¿Tiene solución la crisis haitiana? Probablemente, pero pasa por razonamientos y decisiones de parte de los propios haitianos, que llevamos años esperando y que no llegan. Una de esas decisiones es ponerse de acuerdo para tener un gobierno. Y que en Haití haya alternancia en el poder. Y que tengan un registro de votantes. Y que tengan un parlamento, un poder judicial, y unas reglas para el desarrollo de las actividades económicas y la inversión extranjera. Y que haya seguridad interna. Y garantías a los que pongan dinero a producir en Haití. Parece sencillo, pero para los haitianos luce poco probable.

A la vista no hay interlocutores en Haití para dialogar con la comunidad internacional o para pactar ninguna solución. Tampoco hay un ejército que pueda adoptar posiciones de fuerza. Ni hay asociaciones empresariales o grupos fácticos -al margen de las bandas delincuenciales- con las que se pueda dialogar.

El gobierno de Ariel Henry no ha cumplido su hoja de ruta, ni tiene posibilidad de cumplirla. No hay partidos políticos con credibilidad ni capacidad para unificar a los haitianos.

Caricatura del diario haitiano Le Nouvelliste, sobre el discurso del ministro de Exteriores de Haití en el Consejo de Seguridad de la ONU

Si hubiese que identificar una primera acción para hablar de “solución” a la crisis en Haití, lo primero que habría que identificar es que una comunidad de haitianos, representativa, se ponga de acuerdo.

Los haitianos no tienen posibilidad de ponerse de acuerdo, ni siquiera para crear un gobierno que tome decisiones por un tiempo razonable para organizar elecciones.

La comunidad internacional, que ha brindado apoyo a los haitianos durante todos los años posteriores a la caída de la dictadura de Duvalier, luce agotada. Todo el dinero prometido o entregado, desaparece.

No hay ni puede haber inversión extranjera, ni inversionistas locales, que puedan aportar recursos y confiar en negocios. Los servicios comerciales, entidades financieras, de comunicación, han cesado sus actividades. El país está en manos de delincuentes y asaltantes. El combustible está en manos de las bandas. Los puertos siguen en manos de las bandas. La Policía Nacional Haitiana no puede hacer nada. El representante del gobierno, Jean Victor Geneus, ministro de Exteriores de Haití, fue al Consejo de Seguridad de la ONU y dijo que “todo está bajo control”. Lució sereno, pero hizo el ridículo, porque todo el mundo sabe que no dijo la verdad. Se comenta que mintió porque tiene la idea que -de decir la verdad- podría ser asesinado al retornar a Puerto Príncipe.

El gobierno dominicano brinda apoyo, hace de vocero ante la comunidad internacional, y los políticos y criminales haitianos sacan fuerzas para atacar a Luis Abinader, y lo señalan como responsable de sus males. Sin embargo, no dicen nada de las bandas que los tienen cogidos por el cuello. Miran para otro lado.

Luce que se han agotado todas las opciones para llevar a Haití a la “normalidad”. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fue la última de las opciones. El BID accedió a construir dos hospitales en la frontera, del lado haitiano, para que las embarazadas de Haití den a luz en su propio territorio. Un poco tarde esa opción. El ataque en CODEVI de la pasada semana, y el creciente descreimiento de la comunidad internacional, casi cierra esa opción.

El cierre de las embajadas de Francia, Alemania, España, Dominicana en Puerto Príncipe, y el llamado de Estados Unidos a los americanos que se encuentran en Haití a salir del país, es un claro indicio de que el secuestro de ese país ha llegado al extremo.

La comunidad internacional agotó el recurso del diálogo. Jean Victor Geneus, representante del gobierno haitiano, dijo que todo está en control. Las espaldas que ya estaba dando a los temas haitianos la comunidad internacional, ahora está consolidada. Haití no tiene posibilidad de sobrevivir. No tiene salvadores ni socios en la esfera internacional. Nadie cree en los haitianos. Han llegado al extremo de que la comunidad internacional solo podría intervenir si ellos lo solicitan, formalmente, y admiten su incapacidad de controlar a las bandas delincuenciales.

Lo que viene es la hambruna que desde hace años marcha con firmeza. No hay producción en Haití. Una buena parte de los haitianos se alimenta del mercado binacional en Pedernales (Anse-à-Pitre), Jimaní (Malpasse) y Dajabón (Ouanaminthe). En Puerto Príncipe el almacén de alimentos del Programa Mundial de Alimentos su asaltado e incendiado. Esa multitud de haitianos en las calles que vemos en los medios, busca alimentos. Todo lo arrasa en su trayecto. Llegaron a Codevi en Ouanaminthe, en la frontera con Dajabón. La prosperidad de Ouanaminthe era una protección para la frontera dominicana. Ya nada está seguro.

Somos el único vecino físico de los haitianos. Algo debemos hacer para proteger la frontera. Más allá del cerco que el gobierno pasado comenzó a construir, y que este gobierno ha reforzado. Hay tareas por hacer, además de la presencia de un contingente militar de más de 10 mil hombres.

Hablaremos de esas opciones.