El presidente Luis Abinader ha lanzado una cruzada para alertar al mundo democrático sobre la crisis en la que se encuentra Haití, nuestro vecino de la isla, y que representa un riesgo para la sociedad dominicana.

En numerosos foros internacionales el presidente Abinader ha pedido el apoyo y la solidaridad para Haití, especialmente en la búsqueda de soluciones democráticas, internas, que no impliquen ningún asalto a la soberanía de Haití.

Acaba de regresar de Washington donde pronunció discursos y conversó con autoridades de esa potencia sobre la crisis en Haití. El presidente Abinader habló ante la asamblea de la Organización de Estados Americanos, y presentó un cuadro bastante coherente sobre lo que está ocurriendo en Haití, en una perspectiva desde la República Dominicana.

El presidente Abinader también conversó con la presidenta de la Cámara de Representante de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, y sostuvo una reunión con la vicepresidenta de ese país, Kamala Harris, sin que se informe el contenido del diálogo. Hay sospechas de que el diálogo también incluyó la crisis haitiana.

A su regreso al país el presidente, este viernes, ofreció una rueda de prensa en el Palacio Nacional, en la que informó los resultados de sus diálogos y respondió preguntas sobre la crisis haitiana.

En las últimas horas se han recrudecido las contradicciones en Haití, hay manifestaciones violentas, saqueos de negocios, y se incendió el almacén de acopio del Programa Mundial de Alimentos. Los saqueos provocaron el incendio y la pérdida en Gonaïves de 1.400 toneladas de alimentos.

Las embajadas de República Dominicana, México, España, Alemania y Francia anunciaron cierre o cese de actividades. No hay seguridad para nadie en Haití, y los políticos que aún se pronuncian sobre la situación en su país, como Claude Joseph, lo hacen irresponsablemente, mirando hacia la República Dominicana, con acusaciones destempladas, tratando de impedir que el presidente dominicano continúe con la labor de ayuda en la búsqueda de salidas democráticas a la tragedia haitiana.

El presidente anunció que en la próxima participación suya en la Asamblea General de las Naciones Unidas, hablará sobre la crisis haitiana. La comunidad internacional se ha desentendido de Haití, y ahora todos los focos se colocan sobre Ucrania y Rusia, o sobre la crisis económica, o sobre Nicaragua, pero no hay salida visible para la crisis en Haití.

Como resultado del esfuerzo dominicano, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, acaba de convocar a una reunión internacional en Nueva York para discutir el tema haitiano.

El gobierno dominicano dice tener el control de la frontera del lado dominicano. Ha destacado 11 mil efectivos militares para tener la seguridad de que no habrá estampida ni situaciones que representen riesgos para la sociedad dominicana.

Nada es seguro en Haití en este momento. El gobierno ha sido sobrepasado. Pareciera anulado. La Policía Nacional de Haití no tiene el control del territorio, ni de los barrios. Las bandas son las que han tomado las decisiones, y son las que tienen el precio de los combustibles por encima de las posibilidades de la población. Las protestas siguen, y la violencia está presente.

La salida de embajadores y cierre de embajadas es un problema adicional. Haití sigue quedando más solo y más fuera de la atención de la comunidad internacional. Ni los haitianos en su territorio ni los que están fuera de Haití tienen posibilidad de aportar. No hay partidos, ni organizaciones, ni gobierno. Canalizar ayuda para Haití será imposible, si no se cuenta con la República Dominicana, que será el canal a través del cual se podrá llegar a Haití.

Es sintomático que el ex canciller y ex primer ministro Claude Joseph esté tratando de incendiar las relaciones con República Dominicana en este momento. Ya es mucho el combustible que ese señor ha echado y mayúscula el daño que ha hecho.

Confiamos en la ecuanimidad de las autoridades dominicanas, para que en estas circunstancias no extremen ninguna medida que pudiera afectar más terriblemente al sufrido pueblo haitiano, que además se abastece de una gran parte de alimentos y otros productos de primera necesidad a través de la frontera dominicana. Lo mejor que podría hacer el gobierno dominicano es olvidarse de que ese sujeto existe, pese a la saña y el veneno que a diario vierte contra el gobierno y el presidente dominicano, Luis Abinader.

El mayor riesgo de este momento es que la violencia se extienda, y que como resultado de la misma, dejen de operar las instituciones que aun lo hacen y caiga el débil gobierno de Ariel Henry. Eso será el paso para que las bandas asuman el gobierno, a través de cualquier oportunista designado por Jimmy Cherizier, alias Barbicue, que bien pudiera ser su aliado Joseph.

Ojalá que la comunidad internacional, especialmente los organismos de la ONU (Consejo de Seguridad, Asamblea General), o los gobiernos de Francia, Estados Unidos y Canadá, o la Organización de Estados Americanos, se movilicen con agilidad y asuman los compromisos que hace tiempo debieron asumir, ante el asesinado del presidente Jovenel Moise y ante la falta de capacidad del gobierno de Ariel Henry.

Lo que queda claro es que la tragedia está en su peor momento, y que no están dadas las condiciones para organizar unas elecciones que den paso a un gobierno formal y legítimo en Haití. Ese era un escenario que estaba presente hace aproximadamente un año, y ya sabemos todo lo que ha ocurrido desde entonces. Está claro que Haití necesita un acuerdo entre sus actores internos, con el acompañamiento de organismos internacionales, para instalar una junta de gobierno transitoria, que empiece a organizar las cosas.