La embajada de Israel en Santo Domingo convocó el lunes a medios de comunicación para explicar la naturaleza del conflicto que ese país mantiene con la guerrilla Hamás, especialmente luego de los ataques indiscriminados que llevó a cabo este grupo extremista hace una semana contra kibutz y comunidades israelíes en las cercanías de la Franja de Gaza, además de lanzar cohetes bombas contra ciudades israelitas.
De acuerdo con el embajador, Raslan Abu Rukun, su país no se detendrá hasta detener la amenaza que representa el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y que, según él, representa un peligro para todo el mundo.
A los asistentes al encuentro, al mediodía del lunes, les fueron mostradas imágenes de la crueldad de los radicales de Hamás contra ciudadanos israelíes, civiles, que nada tienen de responsabilidad en las actuaciones de su gobierno ni de los colonos que tradicionalmente ocupan parte del territorio destinado a los habitantes de la Franja de Gaza.
Horribles los crímenes cometidos. Resalta especialmente la deshumanización de estos fanáticos, que cercenaron cuellos, rompieron piernas, brazos, despedazaron personas, las fusilaron, incluyendo niños, secuestraron a cientos de personas. Todos son hechos repudiables, que en nada benefician a la causa justa del pueblo palestino por tener su propio estado, su territorio y su soberanía en libertad y paz, lo que incluye recuperar una parte de la tierra que hoy está bajo dominio de Israel.
No hay nada, absolutamente nada, que justifique crímenes como los cometidos por Hamás, y que hemos visto en las imágenes mostradas por la embajada de Israel en la República Dominicana. Esas imágenes son tan crueles que pocos medios han querido difundirlas.
Un crimen no se resuelve con otro crimen.
Mostrar estos hechos atroces en nada contribuye con el bien común, con la paz, con el diálogo, con una causa de justicia, de reclamo de un pedazo de tierra o de una bandera.
Es probable que el objetivo del señor embajador Raslan Abu Rukun, y de su gobierno, sea sensibilizar y buscar apoyo para la guerra que llevan a cabo sus fuerzas militares. Pero tampoco se puede justificar la operación de tierra arrasada que Israel lleva a cabo contra una población indefensa, la palestina, que vive en la Franja de Gaza, que no está vinculada a Hamás ni constituye un objetivo militar. Lo que hace hoy el gobierno de Israel tiene la misma saña que la de los militantes de Hamás. Ni uno ni otro pueden ser defendidos.
Los crímenes de Hamás no justifican los crímenes del ejército de Israel. El mundo está siendo testigo de una acción liquidadora por parte de un ejercito de hombres, respaldados por Estados Unidos y Unión Europea, que cometen -como venganza- crímenes de lesa humanidad.
Pasan de tres mil las personas civiles asesinadas por Israel en la Franja de Gaza, en venganza por los crímenes de Hamás. Este mismo martes, en la continuidad del bombardeo de Israel sobre la Franja de Gaza, un hospital ha sido alcanzado y más 500 civiles, entre ellos niños y niñas, mujeres y ancianos, y personas heridas o mutiladas, han sido asesinadas por los cohetes lanzados por Israel. Nadie podría ubicar un hospital como un refugio de fanáticos criminales, nacionalistas radicales o desquiciados, que no tienen otro objetivo que asesinar israelitas en cualquier lugar donde se encuentren.
Israel y Hamás son la misma cosa, con la diferencia de que Israel tiene un poderío militar infinitamente mayor, y cuenta con el apoyo político y logístico de los Estados Unidos. Israel lleva 50 años disparando contra objetivos palestinos, mientras los criminales de Hamás ahora es que se han lanzado en una aventura desgraciada, sin el consentimiento de la autoridad palestina ni de la mayoría de la población. A los líderes de Hamás los mueve la venganza, y reciben apoyo de otros radicales de países de la región.
Es terrible lo que el mundo está observando hoy día, atónito, indignado, porque se trata de crímenes planificados contra un pueblo atropellado y expulsado de sus tierras, acorralado en un territorio desértico, sin agua, sin energía eléctrica, sin alimentos, sin atención médica, y bombardeado desde todas las posiciones posibles por soldados ansiosos de venganza.
La justificación de Israel es que lanzan sus misiles contra objetivos de Hamás, y que donde quiera que haya un miembro de Hamás será aniquilado. Pero lo cierto es que están asesinando a miles de personas que también son víctimas de los atentados de Hamás, y que tienen que escoger si mueren por sus propios coetáneos o por las tropas israelíes.
El crimen contra el pueblo palestino es injustificable. La tierra arrasada que practica Israel contra la Franja de Gaza no tiene justificación. Un crimen no se resuelve con otro crimen. Es lo que han practicado los miembros de Hamás y es lo mismo que hacen los soldados mandados por Benjamin Netanyahu.
Es un horror que degrada la condición humana. Sirva este editorial de gesto de indignación. Por la memoria de los israelíes salvajemente asesinados y por la memoria de los palestinos salvajemente acribillados antes y después del 7 de octubre.