La situación con refugiados e inmigrantes siempre es peligrosa – para los que, por diferentes razones han tenido que abandonar sus hogares, al igual que para el país de acogida. Mas cuando estos países por sí mismos tienen problemas con la estabilidad económica y la integración de los extranjeros.

La inmigración haitiana

El proceso de movimientos entre dos países que comparten una frontera en común es normal: como tal se ha aceptado por los dominicanos a lo largo de muchos años. La inmigración haitiana hacia la RD empezó en 1915; Hoy en día la RD es el segundo país por su número despues de los EE. UU.; lo siguen Canadá, Brasil, Francia, Chile, Perú, Bolivia etc. Los dominicanos ven con preocupación la crisis del país vecino y lo que más les preocupa es un posible flujo de gente que entraría masivamente en su país. Y tienen la razón.

Con toda la compasión al pueblo haitiano, con toda la tristeza que despiertan en nosotros las fotos de madres y niños víctimas de la violencia, y si de verdad queremos ayudarles, debemos abandonar el discurso populista cuyo olor agradable pero dañino viene de las charlas publicas de varias figuras de importancia nacional e internacional.

Las verdades desagradables

Lo primero que hay que decir muy claro, es que los dominicanos y los haitianos son dos pueblos vecinos, pero no hermanos. Empezamos con el idioma y la cultura. Estos si son un obstáculo. Tomemos Brazil como ejemplo. Por mucho que se habla de integración, Brasil es la menos regionalizada de todas las grandes economías latinoamericana. Aun que es una de las economías mas poderosas, solamente en las últimas décadas participa en el desarrollo de proyectos regionales – y su crecimiento económico no se debe a América Latina del todo. El idioma por su puesto no es el factor decisivo, pero tampoco hay que menospreciarlo. Si un estado poderoso no se integra, ¿cómo podemos esperar tal integración entre dos países ninguno de las cuales es rico y estable en su desarrollo?

Segundo, la cultura. La experiencia mundial muestra que inmigrantes con culturas semejantes a la del país de acogida, se integran rápidamente y, en la mayoría de las cosas, con pocos problemas. Los marroquíes están mas cerca de Espana, pero los maroquíes se integran más difícilmente que los ucranianos, digamos, cuyo país esta mucho mas lejos. Por aquí lo que juega, son los valores de la cultura, no las distancias. Los dominicanos y los haitianos no poseen de la misma cultura ciudadana y política. Una prueba de esto es el hecho que por mucho que sean y por el largo tiempo que vivan en el país vecino, no se integran en el tejido de la sociedad local y continúan viviendo en sus comunidades cerradas a pesar de que utilizan grandísimos fondos públicos y encuentran trabajo aquí.

Por supuesto, no hay que dejar al lado el hecho que la RD no tiene programas especiales (que yo sepa) de integración de haitianos. Eso si es una amenaza para la seguridad nacional. Si el gobierno no los educa, si no los socializa en el espíritu de la cultura dominicana, las perspectivas de la convivencia, por lo menos a mi, no me parecen buenas.

Al mismo tiempo, no nos olvidemos que la sociedad dominicana no tiene la fuerza integradora y atractiva como la sociedad norteamericana, a donde la gente va por que quieren naturalizarse. La situación en la RD parece seguir el siguiente paradigma: vamos a utilizar todos los bienes que la RD nos puede proporcionar, pero vamos a seguir viviendo como haitianos en Haití. Eso no puede ser y es peligroso – tanto para los dominicanos, porque el miedo del extranjero va a aumentar y aumentar, como por los haitianos, quienes se harían mas y más frecuentemente víctimas de la xenofobia.

Con plena conciencia que lo que más importa y preocupa a la sociedad dominicana, es el número de la inmigración actual haitiana, evito tocar este tópico. Y lo hago porque por mucho que he buscado, no he encontrado datos confiables – las cifras fluctúan desde 450, 000 hasta dos millones y medio.  En una base empírica tan poco segura, dudo que se puedan sacar conclusiones sólidas. Sean cuantos sean, y corriendo el riesgo de no ser políticamente correctos, hay que decirlo claramente; los recursos de la sociedad dominicana no son ilimitados. La pobreza en el país en la población local es grande. El año pasado el gobierno registro 401,283 personas en pobreza extrema lo que quiere decir 3,8% de su población. En pobreza en general – extrema y media – viven 2,942,255 según los datos de 2022. Eso es mas que el numero de los haitianos que viven en la RD. Estos también necesitan fondos y programas de integración de grupos vulnerables.

La construcción de campos de refugiados en la RD sería un problemón para los dos países. Mas vale trabajar e integrar a los haitianos que ya viven en el país, crear mecanismos de defensa de sus derechos ciudadanos y económicos, educarlos en los valores de la sociedad dominicana, los cuales son valores de la vida política moderna. Así algún día, si decidieran volver a su país, los haitianos sabrán qué organización, Estado y régimen desearan para su nación que les vio nacer.