El presidente Luis Abinader, en la presentación el lunes del libro blanco de Defensa, dijo que la definición de una estrategia nacional de defensa de la soberanía era una tarea necesaria porque nuestro país tiene como vecino a un país plagado de dificultades, dominado en una gran parte por bandas delincuenciales y que en un mundo como el que hoy vivimos eso representa una amenaza para todos los dominicanos.
Sólo el presidente Luis Abinader habló de Haití como amenaza a nuestra seguridad. Siendo la autoridad máxima de la nación, es a él a quien corresponde desempeñar el papel de identificar los riesgos, al margen de otros potenciales peligros, como el narcotráfico, los terremotos, el terrorismo, los ciclones o la ciberseguridad.
Haití no deja de ser una incertidumbre para los dominicanos, y no tanto por la cuestión migratoria, que ha existido durante más de 100 años, sino por el riesgo de que Haití pase a ser dirigido por narcotraficantes, terroristas y criminales, convirtiéndose definitivamente en un Estado fallido y delincuencial.
Estados Unidos y Canadá están desplegando fuerzas militares en las cercanías de Haití. La decisión de intervenir implica muchos riesgos que ningún país desea asumir, precisamente porque antes ha ocurrido y los resultados han terminado en tragedia.
Estados Unidos sigue poniendo sus recursos y su empeño político en Ucrania, con dinero y equipos militares, con debates en los organismos internacionales y trabajo en la inteligencia y en la diplomacia, como parte del pugilato con Rusia y con la República Popular China.
El gran riesgo económico, financiero, de mercado, de infección, migratorio y de seguridad lo sigue corriendo con Haití la República Dominicana. La publicación del libro blanco de la Defensa Nacional es un apoyo para tener las tareas claras, sin embargo no lo es todo, porque de por medio se cruza la política, y las elecciones del 2024.
Una oposición deseosa de encontrar temas para sacar ventajas en el proceso electoral podría utilizar el tema migratorio y de crisis de Haití, que no corresponde ninguno a este gobierno, para provocar odios, resentimientos y frustraciones. Y tener de donde agarrarse en una campaña cargada de tensiones e incertidumbre con un vecino que no encuentra el camino de la estabilidad. Estamos en los tiempos de nuevas incertidumbres con Haití.