todo el que conocía algo de la política y los liderazgos a los que se enfrentaba José Francisco Peña Gómez sabe del temperamento flemático del profesor Juan Bosch, y conoce de las triquiñuelas y ardides de Joaquín Balaguer. Pese a ello, Peña mantuvo su postura de liderar un PRD que buscara la democracia, con socialismo democrático, sin extremo, sin violencia, sin abuso del poder, y fue quien mejor promovió la defensa de los derechos humanos en la República Dominicana, en una época particularmente sangrienta.
Peña Gómez fue el gran artífice de la derrota electoral de Joaquín Balaguer en 1978, y fue el conductor de un proceso político complejo, en el que estuvo en juego su oprima vida. Fue Peña Gómez quien evitó una guerra civil en dos ocasiones (1978 y 1994), pese a que en ambos momentos su partido fue víctima de los fraudes electorales de los reformistas.
Este gran líder fue el gestor de un movimiento internacional en favor de la República Dominicana y la democracia, que lo llevó a alcanzar un reconocimiento nunca antes tenido por dominicano alguno en el plano político. Se adhirió a los principios democráticos internacionalistas, fue amigo de los grandes líderes socialdemócratas y los vinculó con la República Dominicana.
Cuando pocos líderes democráticos se atrevían, recriminó a Estados Unidos por su pobre solidaridad con los países a los que llama sus aliados, que se adhieren a su concepción de la democracia.
A ese Peña Gómez lo recordamos con gratitud. Ese Peña Gómez que defendió a capa y espada la soberanía de la República Dominicana en 1965, cuando los militares constitucionalistas entregaron las armas al pueblo y patrocinaron la salida del poder de los golpistas de 1963. Perseguido, difamado, hubo quienes pretendieron ofenderlo, fue desterrado, se le prohibió utilizar la radio y la televisión, pero Peña Gómez supo evitar los extremismos y se forjó a sí mismo en la más riesgosa empresa que dominicano alguno haya emprendido, sin perder la vida: Establecer la democracia en la República Dominicana.
Ganó las elecciones presidenciales de 1994, pero fue víctima del fraude montado para mantener a Balaguer en el poder. Le ofrecieron gobernar dos años y se negó, como correspondía. Los odios más encendidos, las diatribas y azotes más crueles estaban dirigidos a él, para moralmente derrotarlo. Y tuvo fuerzas, y derrotó a sus persecutores, y levantó vuelo sobre las heces que le lanzaron, y perdonó en público a los secuaces y criminales de su honra, y se convirtió -siendo negro como la noche, como él decía- en el más claro impulsor del sistema democrático dominicano.
La sociedad dominicana no ha reconocido como debía hacerlo a José Francisco Peña Gómez, siendo como es, sin duda alguna, el más certero, eficiente, auténtico y corajudo líder y constructor de la democracia dominicana.
Loor a José Francisco Peña Gómez a 25 años de su fallecimiento.