Asistimos a fenómenos nunca vistos en el negocio del espectáculo popular.

Jóvenes de gran capacidad creativa, pero apenas con alguna formación en música u otras artes, protagonizan hoy nuevas expresiones "musicales", que atraen a millones muchachos y muchachas en todo el mundo, sobre todo en nuestra América.

Como ha ocurrido a través de la historia, ante estos artistas surgidos de la marginalidad y convertidos en los reyes de la industria del entretenimiento, se genera un choque entre lo establecido y lo nuevo, entre quienes se suman y los aplauden y los que no los aceptan, los rechazan y no los consideran creadores de arte.

¿Y qué tal si, en lugar de desgastarnos en discusiones interminables, de menospreciar y descalificar, hacemos algo para crear otras opciones a la niñez y a la juventud?

"Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece", enseñó el padre de la patria de Cuba, José Martí.

Nos quejamos del "mal gusto" de las nuevas generaciones, que no distinguen entre el  ritmo surgido de cualquier sonido improvisado, hecho con algún dispositivo electrónico sin necesidad de conocimiento musical, de la música surgida del estudio y la orientación de profesores.

¿Nos hemos detenido a pensar cuáles son las opciones para el aprendizaje de la música y otras bellas artes que tienen nuestros niños y jóvenes en todo el territorio nacional?

Y no tenemos que pensar en lejanos municipios y parajes, sino en los barrios populares del Distrito Nacional y de los municipios de la provincia Santo Domingo, plagados de negocios de bebidas que operan a toda hora, de bancas de loterías y apuestas.

¿Cuentan estos barrios con escuelas elementales de música, de dibujo, de danza, de teatro? ¿Tienen a su alcance una biblioteca?

En lugar de rasgarnos las vestiduras, de quejarnos con amargura y comportarnos como espectadores fatalistas, debemos de alentar que se abran escuelas de bellas artes en todo el país, y que se fortalezcan las que existen. Que se abran más bibliotecas en barrios y comunidades rurales.

En fin, que se alienten e impulsen el aprendizaje de las artes, la lectura y la escritura.

Y nos preguntamos:

¿Cumplen con la responsabilidad que les corresponde en el apoyo a la educación artística las autoridades del gobierno central a través de los ministerios de Educación y de Cultura?

¿Cumplen los gobiernos locales, en municipios y distritos municipales, con la inversión porcentual que por ley deben destinar a la cultura?

Y en el sector privado se pueden contar con los dedos las empresas y grupos empresariales que comprenden la importancia de dar apoyo a las artes y a las actividades culturales en general.

En consecuencia, lo tenemos es lo que hemos abonado como sociedad, en su conjunto.

"Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece", enseñó el padre de la patria de Cuba, José Martí.